Apenas había entrado al pequeño apartamento toda la ansiedad se había apoderado de él, comenzando por esa extraña sensación en la boca del estómago y la opresión en su pecho que le hacía sentirse como si necesitara aire de más.
Debía tranquilizarse, lo sabía, pero aquella situación tan exageradamente espontánea ya le había dejado lo suficientemente descolocado como para poder pensar con claridad.
Inhalando mucho más aire del que debía para intentar mantener sus pensamientos en otra cosa que no fuera la situación en general, colgó su abrigo en el perchero que se encontraba justo después de la puerta de la entrada, sabiendo con toda seguridad que debía intentar sacar un tema de conversación aunque sea para aligerar un poco el extraño e incómodo ambiente que se había formado en esa pequeña habitación.
— Toma asiento si quieres —La voz de su anfitrión se escuchó desde la cocina. Su ya lamentable estado le estaba haciendo una mala jugada y fue hasta después de algunos segundos que contestó un simple y aburrido «Gracias» que se estuvo reprendiendo por un buen rato.
Quería hablar con él, quería conocerle, pero no sabía qué hacer para lograrlo.
Se sentó en un pequeño sofá que ajustaba perfectamente con el ambiente hogareño y un tanto melancólico que daba todo el apartamento. Le agradaba. Quedaba cual anillo al dedo con la persona que habitaba en él.
— Vaya nevada, ¿eh? —Soltó, sorprendido de la manera tan natural en la que habían salido sus palabras- En la mañana no se hubiera esperado que fuera necesario detener todos los trenes.
— Sí, el clima parecía el habitual... —William salió de la cocina con un par de tazas entre sus manos que parecían contener alguna clase de bebida caliente. Sin poder evitarlo, sintió como su emoción aumentaba cual niño pequeño, aunque desconocía la mayor parte de la razón de ello- Oh, lo siento, te he servido una taza de chocolate y ni siquiera sé si la quieres.
— No, está bien —Dijo de inmediato, sorprendiendo al otro chico y sorprendiéndose sobre todo a sí mismo—. Sí la quiero, gracias.
La situación, viese como se viese, no parecía ni de lejos una que se desarrollaría entre un par de desconocidos, pero ahí estaban: confiando el uno en el otro como si se conocieran de toda la vida, y eso les hacía sentirse bien.
— Disculpa, seguro te parecerá extraño que te haya ofrecido a quedarte; es solo que al ver que estabas por allí y que parecía que no tenías un lugar donde pasar la noche...
— Al contrario, estoy bastante agradecido —Sin darse cuenta, ya había sonreído tal y como la primera vez que le había visto; sintiéndose completamente avergonzado por ello de inmediato—. No sé dónde estaría ahora mismo si no me hubieras ofrecido quedarme aquí.
— No hay problema —Agitó las manos rápidamente, como si le estuviera restando importancia al asunto, pero ese gesto inmediatamente cambió a uno indeciso como si no supiera si preguntar lo que estaba pensando—. Y... eh, bueno... ¿Cómo te llamas?
— Tobias Wheaton —Soltó, casi en un suspiro. Otra vez le faltaba el aire.
¿Qué tanta presión ejercía en él esa situación como para que incluso se le olvidara respirar?
— Un gusto —Dijo William después de beber un sorbo de su taza de chocolate—. Yo soy William Brooks.
Por un momento tuvo el repentino impulso por decirle que sabía su nombre hacía bastantes meses, pero tomando en cuenta la naturaleza de su encuentro consideró que lo más prudente era nada más y nada menos que soltar un escueto «Mucho gusto». Pero de esa manera otra vez el ambiente entre ambos se había quedado en absoluto silencio.
— Y... ¿Hace mucho tiempo que vives aquí? —Preguntó de manera dubitativa y tuvo ganas de pegarse un golpe en la frente debido a la pregunta tan cliché que acababa de hacer.
— No demasiado... —William esbozó una leve sonrisa una vez que había tomado un sorbo de su chocolate—. Comencé a vivir aquí hace un poco más de ocho meses.
— Oh, entonces quizá es por eso que no te conocía...
— Eh... bueno... —El chico se llevó una mano a la nuca, a la vez que su sonrisa pasaba a ser una totalmente tímida— La verdad es que no salgo mucho de aquí, así que no he visto demasiado de por aquí.
— ¿Es eso? —Guardó silencio por algunos segundos, considerando todas y cada una de las palabras que estaba a punto de decir, determinándose por algunos segundos guardarlas en su interior, pero a final de cuentas estas habían terminado siendo mucho más fuertes que él— Si quieres algún día podemos dar un paseo por el pueblo. Hay algunos lugares bastante bonitos a pesar de tratarse de un sitio realmente pequeño. Podemos comenzar por el parque que no está muy lejos... Oh, pero sería necesario que el clima mejore, y...
Precisamente en ese instante se había dado cuenta que había hablado de más. Se había hecho esperanzas de más por toda esa situación que no había sido más que un buen gesto por parte del otro chico. No pudo hacer más que soltar una disculpa y bajar la mirada de nuevo hacía su taza de café.
Cuando había escuchado que la primera respuesta que había recibido por parte de William había sido una risa, se sintió terriblemente avergonzado, pero inmediatamente había levantado la vista para verle.
No se trataba de cualquier risa; era una de verdad. Una tan sincera como la sonrisa que había visto en su rostro la primera vez que le había visto.
— No, no hay problema —El chico dejó de reír de un segundo a otro, dejando solamente en la comisura de sus labios el rastro de lo que había pasado hace tan solo un momento—. Eso realmente me gustaría, de verdad. Muchas gracias.
Otra sonrisa apareció, descolocándole aún más de lo que ya estaba.
Exactamente en ese momento lo único que había pasado por su mente fue que había tomado una decisión: Haría todo lo posible por seguirle conociendo.
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Un solitario espectador (Gay).
RomanceWilliam es un columnista del periódico local que vive justo enfrente de una estación de trenes. Debido a su débil salud apenas sale de su apartamento, sin embargo, ha encontrado otras maneras para entretenerse en sus ratos libres. Tobias, en cambio...