CAP 1 - La guerra

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Hace mil años, durante la era heian, existió un rey, sediento de sangre y poder, era conocido como Sukuna un hechicero convertido en maldición, aquel hombre cruel y vil era tan temido como respetando, nadie le negaba nada y pobre de quien susurra su nombre muy fuerte, ya que.... Sukuna no tiene piedad.

Pero aún así, un grupo de humanos y hechiceros se levantaron en su contra, buscarían la libertad y paz, ellos harían que Sukuna page caro por sus crímenes, pero no venimos aqui para hablar de los rebeldes...bueno algo parecido, un chico, de 24 años se encontraba en un bar, su cabello negro juntaba con sus vestimentas, unos pantalones ajustados, junto a un abrigo abierto que llegaba hasta las rodillas, además una espada bien cuidada, estaba a su lado, era más que obvio que era un cazarecompensas y su nombre era...

—por favor Toji necesitamos ayuda...—dijo el hombre suplicando por el servicio de el pelinegro quien al parecer se había negado— mira te pagará lo mismo que la otra vez y esta vez te daré un alojamiento con comida...—

Aquel hombre si sonaba desesperado, una sonrisa burlesca se dibujó en Toji, pero no dijo nada y empezó a comer de su platillo, mirando un punto fijo en el paisaje

—bien te daré lo que quieras— esta vez Toji si se giró miro al hombre a los ojos, tomo su espada, asustando un poco al tipo, creyendo que lo había hecho enojar. Toji se levantó y camino hacia la salida.

—espero mi paga 2 veces mayor que la otra vez—dijo Toji mientras se retiraba sin pagar...

El hombre que había rogado por la ayuda de Toji lo observó con una mezcla de alivio y temor. Sabía que el cazarrecompensas no era alguien fácil de convencer, pero lo que más le preocupaba era que, a pesar de haber accedido, Toji era impredecible, un mercenario cuyo único objetivo era el dinero, sin lealtades ni principios. La desesperación, sin embargo, podía más que la razón.

Mientras salía del bar, Toji lanzó una mirada de reojo a los demás presentes. Sabía que, en esa época, las paredes tenían oídos, y cualquier palabra mal dicha podía costarle la vida. En especial ahora que estaba involucrándose más y más con la guerra que se libraba en las sombras contra Sukuna.

Camino al campamento de los hechiceros, Toji observaba el cielo oscurecido por las nubes de tormenta. Sabía que no había tomado la mejor decisión al aceptar este trabajo nuevamente, pero la paga era buena, y en ese mundo, los débiles no sobrevivían mucho tiempo. Se aseguró de ocultar mejor su espada bajo el abrigo mientras avanzaba por el bosque.

A medida que se acercaba al escondite del grupo rebelde, recordó el último enfrentamiento que había tenido con los soldados de Sukuna. Un maldito ejército, sin emociones, entrenado para asesinar sin pestañear. La cantidad de hechiceros y guerreros que cayeron ante ellos no le sorprendió, pero el hecho de que él lograra sobrevivir tantas veces sin una sola herida grave... algo en el fondo le decía que estaba tentado a la suerte más de lo que debía.

El sonido de ramas rompiéndose a lo lejos lo puso en alerta. Se detuvo de inmediato, entrecerrando los ojos para detectar cualquier movimiento. No tardó mucho en identificar las sombras que se movían entre los árboles. Rápido como un rayo, desenvainó su espada y se preparó para lo peor.

—¿Quién está ahí? —preguntó con voz fría, su mirada escaneando cada rincón.

Unos momentos después, un hombre salió de entre los árboles, con las manos levantadas para mostrar que no tenía intenciones de pelear. Toji lo reconoció de inmediato: era uno de los emisarios del grupo de rebeldes, un humano de mediana edad llamado shiu.

Mi juguete especial ੭₊· (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora