Capítulo 28

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Las siguientes semanas pasaron demasiado rápido para el gusto de Lisa. De pronto, habían pasado dos meses desde que se veía obligada a ir los sábados al departamento de Kangsan, pero las cosas apenas cambiaron.

Haerin no parecía muy interesada en generar un lazo cercano con el alfa, y por parte de Kangsan, era difícil de saber. Es decir, cuando iban a verlo, era paternal (o fingía serlo) y trataba de jugar con la bebé, sin embargo, tampoco es como si se interesara el resto de la semana. No la llamaba ni se aparecía por el hogar de Lisa, y por lo mismo, el lazo que podía generar con la cachorra era mínimo.

Sin embargo, eso tampoco quitaba que la mediadora tuviera que actuar. Ni a Lisa y Jennie les sorprendió que, pasados esos dos meses, la mujer dictara que era momento de que la bebé estuviera a solas con Kangsan (y ella, mientras). Lisa ya no tenía por qué quedarse con ellos, considerando que ya le había enseñado suficiente a Kangsan para cuidar de Haerin.

—Aun no es el momento —barboteó la omega al recibir la noticia.

—Claro que lo es —suspiró Naehwan—, has hecho un buen trabajo, Lalisa. Kangsan ya sabe muchas cosas.

No me refiero por Kangsan, quiso decir, sino a Haerin. Ella no está preparada.

Pero no contestó, sabiendo que no tomarían en cuenta esas palabras. Si bien Haerin no se veía interesada en el alfa, tampoco es como si le desagradara por completo. Es decir, no mientras Lisa estuviera a su alrededor. Ahora, Kangsan podía tomarla en brazos (aunque Haerin siempre miraba a mamá, como esperando su aprobación), y se dejaba alimentar por él. El problema real y más grave, pensaba Lisa, era que cada vez que ella desaparecía de la vista de su hija, Haerin empezaba a llorar sin consuelo alguno. Sólo la semana pasada, en la última visita, su cachorrita se encontraba pintando en su librito y Lisa decidió ir a comprar algo a un pequeño negocio que quedaba en frente. Se encontraba esperando el ascensor cuando el llanto de la bebé resonó en todo el piso, y trató de controlarse, bajando hacia recepción. Acababa de salir del edificio y recibió la llamada desesperada de Kangsan de que se devolviera, porque no podía consolar a Haerin.

Se devolvió deprimida a su hogar, pues recibió la llamada al encontrarse en la universidad. La felicidad que había experimentado horas atrás, al contarle que la siguiente semana iniciaría su primera práctica en un jardín infantil, se desinfló por completo. Ahora sólo quería abrazar a su cachorrita y llenarla de amor.

Jennie ya estaba en casa, ya que esa tarde no debía trabajar y decidió irse temprano para cuidar de Haerin. La cena, por lo mismo, se encontraba preparada para el momento en que llegó, con la bebé jugando con Jennie a identificar animales.

—¡La muuuu! —exclamó Haerin cuando su padre le mostró el animal de plástico.

—Sí, pero su nombre, Hae —animó Jennie—. ¿Cómo se llama?

Los ojos de la niña revolotearon en la figura.

—¡Va-ca! —contestó, con el rostro un poco dudoso.

—¡Bien hecho, cachorrita! —felicitó la alfa, tomándola en brazos—. Qué inteligente eres, ¿no?

Haerin se rió y fue el momento en que Lisa apareció, tratando de fingir una cara despreocupada para no asustar a su hija. Ni siquiera se sentía capaz de darle la nueva noticia, pues tenía más que claro que a la niña le costaría entenderla, y si la comprendía, se pondría a llorar.

—¡Mamaaaaá! —chilló Haerin, contenta.

—Hola, bebé —saludó Jennie, poniéndose de pie con Hae en brazos y yendo a besar a Lisa—, ¿cómo te fue hoy?

Way back home | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora