Uno

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Pip sabía dónde vivían.

Todos los vecinos de Little Kilton lo sabían.

La casa era algo así como la mansión encantada de la ciudad, la gente aceleraba cuando pasaba por delante y cortaba sus conversaciones. En ocasiones, las pandillas de chavales que se dejaban caer por allí a la vuelta del colegio se retaban entre sí a acercarse corriendo y tocar la verja.

Pero quienes habitaban aquella casa encantada no eran fantasmas, sinotres personas tristes que intentaban continuar con sus vidas. No había lucesque se encendiesen y se apagasen solas, ni sillas que se cayesen al suelo sinque nadie las tocase; lo terrorífico de la casa eran las pintadas que decorabanlos muros, «escoria», y las ventanas rotas a pedradas. Pip no entendía que nose hubiesen mudado. No es que tuvieran que hacerlo, claro, no eran culpablesde nada. Pero no sabía cómo eran capaces de seguir allí.

Pip sabía unas cuantas cosas;

sabía que«hipopotomonstrosesquipedaliofobia» era el término técnico para el miedo alas palabras largas, o que los bebés nacían sin rótula; podía recitar las mejoresfrases de Platón y Catón sin equivocarse en una coma y sabía que existíanmás de cuatro mil clases de patata. Pero no sabía cómo la familia Singh eracapaz de permanecer aquí, en Kilton, bajo el peso de las miradas de asombro,de los comentarios susurrados pero que se oyen igual, de los educados saludosde los vecinos que ya nunca se convertían en conversaciones reales.Para colmo de sus males, la casa estaba muy cerca del instituto de LittleKilton, donde habían estudiado Andie Bell y Sal Singh, y adonde Pip volveríaen un par de semanas para cursar el último año, en cuanto el sol de agostodejara paso a septiembre.

Pip se detuvo y apoyó la mano en la verja, demostrando más valor que lamitad de los chavales de la ciudad. Con la mirada recorrió el camino quellevaba hasta la puerta de la casa. Aunque no eran más que unos cuantosmetros, para ella se abría un abismo entre el lugar donde se encontraba en esemomento y la puerta de entrada. A lo mejor era una mala idea, eso ya se le

Asesinato para principiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora