Capítulo 24

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Los primeros días, después de la visita que le hicieron a Joohyun, Lisa estuvo muy bajoneada y deprimida. Jennie notó enseguida su cambio de humor, no sólo por el enlace que compartían, sino también porque era evidente: no bromeó demasiado, dormía más de lo normal y se la pasaba abrazando a Haerin cada vez que podía, como si temiera que fuera a desaparecer de un día para otro.

Jennie lo entendía por completo, ¿cómo iba a juzgarla? Ella sabía que Haerin era su vida entera. Sin embargo, no quería que ese miedo la consumiera y acabara con su novia, no podía permitirlo.

—¿Cómo? —preguntó Lisa al oírla, un poco aturdida—. ¿Quieres que me mude contigo, ahora?

—Claro, ¿no lo teníamos pensado? —dijo Jennie, agarrándole la mano y dándole un beso en los nudillos—. ¿O te olvidaste de eso?

—¡No, por supuesto que no! —tartamudeó, pero la castaña sabía que, en ese momento, eso debía ser lo último que pasaba por su mente—. ¿Estás segura, Nini?

Jennie sólo sonrió, asegurándole con eso que ella estaba más que feliz con recibirla en su casa. Los labios de Lisa temblaron, viéndose demasiado afectada por su propuesta, y se abrazaron unos segundos.

—Gracias, Nini —susurró.

—¿Cómo que "gracias"? —bromeó la mayor—. Esto te lo cobraré en la cama.

Lisa ahora soltó unas carcajadas al escucharla, teniendo bastante claro que era una simple broma. Jennie jamás le presionaba para tener sexo, era muy preocupada por ella, y entendía por completo que no tuviera muchas ganas, como en esos días.

—Papa —barboteó Haerin, llamando la atención de ambas, que caminaba hacia ellas con una Barbie en la mano—. ¡Babi! —gritó, levantando la muñeca—. ¡Babi, Babi!

Jennie la tomó en brazos, haciendo que la niña gritara por la emoción. Nada parecía gustarle más que ser acurrucada contra la alfa.

—¿Mmm? ¿Quieres que juegue contigo, Hae?

—¡Sí! —gritó Haerin—. ¡Babi, Babiiiiiiii! —añadió, como si eso fuera suficiente para hacerse entender.

La omega la vio ponerse de pie, sonriendo con suavidad ante la escena: le gustaba mucho eso, ver a Jennie interactuando con la cachorrita como todo un padre. A Lisa todavía le costaba creer un poco en lo que observaba, en el hecho de que su alfa reconociera a la gatita como suya. Cuando tuvo a la bebé, Lisa se había medio resignado ante el hecho de estar soltera gran parte de su vida, después de todo, ¿qué alfa querría como una hija a la niña ajena?

Tal vez fue esa escena, el ver a Jennie arrodillada, usando los juguetes de Haerin para interactuar con ella, metiéndose en su papel de Barbie cocinera, lo que la convenció totalmente de irse a vivir con ella. Sí, ¿qué estaba esperando? Ni siquiera tenía que pensarlo, porque se dio cuenta en ese momento que quería estar toda su vida con Jennie.

Durante los días siguientes se decidió a empaquetar todas las cosas que poseía. El departamento que arrendaba era amueblado a medias, por lo que no tenía que guardar grandes cosas, como los sofás, la mesa o la cama. Jisoo se apareció, trayendo como siempre a Danielle, que se la pasaba jugando con Haerin.

—Necesito que me lo cuentes todo —le dijo Lisa, aprovechando que las niñas no las iban a escuchar, pues estaban metidas en sus juegos.

—¿Qué hay que contar? —bufó Jisoo, rodando los ojos y guardando las cosas que Lisa tenía en un escritorio dentro de una caja—. No seas metiche.

—¡No lo soy! —se quejó la extranjera—. Es sólo que me sorprende Danielle, ¿tan fácil te aceptó?

—Danielle lo provocó todo —recordó la otra omega—. Según lo que Rosé me contó, luego de su cumpleaños, Dani preguntaba por mí. Dijo que le agradaba mi aroma —arrugó el ceño—. ¿No es eso tonto? No tengo olor.

Way back home | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora