Prométeme que no te vas a ir, quédate una noche más, solo esta noche. —decía a modo de súplica con la voz entrecortada—. Mañana te pediré lo mismo hasta que tengas que olvidar que te lo tengo que pedir y seas tú la que decida quedarse una noche más.
Pedir algo en medio de la noche, bajo las sábanas y después de un encuentro fortuito debería considerarse una amenaza difícil de esquivar, suplicar por una promesa en un momento tan vulnerable, era la fórmula perfecta para que uno de los dos se despidiera con el corazón roto, estaba claro que no sería yo.
-Por ahora aquí estoy, a tu lado, no me he ido, ¿no es suficiente?
-No, temo que lo hagas, que vuelvas a irte y me pase los días buscándote entre los rostros cotidianos, esperando que la vida tenga piedad por mí y nos cruce de vuelta, como hoy... Quédate una vez más, por favor, no tienes que huir de alguien que no te quiere dañar.
Aquí estaré cuando despiertes —dije, aun sabiendo que no sería así.- Tendrás mi olor en tus sábanas, el recuerdo de esta noche en tu cabeza, la calidez de mi cuerpo recostado a tu lado mientras lo abrazas. No me iré a menos que tú olvides lo que ha sucedido.
Mientras lo decía, acariciaba su cabello que caía suavemente sobre su rostro ruborizado y cansado. No faltaba mucho para que sus ojos claros se cerrarán para dar paso a un profundo sueño.
-No quiero una metáfora, te quiero a ti, Lena.
—Y aquí estoy, Aysel, aquí estoy ...
Mientras lo decía, su cuerpo se relajó, sus músculos dejaron de estar tensos y su respiración comenzó a ser tranquila y pausada; no podía dejar de mirar la paz que su rostro emanaba, como si hubiera creído mis palabras y estuviera seguro de que no volvería a escapar una vez más.
Pase un buen rato mirándolo dormir, fotografiando en mi memoria ese momento, ese cuarto de hotel en Italia, recordado el brillo en sus ojos cuando me miro en la Fontana di Trevi pidiendo un deseo, el deseo de encontrarme a mí misma para dejar de huir de quienes realmente me amaban pesé el desastre que soy, repitiendo una y otra vez en mi cabeza la calidez de sus besos y el fuego que me hacía sentir cada vez que acariciaba mi piel... Quería quedarme con esto, su imagen frente a mí, nuestra noche juntos, el encuentro perfecto que el destino organizó sin que él o yo hiciéramos el mínimo esfuerzo de volvernos a encontrar, solo siendo la casualidad la que nos juntó una vez más.
Si no me iba, lo llevaría al vacío junto conmigo, lo consumiría con las llamas de mi ser y no podía dañar el regalo más hermoso que la vida me había puesto frente a mí, huía del daño que podía hacerle al no saber dónde estaba mi lugar.
Me levanté suavemente de la cama para evitar despertarlo, tomé mi ropa del suelo y comencé a vestirme mientras me dejaba ser humana, vulnerable frente a él, aunque no me viera, dejando caer mis lágrimas llenas de miedo por no saber con certeza el porqué lo hacía, porque me iba del lugar y la persona que más feliz me hacía sentir.
Miré la libreta que estaba en la mesa de noche, la tomé junto con el lapicero y escribí con mano temblorosa. "Siempre estaré una noche más mientras me recuerdes".
Me dirigí a la puerta, la abrí con más cuidado del habitual, volteé una última vez para quedarme con el recuerdo de su rostro tranquilo, sin el corazón roto y, después de grabarme esa última imagen de él, salí del lugar, cerrando toda puerta de posibilidad consigo.
Caminé por el pasillo, abrazándome sin saber si lo hacía por el frío o porque inconscientemente me dolía retirarme. Cada paso que daba era una nueva pregunta en mi mente: ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me alejo de él? ¿Por qué no me permito ser feliz?
Las preguntas me abrumaban y el hueco en mi interior fue el grito desesperado de mi mente para darme cuenta de que no estaba en lo correcto, que lo quería a él, que no estaba rota, sino que era yo quien rompía cada posible rastro de felicidad en mi vida, por miedo... miedo que no tengo cuando estoy con él.
Me detuve en seco unos segundos mientras secaba mis lágrimas y me daba cuenta de que quería arder junto con él, fuera lo que fuera que eso significaba, lo quería a él y si nos habíamos encontrado kilómetros de distancia, en un lugar lleno de turistas, a kilómetros de casa, no era por simple casualidad, era algo más grande que él y yo no entendíamos, algo que el destino se puso a trabajar.
Me di media vuelta y salí corriendo en dirección a su habitación, me quedé aterrorizada frente la puerta antes de tocar, no sabía que hacer, mi corazón latía a mil por hora y justo cuando mi mano estaba por tocar, la puerta se abrió, su rostro era otro, lleno de lágrimas, pero con un brillo especial en sus ojos, lo que me hizo volver a llorar mientras podía ver el reflejo de su alma a través de su mirada.
-Una noche más y las que siguen.- dije con la voz en un hilo, Aysel dio un paso hacia mí y sin decir nada me tomó entre sus brazos y me besó como si no hubiera un mañana.
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Notas Secretas: Microrrelatos inspirados en canciones
Любовные романыNotas secretas es una recopilación de pequeñas historias que se han cruzado por mi mente al escuchar una canción. El secreto está en disfrutar la música acompañada de las letras y personajes que le dan vida a una nueva perspectiva de esas canciones...