02. Hogwarts

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Las primeras semanas fueron duras

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Las primeras semanas fueron duras.

Las extensas clases, los largos patrullajes y las pocas horas de sueño empezaban a afectar en el día a día de Aemma.

Los días eran tediosos y cansados; las noches lo eran más.

Aemma despertaba siempre a mitad de la noche, a la misma hora debido a la misma pesadilla. —Un hombre de rostro pálido y demacrado, de cabello rubio y cubierto de sangre, gritando por su ayuda mientras era sumergida por las profundidades del mar. — Siempre era lo mismo.

Esta vez no fue la excepción.

Aemma despertó sobresaltada a mitad de la madrugada, con su cuerpo bañado en sudor y la respiración acelerada. Se llevó su mano al pecho en un intento de calmar su respiración, mientras volteaba a ver la hora en uno de los relojes que se encontraba en la gran habitación.

Era muy temprano aún.

La platinada suspiro frustrada.

Sabiendo que no podría recuperar el sueño, se levantó con cuidado de la cama, e inspeccionó su alrededor; la luz era casi escasa y el resto de sus compañeras de cuarto dormían profundamente.

Aemma tomó su varita —que estaba en el mueble de lado de su cama— y caminó de puntillas hacia la puerta del cuarto, abriendola y atravesandola, cerrando con cuidado al salir.

Camino por el largo pasillo con dirección a la estancia principal.

La sala común de slytherin estaba absorta en un pacifico silencio, los cuadros mágicos que adornaban las paredes seguían dormidos aún y la única luz que habia era la de las velas mágicas al final del pasillo.

Cuando llegó, Aemma bajó por las escaleras de piedra. Al llegar al pie de estas. Observó con atención la sala común.

Los grandes ventanales que daban la vista directa de las profundidades del lago negro, los sillones de piel negros, las mesas y sofas al rededor de la chimenea que estaban vacios.

No había ningún alma ahí, a excepción de ella, claro; y de un chico.

No era mayor de 14 años, tenía la piel pálida, cabellera negra, perfectamente vestido con el uniforme escolar; estaba leyendo muy tranquilo el periodico en uno de los sofás junto a las chimeneas.

Aemma lo miró con atención, confundida de que hubiera alguien tan temprano en la sala común.

Sintiendo su mirada, el chico levantó la vista del periodico, clavando sus grises ojos en los de ella.

—Buenos días, Aemma, ¿Qué haces despierta tan temprano? —bajó su mirada, fijándose en el atuendo que portaba. —Y, ¿en pijama?

Aemma sonrió apenada, sintiendo como sus mejillas se calentaban de la vergüenza.

—Lo mismo podría decir de ti, Regulus. —dijo sonriendo, tratando de ignorar su sonrojo. — Aunque tu si estas bien vestido.

Regulus asintió retomando su lectura.

QUEEN OF KINGS || Era MerodeadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora