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Apenas transcurrieron unos cuantos días desde el efímero encuentro de nuestros dos protagonistas.

Morow, inmerso en la oscura sinfonía de la ciudad, perpetraba actos de exquisita crueldad, deleitándose en la extinción de vidas por el puro regocijo que ello le proporcionaba. La insipidez de sus víctimas apenas rozaba la superficie de su insaciable deseo.

Deslizándose por los callejones de la apatía, anhelaba ansiosamente el día en que una oportunidad digna de su habilidad emergiera, un duelo sublime con el líder de Las Arañas, el misterioso Chrollo Lucifer. El hastío se apoderaba de él, y la expectativa de un desafío a su altura se convertía en la única melodía que embriagaba su mente sedienta de emoción.

De improvisto, su atención fue dirigida a un mensaje de texto que le acababa de llegar.

Hisoka, acude de inmediato a mi mansión.

Entra de la siguiente manera (...)

¿Oh? Interesante. No esperaba una petición de esa índole tan rápido ★, pensó.

Voy en camino ♥

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Cinco interminables horas deslizaban su letargo, y el pelirrojo, morador de la impaciencia, se lamentaba de la lejanía que lo separaba de la morada del joven. Aunque ostentara la venerada licencia de cazador y la prominencia de ser Hisoka Morow, el camino a recorrer no cedía ante sus ansias con la velocidad que anhelaba.

La emoción palpitaba en su ser, pues la inesperada invitación del joven lo había tomado por sorpresa. La celeridad con la que aquel individuo estaba dispuesto a repetir los acontecimientos previos resultaba intrigante. No obstante, en el trayecto hacia el lugar designado, el pelirrojo se había abstenido de tejear fantasías sobre los posibles escenarios, prefiriendo que la realidad misma colmara su ser.

Finalmente, con discreción, traspasó los umbrales de la residencia, siguiendo el pasadizo indicado por el joven, procurando el sigilo para evitar ser descubierto.

- Con permiso ♥ – anunció su entrada metiéndose en la alcoba del menor, la cual irrumpió con impaciencia.

Pudo visualizar al joven recostado en un sofá, leyendo apaciblemente un libro. Este último, al escuchar a su compañero se puso en pie de inmediato.

- Hisoka...

El aludido exudaba un fervor incendiario, su expresión retorcida en una siniestra sonrisa; los iris dorados destellaban con un fulgor desmesurado. Adelantándose con presteza, se despojó de las prendas que cubrían la parte superior de su cuerpo, mientras avanzaba con ferocidad hacia su contraparte de estatura inferior.

- ¿Por qué harías eso? - se mostró algo confundido. - Como sea, acuéstate - señaló su propia litera atrás de él.

- Oh querido , ¿te he mencionado que me encanta cuando eres así de dominante? - obedeció enseguida.

Repentinamente, el pelinegro se acostó encima de su colega, así sin más.

- ¿Eh? Ill no me digas que... ¿acaso quieres dormir? - el contrario negó con la cabeza. No va a ocultar que algo en su cuerpo había perdido totalmente la emoción ante aquella inesperada acción de su compañero.

Bajo el manto sombrío de la noche, el primogénito de la renombrada estirpe de asesinos encontraba un refugio inusual en los brazos de su vinculado. El pelinegro reposaba con serenidad sobre el pecho del mayor.

𝑴𝒓 𝒁𝒐𝒍𝒅𝒚𝒄𝒌 𝑴𝒐𝒓𝒐𝒘 | HisoilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora