capitulo 3;entre pasos de baile

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SEBASTIÁN

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SEBASTIÁN

La guerra había dejado cicatrices profundas en cada rincón de nuestra existencia. No había rincón del alma que no hubiera sido rozado por la cruda realidad del conflicto. Desde la primera batalla hasta la última, cada enfrentamiento se sumaba a una carga que todos llevábamos sobre nuestros hombros.

La oficina del comandante Lambertt se convirtió en mi refugio, un espacio donde compartíamos no solo nuestras estrategias militares sino también las sombras que la guerra arrojaba sobre nosotros. En una de esas mañanas, mientras el sol se alzaba tímidamente en el horizonte, Lambertt me llamó a su despacho.

—Sebastián, necesito hablar contigo —dijo Lambertt con seriedad en su mirada.

Entré y cerré la puerta detrás de mí. La habitación estaba llena de mapas y documentos que atestiguaban las batallas que habíamos librado.

—Tenemos un baile esta noche —comentó Lambertt, rompiendo el silencio.

Levanté una ceja, intrigado por la noticia. Los bailes no eran precisamente eventos comunes en medio de una guerra.

—¿Un baile en medio de todo esto?

—Sí, es necesario, Sebastián. Necesitamos mejorar nuestras relaciones con la comunidad local. La guerra ha dejado heridas más allá de los campos de batalla. Muchos en la ciudad sienten que los hemos olvidado. Este baile es una oportunidad para demostrar que aún estamos aquí, que somos una parte activa de esta sociedad.

Asentí, comprendiendo la importancia de la imagen pública en tiempos difíciles. Lambertt continuó explicando los detalles logísticos del evento y la necesidad de nuestra presencia como líderes militares.

Antes de ir al baile, había otro deber que nos llamaba: el desfile de la milicia. Todos los marinos y militares desfilaríamos para mostrar que habíamos ganado la guerra. La idea de desfilar después de tanto sufrimiento no me resultaba agradable, pero era una formalidad necesaria.

SEBASTIÁN

A medida que avanzaba en el desfile, divisé a lo lejos a la dama de ojos intensos que me había cautivado en la llegada del puerto. No pude evitar reconocerla entre la multitud. Mi mente comenzó a maquinar un plan para conocerla más de cerca, pero no podía permitir que mi presencia en el baile se viera comprometida.

Cabalgué con la dignidad requerida para un coronel, pero mi mente estaba ocupada en la dama de la multitud. La intriga y la emoción crecían mientras planeaba el encuentro que cambiaría el curso de nuestras vidas. Aunque la guerra había dejado su huella, había algo en ese momento que prometía una nueva historia, llena de misterio y posibilidades.

OLIVIA

Esa tarde, la insistencia de mi hermanita fue imparable. Mis dos amigas, sabri y gaby, se unieron a la causa y, antes de darme cuenta, estábamos camino al desfile de la milicia.

entre mares y pasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora