dos

1.1K 89 24
                                    

La alarma inundó su habitación por tercera vez. Decidió volver a ignorarla y se dio la vuelta en su cama. Se había desacostumbrado a madrugar. Después de todo el verano, volver siempre se le hacía cuesta arriba. Durante las vacaciones seguía manteniendo contacto con sus amigos, siempre hacían algún viaje, se quedaba algunos días en sus casas para poder verse mínimo una semana, así que volver no marcaba tanto la diferencia porque los tres meses que estaba sin música los pasaba rodeado de ellos.
Aún así, adoraba ir a la orquesta. No podía estar más feliz ni más agradecido de poder considerarlo un trabajo, de poder vivir de lo que más le gustaba aunque no le permitiese tener unos gastos exagerados.
Aspiraba a más, pero el pensamiento de nunca abandonar Madrid ni su escuela de música no lo aterraba. Estaba contento con su posición, adoraba sentir que encajaba tan bien en un sitio en el que se sentía tan querido. Cinco años allí lo habían convertido en uno de los veteranos, uno de los más apreciados por Noemí, por sus compañeros. Uno de los más admirados. Para él era más que suficiente. Consciente de que pondría lo que ya consideraba su familia por encima de todo.
Llegar al auditorio y que todos lo mirasen con una sonrisa, que todos contasen con él cuando planeaban alguna salida aunque supiesen que ir de fiesta no era su fuerte. Pero, después de tanto tiempo, quería un nuevo incentivo. Algo que le devolviese la emoción, la adrenalina de conseguir subir un nuevo escalón. La pieza de fin de curso era su objetivo.
Iban a tocar en Manhattan, saliendo de Europa por primera vez para dar una función en el Radio City Music Hall en honor a Justin Hurwitz, quien también iba a estar de público. Recordó cuando Noemí decidió contárselo a él y sus amigos primero, ventajas de ser un veterano, y casi pudo sentir su corazón bombeando sangre más acelerado, el aire incapaz de entrar en sus pulmones bajo los gritos de emoción de sus amigos. Iba a ser un viaje de varios días, que Álvaro ya había descrito como "el mejor de sus vidas", y él no pudo estar más de acuerdo después de que todos lo animasen, convencidos de que el único solo de toda la pieza iba a llevar su nombre.
Era una oportunidad para destacar entre todos sus compañeros. Para darse a conocer. Para que nuevos productores y compositores supiesen de su existencia, contasen con él si alguna vez necesitaban algo. No quería abandonar la orquesta, pero agradecería un empujón de vez en cuando, un reconocimiento por su esfuerzo, y, escaparse por unos meses a trabajar en la composición de la banda sonora de una película no era una idea que sonase nada mal.
La emoción no le había dejado dormir apenas la noche anterior, y ahora le estaba pasando factura, incapaz de abrir los ojos por mucho que se los frotarse con las manos, en un desesperado intento de deshacerse del sueño.

–¡Martin! ¡O te das prisa o me voy sola!– Escuchó la voz de Ruslana en la lejanía. Gruñó escondiendo la cara en la almohada mientras escuchaba los pasos de su amiga aproximarse por el pasillo.– ¡Venga!– La pelirroja le subió las persianas y lo destapó sin previo aviso.

–¡Rus!– Se quejó en un gruñido, aún con la voz adormilada.

–Ni Rus ni pollas que llegamos tarde.

Había salido con los cordones de las zapatillas desatados, con un zumo en una mano y una magdalena en la otra, escuchando los gritos de la pelirroja que habrían despertado a más de un vecino.

–Mira que te avisé,– repetía.– Te conozco como si te hubiese parido, te dije que te acostases pronto y tú ni puto caso.– Martin hacía caso omiso, atándose los cordones como podía, haciendo malabares para no tirar su mochila ni su desayuno improvisado.– Siempre llegando tarde.

–Rus, relájate. Vamos a llegar. Y si no, Álvaro y Bea nos habrán guardado un sitio. O Chiara. Chiara seguro.– Su amiga bufó, mirándolo incrédula. Estaba más que claro que Chiara también iba a llegar tarde, y Álvaro y Bea solían ser los últimos en sentarse, siempre hablando con cualquiera que estuviese lo suficientemente despierto como para poder articular una frase con sentido.

anatomy of a fall - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora