McKenzie Elder
—No voy a quedarme aquí —decido, enfadada con él.
No, no estoy enojada; estoy dolida por su actitud.
—Solo serán unos días, luego haz lo que se te plazca —promete, intentando conseguir que cambie de opinión.
Lo miro, impactada por su falta de tacto, y me acerco divertida hacia él. Sonrio sin humor y me mira sorprendido cuando le planto un beso en los labios y vuelvo a mi lugar.
—No seas imbécil —sonrio.
—Te lo estoy diciendo en serio, McKenzie. ¡Dormiré en el sillón si no quieres compartir el cuarto!
A Aser no le queda otra opción más que proponerme aquello. Pero no voy a aceptar, sé cómo va a terminar y no es correcto seguir ilusionándome así.
—Esto es culpa de mi hermana... —maldigo en voz baja y me doy la vuelta, apresurada por salir de la cabaña cuanto antes.
Me resisto a la tentación de quedarme con él y salgo hasta el exterior. Logro salir corriendo hasta el bosque más cercano y me detengo al sentir mis piernas arder. Me siento en un tronco y, al darme cuenta de la situación en la que estoy metida, siento como las lágrimas comienzan a mojar mis mejillas rápidamente.
Lanzo mi bolso hacia unos árboles y comienzo a llorar con ganas. Cuando logro calmarme y seco mis lágrimas, noto que alguien ha estado siguiéndome.
—¿Por qué no quieres verme...?
En su mirada noto mucha tristeza, pero no logra conmoverme en lo absoluto. Estoy muy dañada como para preocuparme de no herirlo a él.
—¿Es que eres idiota? —inquiero, sorbiendo mi nariz.
Se sienta a mi lado, a una distancia prudente, y me mira, esperando a que le conteste.
—Aser —al decir su nombre siento una punzada en el estómago—, eras el único que podía dañarme de esa manera. Y literalmente lo hiciste. ¿Cómo pudiste hacerlo...?
—Perdóname Mack.
Desvió la mirada al darme cuenta que voy a volver a llorar. No quiero hacerlo enfrente de él.
—¿Crees que con un perdón vas a sanar toda la inseguridad que dejaste en mí? —me duele tener que decírselo de esa manera tan fría.
Siento como todo a mi alrededor se derrumba y yo estoy en el medio sin saber qué hacer.
—Solo... no quiero que te vayas de nuevo —siento que me atraganto con mis palabras. Me cansé de finjir que he superado todo lo que ha pasado. Estoy jodidamente harta de eso.
Él se acerca más a mí y con la llema de su dedo índice quita una pequeña lágrima que caía suavemente por mi rostro. Luego acomoda un mechón de mi cabello detrás de mi oreja para verme mejor, y no me quejo de ello.
—No me voy a ir nunca más si me lo pides...
Sus brazos se abren a mí y me acerco lo suficiente para abrazarlo. Al mirarlo de reojo noto como sonríe sinceramente, y es ahí cuando me doy cuenta de que sin esa sonrisita traviesa, no sentiría ni una pizca de paz en mi vida.
Y eso es lo que me hace sonreír a mi también, a pesar del dolor que significaría volver a tenerlo en mi vida.
"No puedes ser fuerte con alguien que es tu debilidad".
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La Paz de Su Sonrisa
Teen Fiction«Lo irónico del dolor es que quieres que te consuele quien te lastimó». *** -Quizás no soy el amor de tu vida, pero en ese caso, confúndeme con él -su mirada se desvía. -Si no fueras el amor de mi vida, ¿crees que hubiera seguido intentando mantener...