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Desperté sintiendo una molestia, algunos rayos de luz habían logrado filtrarse por mi ventana

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Desperté sintiendo una molestia, algunos rayos de luz habían logrado filtrarse por mi ventana. Por la iluminación que había fuera podía saber que ya era más tarde.

De un golpe me pare arrojando por el aire las sábanas que me cubrían, comencé a buscar ropa para entrar a darme un baño, pero a penas ponerme de pie, sentí un gran dolor en todo el cuerpo, estaba claro que la lluvia de anoche era la responsable de mi malestar. Entre al baño y miré mi reflejó, mi rostro tenía un color pálido, los ojos los tenia rojos e hinchados, tomé mi temperatura y parecía que tenía algo de fiebre.

Me quede pensado en que era lo mejor, si ir a la universidad o quedarme en casa a descansar. Pero casi de inmediato recordé las palabras de mi madre, “el deber es primero”. Si me quedaba aquí era obvio que no descansaría, así que tomé mi mochila y baje hasta la cocina para poder tomar algo.

—Vaya! Hasta que se despertó la princesa —el olor a alcohol, estaba por toda la sala, así que era fácil adivinar que había hecho, toda la noche.

—Buenos días —intenté fingir una sonrisa—. A noche tuve mucho trabajó, pero ya me voy.

—Y mi desayunó? —gritó.

Estaba tan tomado él estúpido, que estuvo a punto de caer al suelo, viendo esta escena prefería ir a la universidad y a trabajar; que pasar un minuto en casa con él.

En el refri ahí comida para calentar —respondí esperando que me dejara en paz.

—O la calientas tu, o voy a levantar a la inservible de tu madre.

Apenas escuché cómo llamaba a mi madre y sentí que toda la sangre me hervía; en el fondo deseaba ser otra persona para poder una bala en su cabeza. Lo odiaba con todo mi ser, pero siempre fingía e intentaba hacer un esfuerzo soportando su actitud, ya que mi madre tenía esperanza en que algún día cambiaría.

Siempre pensaba de esa manera de todas las personas, por eso tenía tanto miedo de las personas de fuera, ya que decía que ellos traían problemas, el pueblo aún conservaba algo de tranquilidad pero de vez en cuándo se escuchaban rumores de gente vendiendo droga, armas y hasta servicios ofrecían.

Mi madre decía que mi padre había entrado a cosas malas y que eso lo había llevado a la muerte. Mis padres eran jóvenes cuando yo llegué a sus vidas, mi madre me contaba que mi padre me amo desde el momento en el que se entero de la noticia, se la llevo a vivir aún lugar cómodo y siempre se aseguraba de nuestra salud. Pero tristemente cuando estaba por cumplir un año, la desesperación lo llevó a elegir el camino que lo llevó a su muerte, a sus veintiséis años dejó este mundo. Mi madre tuvo que sacarme adelante sola, ya que la familia de mi padre no quería saber nada de mí.


Sin embargo a los años conoció a mi actual padrastro y quedó tan enamorada de él que parecía no importarle cómo la trataba. Nunca la había llegado a golpear, pero para mi era suficiente con ver que era un maldito aprovechado, no tenía un trabajo porqué según el nunca le hablaban de las entrevistas.

—Ya esta! —acomodé la mesa para que pudiera desayunar sin hacer más problemas.

—Vaya! —sus aplausos y sus gritos celebrando eran bastante incómodos—. Hasta que alguien puede hacer algo en esta casa.

—Me tengo que ir ya, puedes llevarle el desayuno a mi madre —deje la bandeja preparada cerca de la escalera y tomé mis cosas para poder salir de una vez.

—No tengo otra opción.

No quise pelear y salí. Si algo amaba en estos momentos era la música, creo que era lo único que me contenía de pensar cosas negativas. A pesar de cómo era mi vida tenía una pequeña esperanza en sobre salir algún día y poder darle la vida que se merecía mi madre.

Al llegar a la universidad me baje con un dolor punzante en todo mi cuerpo, pues el fuerte frío había dejado demasiado rojas mis manos y cara. Con cada movimiento que hacía mi piel ardía demasiado, no me quedó de otra que ignorar ese dolor y subir corriendo al salón.

Durante el caminó sentí varias miradas, algunos de esta universidad me habían invitado a desayunar juntos, algunos otros pedían mi número de celular por lo que siempre salía corriendo del lugar, no era muy buena para hablar con gente nueva. Desde que ingrese aquí me he dedicado a poner los ojos en mi meta de terminar mis estudios, creo que por eso nunca vi la posibilidad de hacer amistad con nadie.

Al llegar a mi salón reconocí a algunos de mis compañeros, el profesor aun no había llegado así que solo me senté en silenció escuchando mi música.

Hola Elena.

Alguien detrás de mí, me había quitado los audífonos. Al girarme si que me sorprendió ver quien era.

—Hola Marlon.

—Qué escuchas?

Odiaba con todo mi corazón que me arrebatarán las cosas, sin embargo a pesar de no conocernos muy bien, nunca me había molestado; comparándolo con su novia, el era un chico dulce.

—Dudo mucho que mi música te guste —le pase apenada los audífonos.

—Cómo sabes que no?

—Tengo un presentimiento.

Le puse play a la música y espere a ver la expresión de su rostro. La canción que estaba reproduciéndose en ese instante era "Formula" de Labrinth; mis gustos no eran tan estrictos, siempre estaba abierta a escuchar géneros nuevos.

—Es una buena canción.

No faltó preguntar si le había gustado, con ver su expresión me fue suficiente.

—Te dije que no te gustaría.

—No es eso, solo que no son mis gustos.

El profesor entró y todos guardamos silencio.

Al salir por fin de las clases, sentí un escalofrío que no sabía si era por el clima o porque me estaba sintiendo mal. Me tomé unos minutos para decidir si regresar a casa o ir a trabajar, sentía que mi estado empeoraba y si tenía que pensar en el estúpido de Aarón mi cabeza terminaría explotando.

Estuve a punto de dar marcha para ir a casa, pero creo que ahí estaba alguien. No solo me daba dolor de cabeza, si no que provocaba que sintiera una fuerte ansiedad y si tenía que soportar a un estúpido más, prefiero a Aarón.

La carretera estaba vacía, lo que me daba más tranquilidad para manejarla. El sonido de las hojas cayendo en el suelo era algo relajante, era sorprendente ver las maravillas que hacía la naturaleza, como las hermosas hojas decoraban todo el pavimento y cada rincón que estuviera a su alcance, la temporada de otoño era una de las más bonitas.

El sonido de llamada de mi celular me obligó a parar para contestar.

—Hola.

—Hija, cómo estás?

Escuchar su dulce voz para mi era la mejor música.

—Mamá tienes que descansar.

La salud de mi madre había empeorado con el paso de los días, su depresión había comenzado casi después de la muerte de mi padre. Mi motivo para salir adelante era poder darle la vida que ella se merecía, sin importar lo que tuviera que hacer.

—Sólo quería saber si estabas bien, ayer llegaste muy noche y estaba lloviendo.

—Mamá tu no te preocupes, sí?.

Al ver la hora de reojo subí a la bicicleta, no era la primera vez que manejaba la bicicleta con una mano.

—Mamá solo acuéstate sí? Si desayunaste verdad?

—A penas me voy a levantar hacer algo.

—Mamá yo te deje preparado el desayuno.

—Ya sabes como es él, talvez se le olvido.

—A ese que se le va a olvidar.

—Hija a pesar de cómo estoy, aún puedo hacer muchas cosas por mi misma.

—El único problema que tengo, es saber por qué sigues con Félix? Dudo que mi padre te tratara de esa forma.

—Ay hija, si tu supieras las cosas talvez seria más fácil.

—Saber que madre? Que Félix es un imbécil.

—Señorita esa boca!

—Lo siento! Bueno será mejor que te cuelgue, no creo que quieras escuchar lo que esta boca quiere decir.

—Te amo cariño.

—Yo te amo más.

Apenas colgué la llamada libere mis pensamientos. No sabía si odiaba más a la familia de mi padre o a mi padrastro, talvez la verdad que quería decir mi madre era que después de todo lo que había pasado, el sentir un poco de afecto la hacía sentir se mejor.

Al volver a mirar el reloj me di cuenta que decía 13:13, lo que me obligó a pensar en una vieja amiga de mi mamá que creía en cosas así. Aún podía recordar lo que significaba algunas cosas, como por ejemplo que la hora que estaba viendo era algo cómo, "necesitas un cambio en tu vida" ,el cambio era o llevarme de esa casa a mi madre o cambiar de ruta porque esta calle estaba tan fea.

Hasta el día de hoy a mis 20 años no sabia en que creía, era más de, "puedes tener lo que quieres si te esfuerzas", talvez por eso era así.

—El día que me saque la lotería con el número 225357 empezaré a creer en algo.

Una basura entró a mi ojo y cómo si hubiera hecho enojar al universo me caí dándome un buen golpe contra el suelo. Mis rodillas me ardían, un golpe en tiempo de frío era lo peor que te podía pasar, por suerte mi bicicleta parecía estar bien, así que intente levantarme, pero el destino parecía tan enojado conmigo que detrás de mí venía una moto, solo podía esperar que pasara de largo. Para empeorar la situación la moto comenzó a bajar la velocidad, por el casco no podía ver si lo conocía.

Elena estás bien?

Para mi suerte era Marlon, no me sorprendió verlo en esta carretera tan fea, ya que esta era la que conectaba con la ciudad.

—Sí, no me pasó nada.

—Déjame ayudarte —bajo de su moto y se acerco a mí.

—No, no es necesario —me negué moviendo las manos.

—Elena estas sangrando de la rodilla.

Era la segunda vez que me lastimaba en mi único medio de transporte, por suerte esta vez fue culpa de que la calle estuviera en mal estado. Al final termine por aceptar, Marlon se encargo de sujetar mi bicicleta y prometió que me llevaría hasta donde trabajaba.

Durante el camino me había preguntado mil veces que si me sentía bien, incluso me pidió que lo acompañará al doctor; la gente de dinero parecía ir al doctor hasta por un rasguño.

Al llegar se bajo corriendo, creí que me ayudaría pero desapareció y termine por soltar la bici sola. Antes de entrar escuché que venía corriendo y me dio una curita que graciosamente tenia el diseño de Batman.

—Fue lo único que logre encontrar.

—Descuida, tienes suerte que sea mi personaje favorito de DC.

—Estás segura que no necesitas ir a que te revisen?

—Estoy segura Marlon, gracias por todo.

—Me hubiera gustado hacer más.

—Hoy hiciste más de lo que nadie ha hecho por mí, bueno a excepción de mi madre.

—Cómo sigue ella?


Casi había olvidado qué en un trabajo en parejas habíamos hablado, por error había comentado cosas personales de mi vida pero ese día me sentía tan agotada que desahogarme con el no fue tan malo de lo que yo había pensado.
 
—Está mejor que antes.

—Me da gusto saber eso, dile que le mando un fuerte abrazo.

—Se lo diré.


Marlon subió a su moto y continuó su camino, aun le falta mucho por recorrer para llegar a la ciudad. Mi atención en el se esfumo al ver los autos que tenía enfrente de mí, me gustaban mucho los autos de este estilo, mi madre decía que tenía gustos similares a los de mi padre.

De los autos bajaron los mismos hombres de anoche, si que podía confirmar que eran personar importantes. Me quedé esperando al quinto pero este no apareció.

—Parece qué el otro no vendrá a la reunión de los hombres de negro.

—De hecho el otro si vendrá a esa reunión.







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