Tom abrió los ojos con tristeza.
Ya era de día y sabía lo que eso conllevaba. Se acabó el estar a lado de su hermano. De dejar de tenerlo entre sus brazos. Se tenía que levantar y volver a su habitación antes de que los demás le pillasen durmiendo con su hermano.
Ese era el precio que tenían que pagar por su amor secreto. Nadie lo podía saber. Nunca lo comprenderían lo verían mal, como algo monstruoso, en contra de la realidad.
Pero ellos no lo ven así, lo veían como algo muy hermosos, lo mejor que les había podido pasar. Buscaban el amor desesperadamente cuando lo tenían tan cerca, tan a mano. Cuando se dieron cuenta no pudieron frenarlo y decidieron amarse de otra manera además de la de hermanos.
No quería hacerlo, pero empezó a levantarse, a alejarse del ser amado. Estaba plácidamente dormido en sus brazos, como siempre. Le gustaba tenerlo cerca, y a él le gustaba que le abrazasen, que le hicieran saber que no estaba solo y que nunca lo estaría.
Se separó lentamente de su cuerpo. No quería despertarle. Después de la segunda batalla, que por supuesto volvió a ganar, se había quedado dormido en sus brazos de lo cansado que estaba.
Salió de la cama y le se le quedó observando como se movía un poco en su busca, en busca del calor de su cuerpo. Pero no se despertó y él prefería que no lo hiciera. Si lo hacía no creía que fuera capaz de marcharse y dejarle en la cama sólo, como tanto le estaba costando hacer en esos momentos.
"Las despedidas siempre son muy tristes"—pensó con amargura mientras salía de una habitación rebosante de amor por las cuatro paredes.
Entró en la suya y miró su cama. Se tumbó en ella sin abrirla, pues ya eran las 8 y enseguida los demás comenzarían a levantarse para bajar a desayunar. Tenían que empezar el ensayo a las 9 si querían terminar pronto para poder ir a la fiesta que esa noche habría en el local de moda. Todavía no se lo ha dicho a su hermano y sabía lo que le iba a decir. Sabía que se enfadaría un poco pero luego le perdonaría. Nunca estaban peleados más de una hora.
Se dio la vuelta en la cama como si buscara algo y no lo encontrara. Sabía lo que era. Le estaba buscando a él. Pero su hermano no estaba a su lado y el se encontraba muy solo en su cama.
Resignado se levantó y fue al baño. Una buena ducha le ayudaría a despertarse del todo. Lo necesitaba. No quería pasarse el día entero soñando despierto con lo feliz que había sido esa mañana. Aunque sabe que nunca lo olvidaría.
Bill se despertó de nuevo pero no abrió los ojos. No quería ver la realidad. Que su hermano ya se había ido dejándole muy solo en esa cama tan grande.
Escuchó ruidos en el pasillo. Alguien se había tropezado con la mesa que había allí. Sabía quien había sido, pues lo hacía todas las mañanas como si no supiera que la maldita mesa siempre estaba ahí.
"Pobre Georg"— pensó entre risas—"Nunca aprenderá"
Decidido a no seguir más en la cama se levantó resignado a darse una ducha fría para que le enfriase la mente. Pero sólo la mente. No quería que su corazón se enfriara nunca más.
Bajó a la cocina tarareando por el camino. Se le había metido en la cabeza la canción In die nacht, por haberla estado cantándola en la ducha en voz demasiado alta para que su hermano la oyera, pues se la estaba dedicando a él.
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Muerte de una estrella
Misterio / SuspensoSólo sintió una pequeña punzada en el estómago que hizo que se llevara la mano a el. Cuando se la miró la tenía llena de sangre. Sentía que se estaba desmayando, dejándose caer contra la pared y resbalándose hasta el suelo. Allí se quedó tirado, des...