Marejada

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- Hola, ha pasado tiempo.

Hay una chica desnuda en mi baño, y parece conocerme. Su piel blanca como la nieve, su cabello rubio como el sol y ojos más azules que el mar. Me observa como si no le importara que la esté viendo de arriba a abajo. Toma una de mis toallas y la envuelve en su cuerpo para taparse.

- ¿Cuándo más vas a seguir mirándome? ¿Te gusta lo que ves?

Rápidamente cierro la puerta, y me tapo la cara, todo fue demasiado repentino.

¿Qué hace una chica en mi baño? ¿Y por qué dijo "ha pasado tiempo"? ¿de que me conoce?

Espero a que termine de vestirse y salga del baño para pedirle una explicación. Pero por mucho que intento calmarme, aún sigo muy conmocionado, algo en ella me resulta familiar, pero mi cabeza no deja de doler mientras más intento recordar.

La puerta se abre y la chica sale del baño, trae puestas ropas negras y su aroma es delicioso, me recuerda a los campos de lavanda que había cerca de casa cuando era niño.

- Creí que te ayudaría a recordarme. Es delicioso ¿Verdad?

- ¿Qué cosa? ¿Recordarte?

Se lleva la mano a la cara y comienza a presionar la uña del dedo índice con sus colmillos. Parece confundida por algo, pero inmediatamente cambia su expresión a una de decepción.

- Este método tampoco funcionó, aun sigues sin recordar. Tu teoría falló, una de las ultimas veces que nos vimos dijiste que quizás podrías recordar recurriendo a uno de los sentidos humanos más antiguos, el olfato. Pero te equivocaste, no recuerdas como nos conocimos.

la chica comienza a dar vueltas de un lugar a otro, sin dejar de balbucir incoherencias que no logro entender. 

- No entiendo nada de lo que hablas, ¿Quién eres y que haces en mi casa? Jamás te había visto.

- Aquí vamos de nuevo, ya olvidé cuantas veces hice esto. Mi nombre es Mia... Mia Ivanov, somos amigos desde la infancia.

- Deja de bromear, y vete de mi casa, no te conozco de nada.

La tomo del brazo y la llevo hasta la puerta, no intenta resistirse, es como si ya estuviera acostumbrada. Al llegar a la puerta deja salir un suspiro largo. La saco de la casa y procedo a cerrar la puerta, pero antes de que se cierre por completo pone el pie entre la puerta y el marco, haciendo tope para que no pueda cerrarla.

- De verdad que ya estoy cansada de hacer esto. Mateo Vargas, 22 años, nacido en la ciudad de Valentia, Escarla. Luego de la muerte de tu hermana te mudaste con tu madre a Veleta, en el pais vecino, Itaca. Trataste de llevar una vida normal y feliz, para que tu madre se recupere, pero nunca lo hizo. Luego de que tu madre muriera, tampoco pudiste aguantar quedarte en un lugar que te recordara la muerte de otro familiar.

- ¡CALLATE!, no quiero oírte.

El mareo vuelve, caigo hacia atrás y ella aprovecha para volver a meterse a la casa.

- Pensaste en volver a Escarla, pero tampoco pudiste porque estar allí te volvía loco, cada día pensabas, dabas vueltas en tu cabeza la idea de que no pudiste salvar a tu hermana a pesar de que claramente la voz te había avisado que algo pasaría.

- La voz... ¿cómo sabes de ella? jamás le conté eso a nadie.

- Llorabas cada noche, le pedías a Dios una explicación de por qué te pasaban cosas malas si siempre hiciste las cosas bien. Lo maldijiste por no recibir respuesta y dejaste de creer en él. Intentaste quitarte la vida, pero no tuviste el valor necesario. Armaste tus maletas y te mudaste del continente, terminando en Monte Largo, Urutia. Y ahora intentas olvidar todo eso, intentas hacer una nueva vida.

Cambia todo por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora