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Chowon había aprendido a lo largo de su existencia que a veces equivocarse era uno de los peores castigos que podían existir, después de tantas experiencias, tantas personas que conoció y tantos errores que cometió había aprendido de mala manera que cualquier cosa que él hiciera lo perseguirá por el resto de su existencia como un grillete sobre sus tobillos.

Había sido despreciado gran parte de su vida pero aquello salió de su control cuando tontamente pensó que todo ese dolor que él había experimentado le daba el derecho a convertirse en la pesadilla de muchas personas, fué inmaduro, tonto y egoísta en tantas ocasiones que simplemente se avergonzaba de aquellos momentos en lo que se había dejado llevar por el rencor que tenía con la vida misma y había cometido acciones que si no fuera por el dinero que poseía el simplemente estaría encerrado tras las rejas o internado en un maldito psiquiátrico.

Si, al final él no era tan diferente a aquellas personas que cumplían alguna condena o pasaba sus días en el hospital, quizás solo tenía dinero pero su cabeza estaba más llena de mierda de lo que le gustaba admitir.

Estaba acostumbrado a los pensamientos asquerosos, aunque aún había momentos en los que deseaba paz, momentos en los que incluso consideraba pasar una bala por su cráneo para calmar aquellas voces que lo perturbaban durante las noches de insomnio, para Chowon a veces era difícil reconocer cuáles pensamientos eran suyos y cuáles no, la voces que taladraban su mente se repetian como si fueran parte de un disco descompuesto, reclamos, súplicas, gritos que aunque quisiera no podía ignorar.

Se arrepentía profundamente de las decisiones que había tomado, estaba consciente de que él no era una víctima perse, había actuado por cuenta propia y había sido cruel con personas que no tenían la culpa de nada. Quien sabe cómo se sentían aquellos que habían sido víctimas de su maldito temperamento, que cuando lo analizaba a veces consideraba justo lo que le ocurría, quizás solo estaba pagando su karma.

Una de esas tanta noches en la que sus ojos no podían cerrarse pensó que no quería desperdiciar aquella noche dando vueltas en su cama hasta que el sol apareciera a primera hora de la mañana, ya era suficiente con sentirse miserable, no añoraba otra noche de pensamientos que solo servían para martirizarse más.

Antes de que se sumergiera en su propia miseria Chowon salió de entre las sábanas, se deshizo del calor agobiante que le proporcionaba su cama y se levantó dispuesto a deshacerse de aquella tristeza que le carcomia el pecho.

Iría a beber.

Conocía bastantes bares por la zona, sin embargo, después de su ruptura con Yoo Kyungsoo había decidió alejarse completamente de aquellos lugares que sabía que frecuentaba, fué difícil al principio sin embargo después de mudarse ahora podía conocer sus alrededores mejor, además conocía un par de establecimientos donde podía pasar una buena noche. Realmente no le importaba ya, solo quería tener un poco de alcohol en su sistema para no pensar en aquella vida tan destrozada que llevaba.

Llegó a uno de los bares que se encontraban en las afueras de la ciudad, como todo el barrio, este era bastante lujoso además que exclusivo para alfas y omegas.

Pidió un trago, algo fuerte, aún si el sabía que no era bueno con el alcohol además que aún se seguía medicando, se preguntaba si pasaría algo solo un día rompiendo su estado de sobriedad, realmente necesitaba un respiro y nada mejor que un whisky para aligerar su pesado corazón.

Chowon tomó su lugar en una de las mesas más alejadas, no quería estar con más personas y la barra estaba llena de aquellos alfas asquerosos que buscaban tener una aventura de una sola noche, y el ya no estaba para eso, ya no.

Se sentó en silencio, mirando la bebida tomando pequeños sorbos, primero uno, dos, entonces pidió un licor más fuerte y perdió la cuenta de cuando había bebido, cuando menos se lo esperó se vió a mi mismo con la frente recargada sobre la mesa, sintiendo sus párpados pesados, la mente colapsada y afortunadamente el corazón un poco menos dolido.

Pensó entonces que era una bendición poder estar ebrio. Al menos esa noche no sería presa de aquellos pensamientos oscuros, estaba a salvo.

Su noche se consumió casi tan rápido como las mismas botellas, había pasado quien sabe cuánto tiempo, sintió que era hora de marcharse, aún estaba ebrio sin embargo aún tenía la suficiente cabeza para manejar, era mejor regresar ahora antes de que tuviera que quedarse en algún hotel aledaño, se reincorporo sobre la mesa y miro el cristal de la bebida que había dejado a medio tomar, entonces pensó por un buen rato, sus ojos cerrados sobre la fría mesa trataban de encontrar algún pensamiento coherente que quedara en su cabeza, y mientras estaba ocupado tratando de reorganizar su mente, no si quiera se dió cuenta de una presencia ajena que se había acercado a él, al inicio no le interesó en lo absoluto sin embargo una fragancia terriblemente familiar lo puso alerta.

—¿Esta bien si te acompaño esta noche?

Esa voz profunda irrumpió su letargo, se reincorporo inmediatamente y ambos ojos celestes parpadearon en un momento para recuperar la lucidez y cuando estuvo más cuerdo su rostro se movió con una mueca marcada de disgusto mirando hacia arriba con el propósito de rechazar al dueño de aquellas palabras, pero su corazón se detuvo en aquel momento y sintió como si su estado de ebriedad se hubiera esfumado cuando realizó aquella acción.

No dijo nada, su mano se aferró al vaso de vidrio que estaba sobre la mesa y lo apretó con fuerza, quiso entonces desviar la mirada sin saber que hacer, ¿Realmente tenía tan mala suerte? ¿Tenía que ser así y encontrarse con la peor persona en la peor de las noches de su existencia? Se preguntó. Chowon tosió un poco aclarando la garganta mermada por el alcohol que había quemado y volvió a mirar al hombre.

—Ha pasado mucho tiempo... no pensaba verlo por aquí.

Su voz fue por más distante, su mirada trataba de ser firme pero en su pecho sintió como si lo hubieran asfixiado, trato de controlar la dificultad de respirar pero se mantuvo sereno, al menos eso quería pensar mientras hacía un ademán con su mano.

—Señor Park Dojun.

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