𝟎𝟏

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El estrellato es un arma de doble filo.

Me restregué los ojos al escuchar por los altavoces del avión que estábamos a punto de aterrizar. Los abrí y me desperezé, preparando las cosas que habia dejado desperdigadas alrededor de mi asiento cama. Con las extremidades algo inútiles, agarré como pude el celular. Las 12 del mediodía. Llegamos más que puntuales. Eso, la verdad, me causaba mucha satisfacción.

Abrí la cámara del celular, encontrando a una Sara bastante demacrada. No solo el jetlag siempre me pega fuerte, también la falta de sueño. Y mamita, el poco sueño que vengo teniendo encima estos meses se nota a kilómetros.

No me malinterpreten, oportunidades como las que estoy teniendo últimamente se le dan a muy poca gente latinoamericana, especialmente a los que realmente nacimos y nos criamos en el tercer mundo y soñamos desde muy chicos. Esperé toda mi carrera algo así. Un papel que me impulsé en los Estados Unidos. Lo conseguí, y lo mejor de todo, es que me fue bien. La película tiene muy buenas reseñas, algunas hablando de mi performance, y estuve de acá para allá haciendo conferencias de prensa todos estos meses.
Bajo las escaleras del avión primera y sola, ya que mi equipo había reservado la enteridad de la primera clase. La verdad que lo debatí bastante con ellos, aún pienso que puedo ir sentada con dos personas más, ya que no tengo esa magnitud de fama todavía, pero ellos insistieron.
Me cuelgo la mochila de mano y por fin levanto un poco más mi cabeza. El aire de mi país, me embriaga con recuerdos y la sensación de que por fin estoy en casa. No en mi departamento en Manhattan. Algunas lágrimas amenazan con brotar, pero decido guardármelas para más tarde, cuando vea a mis familiares y amigos.

Unas horas más tarde, luego de que mi familia me viniera a buscar a Ezeiza, y me deleitara viendo la ciudad desde la ventana del auto, llegué a mi casa.
Tenía bastante hambre, así que me pedí unas empanadas, y me saqué una foto con la chica que me las entregó.
Estaba boludeando con mi celular (como de costumbre) cuando me llama Dalila, mi agente en los Estados Unidos, que era venezolana y de las únicas personas de mi equipo que genuinamente me caían bien.
—Tres horas desde que llegué a Buenos Aires y ya me arrancas a romper las bolas— bromeé como forma de saludo.
—Perdona cariño, sé que es tu descanso, pero me llegó una propuesta de A24. Quieren a gente sudamericana, en lo posible, para una comedia romántica.

¿A24? La concha de la madre. Si hiciera un top de las productoras que más me gustan, A24 quedaría inevitablemente primera. Gran parte de mis obras favoritas las hicieron ellos. Me permití reflexionar un momento y poner en una balanza mis dos situaciones.
—Mira Dali, yo quiero estar en paz algunas semanas por lo menos, con mis seres queridos, incluso si significa no estar en una producción de ese porte.
—Chamita.— Me dijo con su voz ronca, sarcásticamente. Me preguntaba que hora era allá. —Es que la idea es hacerla en Argentina y Uruguay. Quieren estructuras europeas, así que lo más probable Argentina. Lo más probable, Buenos Aires. Lo más probable, tú para protagonizarla.

Me mordí el labio. Ahora sí estaba difícil. Le di un sorbo a la Coca chica que me había pedido.

Bueno ya fue, la vida es una.

—¿Cuando empezaría la jodita?—

—¡Sí! Yo sabía que ibas a decir que sí. Tenías que decir que sí, en verdad, porque ya les había confirmado. Bueno ¡te mando el guión por correo! Y empiezas en dos semanas.
Me tengo que ir, chao Sarita.

Después de que Dalila cortó la llamada, impactada, me planteé si eso podría ser considerado incumplimiento del contrato. Le dí un ultimo mordisco a mis empanadas y decidí que no.

A la noche, me estaba preparando para ir a la casa de mis viejos a cenar. Caían todos mis familiares, a verme, así que tenía que estar preparada con una máscara waterproof para las lágrimas y un labial indeleble que resista los sanguchitos de pernil chorreados en mostaza.

Me volvió a sonar el celular. 'Dalila Agente' volvía a la carga.
—¿Sí, chama?— La imité.
—Me estoy quedando sin batería Sara, pero te lo tenía que contar. Enzo Vogrincic como tu co-star. Pero co-star me refiero al interés amoroso. El de la sociedad de la nieve. ¿Listo?
Mi cara entera se transfiguró mientras intentaba pronunciar —¿Dalila?..—
La llamada se volvió a cortar.

Enzo Vogrincic. Hasta me cuesta pronunciar su apellido.

Podría haber sido cualquiera.

Pero tuvo que ser él.

𝑾𝒊𝒍𝒅𝒆𝒔𝒕  → 𝑬𝒏𝒛𝒐 𝑽𝒐𝒈𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora