III

164 10 0
                                    

Lame”, era una orden clara y contundente, ¿Cómo desobedecer? No podías hacer tal cosa. ¿Cómo hacerlo si carecias de toda voluntad? Por ende tu obediencia era absoluta, más que perfecta.

La dureza del cuero de sus zapatos rosa con tu lengua, tan temerosa cómo húmeda. No era una felación real. No estabas lamiendo sus virilidad pero se sentía tan obscena aquella escena. Tan impura y llena de fervor.

Tu entre pierna hormiguea. La excitación es tan palpitante. Tu lengua no se detiene. Quiere piel. Su piel…la de él.

Ahí de rodilla ante él, mantienes la mirada baja Tienes tanto miedo. No sabes por qué continuas ahí pero lo haces y no podría estar tan mal aquella actitud.

Chupa mis pies”, traga duro, porque su erección le duele.

Con tus manos temblando como gelatina, le quitas con el mayor cuidado del mundo el calzado y las medias, dejando su piel expuesta.

Él jadea al sentir tu lengua deslizarse por la longitud de sus dedos y sin más saca de sus pantalones su pene. Tan duro como el mástil. Sus feroces manos subían y bajaban con gran frenesí por toda aquella longitud. Vuelve a jadear. Estaba tan excitado que dolía. 

Acaricia la punta de su glande con su dedo pulgar en reiteradas ocasiones, hasta que  una perversa y muy retorcida idea cruza por su cabeza.

Ese definitivamente no era él. Pero la excitación estaba haciendo estragos con su razón. El fuego que recorría cada parte de su cuerpo lo estaba haciendo cenizas y sin más la razón dejo de ser parte de él.

Chupa”, ordenó señalando su pene y clavando su mirada furiosa en ti. “Ahora”, finalizó.

Tu pulso se aceleró e incluso se te olvidó cómo respirar. Su pene era la divina gloria para ti. Por fin todos tus impuros deseos se volverían una realidad.

No obstante el miedo acompañado de una gran excitación te paralizó y no hiciste más que observar cómo su mano se movía sobre su hombría con gran habilidad. Y antes de que pudieras articular alguna palabra o movimiento, TJ estampó su pene contra tu frágil boca. Su pene se abrió paso dentro de ti de una forma tan perversa como sucia. Tus fosas nasales se dilataron y permitiste que hiciera uso y de suso de tu frágil boca mientras lo oias gemir. Hecho que te estremecia a más no poder.

No podías creer la situación pese a estar viviendola. No era una fantasía. Era la realidad.

Sin contemplación toma de tus cabellos y jalá de ellos para obligarte a tragar su pene. Conociendo el interior de tu cavidad bucal a su antojo. Buscado sasear sus más bajos instintos. Toda tu boca húmeda y estrecha lo estaba volviendo loco. Y sin miramientos arremete una y otra vez contra tu boca.

Toda la longitud se su pene queda cubierto por tu saliva hasta que en un determinado momento deja de manejar los movimientos de tu cabeza y sientes su semen inundar tu paladar…y el sabor no te desagrado en lo absoluto, tragandote toda su esencia sin que te lo pidiera.

Obediencia |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora