Antes del ultimo baile

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Estoy lista, e practicado y repasado mi baile para mostrárselo al público, estoy emocionada, siento que hoy será el día que pueda mostrar mi gran show. Recuerdo la última vez que baile, fue el mismo día en que nací, un anciano fue colocando pieza por pieza, armando esta caja, fui la última en ser colocada, la música empezó a sonar y yo empecé a bailar, el anciano sonrió al verme y volvió a cerrar la caja, esa fue la primera y la última vez que ví la luz.

La campana de la tienda sonó, informando que alguien entró a la tienda.
-Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlo?- dijo la mujer del aparador
-Buenos días, busco un regalo para una jovencita-
Era una voz masculina. Mmm... quizá seria un buen regalo para una jovencita
-Déjeme ver que puedo encontrar para usted- escuché a la mujer alejarse, poco tiempo después regreso.
-¿Qué le parece esto?- el muy conocido sonido de porcelana contra el aparador retumbo en mis oídos.
-¿Una muñeca de porcelana?, no, ya tiene algunas, ¿Tiene alguna otra cosa?-
-Ahora que lo recuerdo, tengo algo que puede gustarle, lo iba a poner en la bodega, ya lleva mucho tiempo aquí-
Sentí que me levantaban, y sacudían la parte de arriba de la caja, nunca sentí tanta emoción en mi vida, la caja se abrió, yo baile, aun recordaba la canción. El hombre me observó muy detenidamente.
-Es perfecto- dijo el hombre que vestía de traje negro, mientras volvían a cerrar la caja ocultándome de nuevo
El viaje fue muy movido, estaba muy felíz, quería seguir bailando.
-Señorita Noemí, ¿puedo pasar?- preguntaba el hombre que me llevaba en sus manos.
-No me siento bien Artur- dijo la voz apagada de una joven.
-Por favor, señorita Noemí, tengo algo para usted-
Escuché una puerta abrirse lentamente, al mismo tiempo se abría mi caja de nuevo, y la vi una joven de cabello castaño y ojos llorosos muy llorosos, una sombra de sonrisa se dibujo en su boca, me tomo en sus manos mientras admiraba mi danzar.
-Lamento lo de su madre Señorita Noemí, felíz cumpleaños- el hombre movió la cabeza en señal de alivio.
-Gracias Artur- dijo la joven mirándolo, volvió a su habitación cerrando la puerta tras ella.
Aquél día baile durante mucho tiempo, mientras veía a la joven recogida en su cama sin dejar de sollozar.

RELATOS DE UNA CHICA SOLITARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora