𝑁𝑖𝑛𝑒

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Hazel Potter

—Bien, jovenes, pueden empezar sus prácticas —anunció el profesor Slughorn.

Le puse mi nombre a la hoja y empecé a resolver las preguntas cuando agarré a Theodore viendo mi hoja.

—¡Hey! No porque no sepas nada sobre esto me copies—susurré, apartando mi hoja de su vista.

—No te estaba copiando —reprochó—. Es que tienes un error.

—¿Qué? ¿Dónde? —revisé mis respuestas.

—En tu nombre—volví mi vista a donde puse mi nombre—, tu apellido, señorita Nott.

—Idiota —murmuré y seguí respondiendo las preguntas.

—Solo digo, algún día lo serás, así que puedes ir poniéndolo.

—No gracias.

—Ella no pondrá eso, Nott —habló Draco, que al parecer estaba escuchando—. Y si tuviera que poner un apellido sería el mío, es MI novia, por si no te diste cuenta.

Yo me quedé callada, anotando las respuestas mientras escuchaba todo lo que decían.

—Cuídala, porque el nombre que grita es el mío —le guiñó el ojo.

Mierda...

Volteé a verlos y Draco no estaba feliz, parecía que quería contenerse. Estos dos se pelearán en cualquier momento.

No pasó nada más, lo que me extrañó, ya ese par no se podían ver ni en pintura. Y eso me daba un mal presentimiento.


Lo siguiente de la clase transcurrió con normalidad, lo malo fue apenas terminó en uno de los pasillos.

—¡Eres un hijo de puta, Nott! —escuché un grito, supe que venia de Draco.

Corrí a ver el montón de personas que estaban en una parte del pasillo. Y llegue para ver a Malfoy golpear a Nott.

Theodore sonrió y le devolvió el golpe, y así fue unos segundos, los dos se golpeaban y no paraban. Yo tenía que hacer algo, era por mi, por mi se estaban peleando y si un profesor los veía, iba a ser el fin de Slytherin en la copa de las casas.

Me abrí paso y caminé hacia Theodore y Draco.

—¡Paren ya, imbeciles! —les grité mientras me dirigía a ellos.

A los dos les sangraba la nariz y Draco tenía el ojo derecho morado, cuando me escucharon los dos pararon y me voltearon a ver.

—¡Los dos son unos idiotas que no les importa el impacto que causen en los demás! ¡Si les bajan más puntos no podremos ganar la copa de la casa, además de que la violencia no es la solución! —los dos estaban sin palabras y parados como si hubieran visto un fantasma—. ¡Es la última vez, y por eso me refiero a que terminamos, Draco! ¡Y tú, Theodore, no te me vuelvas a acercar!

Con todo eso dicho, salí de ahí, no quería verlos a ninguno.


[...]



Después de las clases, no fui a la sala común, fui a la Torre de Astronomía. No quería ver a nadie y estar ahí sola con el sonido de la naturaleza me iba a relajar.

Me quedé ahí casi toda la tarde, haciendo tarea y dibujando.

De la nada, escuché unos pasos, volteé mi vista y era Theodore.

—Necesito a alguien que me cure las heridas —murmuró—. No puedo ir a la enfermería así.

Me quedé viéndolo a los ojos, en ellos se reflejaba honestidad, así que le hice una seña para que se acercara. No quería ver a nadie, pero algo me decía que a él sí.

𝐃𝐚𝐲𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 ; Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora