numéro quatre

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Los días transcurrían y Jihyo hacía el mayor esfuerzo por interactuar con Sana, lo cual no era mucho, pues casi siempre eran puros saludos o despedidas, pero para la pelinegra era un gran avance

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Los días transcurrían y Jihyo hacía el mayor esfuerzo por interactuar con Sana, lo cual no era mucho, pues casi siempre eran puros saludos o despedidas, pero para la pelinegra era un gran avance.

Era viernes por la tarde y Jihyo iba a toda prisa hacia la sala de reuniones, había una junta de profesores y la pobre iba tarde.

Llegó y abrió la puerta abruptamente, llamando la atención de todos en la sala.

— ¡Jihyo, eres tan oportuna!— habló la directora con una gran sonrisa— Eres la afortunada que se encargara de la decoración del festival escolar este año.

—¿Eh?— dijo Jihyo confundida, recién llegaba y ya le habían echado encima la tediosa tarea del festival—¿Yo sola?— preguntó con ojos desesperados.

—Mhm, bueno, si algún otro maestro quiere, puede ayudarte— dijo la señora de edad media mirando a los presentes en la sala, pero estos desviaron la mirada.

—Yo puedo ayudar— dijo Sana después de unos largos segundos de silencio incómodo.

—¿Segura Sana? ¿No estas muy ocupada con tus clases?

—Sabré organizarme directora, además encargarse de las decoraciones debe ser pesado para una sola persona, te ayudaré con mucho gusto— dijo ahora viendo a la mayor y le regaló una radiante sonrisa.

Jihyo se sonrojo un poco y le intento sonreír de vuelta con algo de vergüenza.

—En ese caso, les encargo eso a las das, estoy segura de que todo saldrá bien, siéntate Jihyo, faltan más asuntos por discutir— la señora señaló el asiento vacío que estaba a lado de Sana.

La pelinegra asintió y en silencio se sentó.

¡qué emoción! Podré pasar mucho más tiempo con Jihyo haciendo las decoraciones.

Jihyo se sobresalto un poco al escuchar los pensamientos de Sana en su cabeza y volteó a ver su brazo, el cual estaba rozando con el de Sana que de igual forma estaba recargado sobre la mesa. La pelinegra retiro un poco su brazo, no quería escuchar los pensamientos de la menor de manera voluntaria, pues eso sería como una invasión a su privacidad.

La reunión duró alrededor de una hora y media, Jihyo se levantó de su silla y se estiró un poco.

—Oye, ¿te parece bien organizar lo de las decoraciones en mi casa?— ofreció la castaña. Jihyo no supo que decir— Es que, aquí nos tenemos que ir a cierta hora y no lo considero tan cómodo, ¿sabes? El café siempre está frío y bueno...— Sana desvió la mirada algo nerviosa.

—Bueno, sobre el café tienes razón— Ni siquiera sabía si el café estaba frío, a ella no le gustaba para nada— está bien si quieres que nos veamos en tu casa— trató de hablar un poco más alto, no quería que su timidez lo sobrepasara.

—Excelente— Sana volvió a sonreír— ¿Estás ocupada en este momento?

—Mhm... no

—¿Te gustaría que empecemos desde hoy?— preguntó la castaña con un brillo en sus ojos.

Cherry MagicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora