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Conocer a Park Dojun había sido un parte aguas en su vida. La primera vez que vio a ese hombre se sintió completamente atraído, no sabía si era gracias a las feromonas de alfa dominante que desprendía o simplemente que ese hombre era lo suficientemente atractivo como para dejarlo sin aliento. Las primeras miradas que compartieron fueron suficientes para que el azabache pensara que ese era el hombre que había esperado en toda su vida.

Después de esa primer encuentro le siguieron un par de citas más, para sorpresa de ambos individuos sus personalidades parecían lo suficientemente compatibles para poder llevar una conversación interesante por un par de horas, incluso olvidaba que aquel hombre frente a él en un futuro sería su esposo. Chowon era un omega inteligente y educado, incluso Park Dojun reconocía que si no estuvieran en la situación en la que se encontraban habría disfrutado plenamente una amistad con él, un Omega encantador sin duda, por un momento también pensó que quizás tenía algo de suerte de poder casarse con él, después de tanto tiempo de buscar cumplir su papel de alfa había encontrado a un buen prospecto para posar frente a la sociedad y sus padres.

No pasó mucho para que la celebración del compromiso y la boda se llevarán a cabo, como era de esperarse ambas familias estaban más que felices de que hubieran consumado el matrimonio. Park Dojun, tercer hijo del grupo Seon, Ceo de una gran compañía había contraído matrimonio con Lee Chowon el hijo menor de la familia Lee. Alfa y Omega, La pareja perfecta; eso era lo que rezaban los encabezados de las notas durante un tiempo.

Chowon también estaba contento, por primera vez en su vida sentia que había hecho lo correcto, no quería demostrarlo pero el compromiso con Dojun le había traído más felicidad que todos los premios que había ganado en su carrera como violinista, incluso más felicidad que todos los logros que había acumulado a lo largo de su vida, se sentía por fin en un buen camino. Su familia también parecía complacida, lo tomaban en cuenta, lo escuchaban y le reconocían.

Los primeros meses de su matrimonio fueron algo que nunca pudo haber esperado, la familia de su marido lo había recibido con los brazos abiertos e incluso pudo aprender sobre la calidez familiar que le ofrecían sus suegros, se sintió realizado, en ese punto ni si quiera le importaba abandonar su carrera emergente como violinista y simplemente dedicarse a ser un Omega de casa, tener a sus hijos y criarlos bien, si lo pensaba detenidamente no sonaba mal. Tendría la paz que siempre había esperado, incluso si eso significaba abandonar todo lo que le definía como persona, después de todo ahora era el esposo de Park Dojun y nada más.

Sin embargo, como todo en la vida, lo que sube tiene que bajar y para Lee Chowon después de encontrarse a si mismo en el cielo después de la celebración de su matrimonio el golpe de la caída hacia una realidad inevitable termino por destruir su psique y las pocas esperanzas que tenía en su vida de manera gradual, no se dió cuenta ante las pequeñas señales, estaba demasiado inmerso en aquel cuento que se había inventado que no le importó cuando Dojun comenzó a dar astibos de que algo quizás no iba bien entre ellos.

Claramente al inicio nunca notó algún comportamiento que distara de la personalidad que le había mostrado el hombre aquellas primeras veces que se encontraron, Dojun seguía siendo un caballero, desde el primer día lo trato como un esposo apropiado, desde lo que ambos disfrutaron entre las sábanas en la noche de bodas, donde lo había llenado de caricias y palabras amorosas, después que se mudaron la casa que había sido cortesía de los padres de Dojun quienes les deseaban más que felicidad, incluso en ese momento el alfa se había mantenido con esa preciosa actitud de la que Chowon había quedado más que enamorado.

Habían momentos que pasaban juntos, agradables por su puesto, Chowon acompañaba a su marido a las reuniones y fiestas importantes a las que este último era invitado y nada le complacía más que presentarse como el esposo omega de Park Dojun, los comentarios que los demás hacían hacia ellos, alardeando sobre lo bien que se veían juntos, sobre lo afortunado que había sido Park por poder despojar a un omega tan encantador y por supuesto preguntando cuando sería que tendrían a su primer niño. El Omega no podía evitar reír, él también estaba emocionado por aquella posibilidad, un niño de él y Dojun seguramente sería la criatura más hermosa, pensaba en que momento tendría la oportunidad de engendrar una criatura y como sería criarla a un lado de aquel hombre tan bueno.

En casa igual podrían tener momentos  íntimos con su alfa, donde pasaban una tarde platicando sobre temas triviales, bebiendo té e incluso intercambiando palabras amables.

—Dime Dojun, ¿Qué tenías en mente la primera vez que me viste? ¿Pensaste que era bonito?

—Eras la persona más hermosa... que jamás había visto.

Aquellos pequeños momentos se clavaban en su mente, si era así no habría razón para que algo saliera mal, era perfecto.

Entonces, ¿Por qué..?

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