O2

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-Voy a casarme con Alicent.

Su voz resonó en la sala del consejo, al escucharla, el molesto diálogo que mantenían los miembros cesó casi de forma instantánea. Rhaenyra tomó aire y tras un fuerte apretón, dejó la jarra de vino en la mesa y se dió la vuelta, notando los ojos pesados de los Lores en ella. No se echó para atrás, se mantuvo firme aún cuando notó la mirada casi incrédula de su padre y la mirada fulminante de Otto Hightower.

-¿Qué dijiste, Rhaenyra? -la voz de Viserys sonó tensa, pero Rhaenyra no se intimidó.

-Dije que voy a casarme con Alicent.

-Eso lo escuché, lo que quiero saber es, ¿por qué quieres casarte con Alicent?

Entonces hubieras preguntado eso, pensó, se mordió la lengua para no soltar ese comentario y rodó internamente los ojos. Soltó un pesado suspiro, quizá tratando de darle más credibilidad a sus siguientes palabras.

-Porque la tomé anoche. No puedo... deshonrarla así como así e irme como si nada. Debo casarme con ella ahora.

Rhaenyra odió como sus propias palabras sonaron. Un deber. Alicent no era eso, tampoco lo que estaba haciendo. Rhaenyra sabía que su Alfa no veía a Alicent como una amiga, pero sus propios sentimientos hacia ella eran confusos. No negaría la atracción que sentía por ella, pero tampoco es como si se dejara llevar por eso, pues a Rhaenyra le atraían varías personas físicamente. Aún así, su relación con Alicent era... especial. No había otra forma de llamarlo. No podía considerarla una simple amiga, pero tampoco podía considerarla algo más, al menos no aún. Lo que si sabía con claridad, es que ahora mismo Alicent necesitaba su ayuda, incluso si no se la pedía, Rhaenyra supo fácilmente que lo último que Alicent quería era seducir a su padre. Estaba segura que Otto Hightower estaba detrás de eso, pero ya tendría tiempo para vengarse de aquel hombre, por ahora se consolaría con la cara de repulsión y enojo que adornaba su rostro y que ella tenía el gusto de presenciar.

Viserys soltó un prolongado suspiro y descansó su rostro en sus manos mientras pensaba que hacer con su hija. Amaba a Rhaenyra y era bien sabido que la mimaba con absolutamente todo, pero esta vez había cruzado la línea. Si lo que Rhaenyra dijo resultaba ser verdad, no tendría otra opción más que casarla con Alicent para no arruinar ni la vida de la chica ni su relación con Otto. Pero eso significaba tener que rechazar la idea de casarla con Laenor Velaryon (que iba a ser la opción de consuelo que le daría a lord Corlys Velaryon una vez rechazara la oferta de casarse con su hija Laena) y abrir una brecha entre ambas familias. Miró a Otto y notó como sus manos estaban cerradas en un puño, sus nudillos blancos delataban su enojo. Miró a sus lores y notó como lo miraban expectante. No sabía que hacer. Podría casar a su hija com Laenor y tratar de conseguir un matrimonio favorable para Alicent, pero eso sería casi imposible considerando que era la segunda hija de un segundo hijo y peor aún, estaba desflorada. Miró los ojos de su hija, notando el anhelo y la esperanza en ellos. Esos ojos violetas, tan similares a los de su preciada Aemma. Los suyos propios se llenaron de lágrimas ante el recuerdo y tuvo que bajar la mirada ñara calmarse. Tomó una decisión.

-Te casarás con Alicent Hightower. -Anunció Viserys, no notó como los puños de Otto se cerraban aún más, pero sí notó la felicidad en el rostro de su hija y supo que no se arrepentiría de esto-. Y lamento que se enteraran en estas circunstancias, mis lores, pero he tomado la decisión de no volver a casarme.

El jadeo de los miembros del Consejo llenó el silencio que dejaron esas palabras. Lord Corlys se llenó de indignación ante el evidente rechazo de Viserys a su hija Laena, pero no dijo nada, se mantuvo quieto en su sitio. Todo lo contrario a Otto Hightower.

-Si me permite, majestad...

Y antes de escuchar una respuesta, se retiró de la habitación. Viserys no pudo negarselo y sólo suspiró.

Miró a su hija, pero esta se encogió de hombros.

-Lamento tener que despedirlos así, mis lores, pero quisiera hablar con mi hija... a solas.

Los presentes allí entendieron la indirecta y se retiraron lo antes posible, quedando solo Rhaenyra y Viserys en la habitación tal como fue solicitado. El rey se levantó de su asiento y se paró frente a su hija.

-Rhaenyra, ¿qué ves cuando ves a los dragones?



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Otto Hightower buscaba a su hija por toda la Fortaleza Roja, sus pesados pasos acelerados resonaban en todo el castillo. Estaba molesto y eso era evidente.

La encontró en la biblioteca. Alicent estaba sentada mirando fijamente un libro de historia valyria cerrado, sus manos sobre su regazo estaban pintando de rojo su vestido a causa de la sangre que salía de las heridas de sus dedos. Heridas que ella misma se hacía, tal vez inconscientemente.

El golpe seco sobre la mesa la sacó de su ensoñación. Alicent levantó la mirada y se encontró con los ojos de su padre llenos de un silencioso enojo.

-Una sola cosa te pedí, Alicent -su voz no sonaba enojada, pero la carencía de emociones solo la asustaba más-. Una sola. Ni siquiera fuiste capaz de conseguir algo tan simple como meterte en la cama del rey. Te metiste en la de su hija en cambio. Dime Alicent, ¿de qué nos sirve eso?

Un "lo siento" se atascó en su lengua, pero Alicent se negó a decirlo.

-Rhaenyra es la heredera.

La furia aumentó en los ojos de Otto.

-No lo es. Es una mujer, una mujer jamás reinará. Viserys entrará en razón y volverá a casarse, tendrá un alfa varón. Cuando lo haga, ¿qué crees que pasará contigo? ¿crees que Rhaenyra seguirá siendo heredera después de eso?

El labio de Alicent tembló con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas que se negó a soltar. Se mantuvo firme ante su padre, tal y como Rhaenyra había hecho por ella (aún si ella todavía no sabía eso).

-No lo hará. El rey no volverá a casarse.

Otto cerró los ojos y respiró hondo para no golpear a su hija, no quería dejar una marca en su rostro, no ahora que estaba comprometida con Rhaenyra, no le convenía. Su mente comenzó a maquinar un nuevo plan ahora que Alicent arruinó el anterior. Intentaba buscar alguna ventaja en esta nueva unión y finalmente, su mente encontró una. Enderezó su postura y miró a su hija desde arriba. Aun que era un simple beta y no podía soltar feromonas, sabía que la estaba intimidando y eso era lo que buscaba. Necesitaba que siga al pie de la letra sus instrucciones para que este nuevo plan pueda funcionar y poner su sangre en el trono.

-Bien, entonces, te casarás con Rhaenyra, tal y como quieres. Si no te has acostado con ella, cosa que dudo porque la princesa se encargó de que todos los miembros del consejo sepan que te metiste en su cama anoche, lo harás lo antes posible. Le darás un alfa varón y yo me encargaré de que ese niño llegue al trono, incluso si tiene que pasar sobre Rhaenyra. ¿Quedó claro, Alicent?

Alicent lo miró con impotencia. Otto aflojó su postura y la abrazó con falsa suavidad, sientiendo a su hija temblar ante su toque.

-Sólo busco lo mejor para nuestra familia, ¿lo entiendes, hija mía?

Alicent se mordió fuertemente el labio, haciéndolo sangrar. El sabor metálico de su sangre inundó su boca y evitó que un sollozo se escape. Tomó aire por la nariz y rezó para que su voz no delatara la tristeza que su aroma soltaba.

-Lo entiendo, padre...

La torre del dragón  |  rhaenicentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora