𝐸𝑙𝑒𝑣𝑒𝑛

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Hazel Potter

—Theodore, ¿verdad o reto? —le preguntó Mattheo.

—Reto —contestó divertido Theo.

—Te reto a poner nerviosa a Hazel —dijo el menor de los Riddle.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

—Está bien —accedió Nott.

Mierda...

Se acercó a mi y me susurró al oído.

—¿Sabias algo? Te ves tan buena siempre, pero mientras gimes mi nombre pidiendo que vaya más rápido, esa es mi versión favorita de ti —susurró, y me guiñó el ojo.

Mi estómago dio vueltas y sentí que mis mejillas ardían, ¡mierda, lo consiguió!

—¿Por qué no te pasas de nuevo a la Torre? No estaría mal repetir lo de ayer —le susurré antes de que se fuera a su lugar.

—¿Qué dijeron?

—El reto era ponerla nerviosa y lo hice, no era decir lo que hice para que estuviera así —explicó Theodore.

—Bueno, Draco, ¿verdad o reto?

Después de un rato, acabó el juego, lo que se convirtió en "yo nunca nunca", a lo que yo no accedí. Ya que era si lo habíamos hecho teníamos que tomar. Para cuando ya los chicos estaban borrachos, nosotras los ayudamos a llegar a sus habitaciones, ya que Blaise insistió en que no necesitaba ayuda y se cayó cuando intentó subir las escaleras.

Yo estaba viendo para afuera de la sala común, no había mucho que ver, pues estaba bajo el lago negro, pero siempre se podía ver uno que otro pez y alguna criatura extraña. Para cuando ya todas iban subiendo las escaleras, yo volví mi cabeza para ayudar al que estuviera, se podrán imaginar quién era.

Era obvio que Pansy les dijo que no lo ayudaran.

—¿Sigue en pie lo de repetir lo de ayer? —preguntó, el aliento lo podía oler hasta Snape, apestaba.

—No, eso era una venganza —contesté, con cuidado de que no se cayera.

—¿A quién le importa? Te puse nerviosa y yo sí sigo pensando en que te ves genial cuando estás gimiendo mi nombre —comentó, haciendo que mis mejillas ardieran nuevamente.

Mierda, ¿por qué me pones así, Theodore Nott?

No va a pasar nada, primeramente porque no quiero mientras estés borracho —concluí.

—¿Y si no lo estuviera, lo harías?

—Depende, todavía me duelen las piernas.

—Que bien se siente saber que yo soy el que hace que te duelan.

—Bueno... la parte de que duelan no se siente bien.

—Pero sí en la que estoy dentro de ti.

Hasta borracho me hace sentir nerviosa...

Lo dejé acostado en la cama y fui a la bodega de la sala común donde habían kit médicos y saqué una pastilla para el dolor. Subí de nuevo con un vaso de agua y se la di. Él se había quitado la camisa y solo quedó con pantalón.

𝐃𝐚𝐲𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 ; Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora