Capítulo 25

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A pesar de lo frustrada y asustada que se encontraba, Lisa trató de poner la mejor cara que tenía, porque no quería llamar la atención de Haerin mientras le vestía. Las manos le temblaban ligeramente, acomodándole el pañal en lo que la bebé dormitaba, y pronto sintió la presencia de Jennie detrás.

—Estoy bien —le aseguró, a pesar de que era una pequeña mentira que ambas sabían—, sólo que no sé con qué combinar el pantalón, amor...

Escuchó el suspiro bajo de su novia, pero Lisa todavía no quería verla. Sentía que, si la veía ahora, se pondría a llorar de la angustia.

Comenzó a ponerle el pantalón a Haerin, una prenda que le llegaba hasta las rodillas, de tela de jean y con dos arcoíris en el borde de cada pierna. De pronto, una playera con dos gatitos bebiendo leche fue dejada a su lado junto con una sudadera con cierre de color rojo.

—Es su favorita —le dijo Jennie—, puede que den suerte.

Esas palabras casi le hicieron romper en llanto, pero alcanzó a girarse para abrazar a la alfa, que la sostuvo con una expresión de dulce cariño. Jennie emitió feromonas cálidas, sabiendo que eso servirían para calmarla, y Lisa sólo se aferró al abrazo, como si de esa forma se asegurara de que las cosas estuvieran bien.

Pasado unos segundos, la omega se alejó y frotó sus ojos, como si así pudiera limpiarlos de sus lágrimas. Le dio un beso suave a Jennie, forzándose a sonreír.

—Todo estará bien —se repitió antes de terminar de vestir a Haerin, entregándole el peluche de gatito para que lo abrazara en sus sueños.

A pesar de que eran las diez, la bebé tenía un sueño profundo y, dado el caso, no querían despertarla. Ellas no sabían qué podía ocurrir en esa reunión, pero lo que menos deseaban era estresar a la pequeña bebé. Sea la decisión que se tomara, ambas tendrían que aparentar calma y no provocarle miedo y llanto a la niña.

La dejaron en el coche, desayunando con rapidez antes de partir al estacionamiento para subirse al auto. A esas alturas, Haerin ya iba más despierta, un poco curiosa por saber a dónde le llevaban. Parecía llamarle la atención que, a un lado suyo, estuviera el bolsito donde echaban sus juguetes cuando salían a pasear.

No tardaron en llegar al edificio donde trabajaba Joohyun, que ya las esperaba y les ofreció algo para beber en lo que esperaban a que apareciera el otro abogado junto a Kangsan. Para fortuna ellas, la oficina de reunión era lo bastante grande como para dejar a Haerin acomodada en una esquina, rodeada de sus juguetes para que se entretuviera lo suficiente en lo que duraba todo eso. En ese preciso momento, volvía a dormitar encima de una mantita, pegada a su gatito mimoso.

Lisa, por un instante, pensó que Kangsan tendría el descaro de llegar tarde. De querer tomar las riendas de esa situación, como si ellas le estuvieran rogando su presencia, como si pudiera darse el lujo de aparecer cuando quisieran, pero no fue así. Cuando quedaban cinco minutos para las once, la puerta de la oficina fue tocada y Joohyun abrió con calma.

El alfa no iba primero, sino su abogado, un alfa también alto, de lentes redondos y ojos claros. Su rostro era alargado y pálido, cabello negro y nariz pequeña, con una recortada barba decorando su cara. Iba con un traje, que se notaba caro, y llevaba un maletín. Se presentó como Han Janknow.

Detrás iba Kangsan, con una expresión de aburrimiento e indiferencia que se transformó inmediatamente a diversión cuando vio a Lisa. La omega apretó sus labios con fuerza, conteniendo las maldiciones que pujaron por salir, y respiró con profundidad para calmarse. A su lado, Jennie le agarró la mano.

No le sorprendió ver que, por último, iba la madre de Kangsan. Seguía con el cabello rubio, aunque se le estaban empezando a notar las raíces oscuras, y ahora iba con rostro altivo, la misma cara que puso cuando la echó de su casa.

Way back home | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora