cap6- Intento de escape

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La reunión seguía avanzando en la gran sala del palacio de Sukuna. Las luces parpadeaban suavemente, y las risas de los nobles se mezclaban con el murmullo de conversaciones en voz baja. Sukuna, como siempre, dominaba el ambiente con su presencia imponente, recibiendo alabanzas y tributos. Pero algo en su interior lo mantenía distraído. Sus ojos, a pesar de atender a cada conversación, se deslizaban de manera constante hacia Toji, que estaba de pie, rígido, al borde de la sala.

Toji, vestido con ropa nueva y más cómoda de la que había llevado los últimos días, sentía el peso de las miradas sobre él. No era solo Sukuna quien lo vigilaba; otros también lo miraban, curiosos. Sabían quién era Toji, o al menos sabían lo suficiente como para sentir la intriga. Algunos se atrevían a susurrar entre ellos, haciéndose preguntas sobre la naturaleza de la relación entre el cazador y el rey de las maldiciones.

Uno de esos nobles, un hombre alto y de mirada astuta, se acercó con un vaso en la mano, sus pasos seguros y su sonrisa calculada.

-Vaya, nunca había visto a alguien como tú en una de estas reuniones -dijo, dirigiéndose a Toji con una sonrisa burlona-. ¿Cómo es que alguien tan... interesante ha terminado aquí?-

Toji no respondió, pero no pude evitar sentir una incomodidad familiar en aquel sujeto de pelo rubio. Mantuvo su mirada firme en un punto más allá del noble, ignorando la provocación. Pero el hombre no desistió.

-Debe ser difícil estar siempre a la sombra de alguien tan poderoso como Sukuna, ¿verdad? -continuó, inclinándose un poco más hacia Toji-Me pregunto, ¿qué harías si tuvieras la oportunidad de escapar?-

Toji apretó los dientes. Sabía lo que el hombre estaba intentando hacer. Estaba jugando con su resistencia, con su deseo de libertad. A pesar de todo, no dijo nada, pero la tensión en sus músculos delataba su irritación.

-Qué pena -dijo el noble, acercándose un poco más, lo suficiente como para que el contacto físico fuera evidente-. Un hombre como tú debería ser libre. Es una lástima que estés... atado-

Antes de que Toji pudiera moverse, el aire en la sala se volvió pesado, cargado de una energía oscura. Los ojos del noble se abrieron de par en par, y su rostro perdió el color cuando sintió una presencia detrás de él.

-¿Qué crees que estás haciendo? -La voz de Sukuna fue baja, pero con suficiente poder como para helar la sangre de cualquiera.

El noble se giró lentamente, temblando bajo la mirada fría de Sukuna. La sonrisa burlona que había tenido hace un momento había desaparecido por completo. Sukuna lo observaba con los ojos entrecerrados, y en ese momento, todos los asistentes parecieron contener el aliento, conscientes del peligro inminente.

-S-Solo estaba hablando con... él -balbuceó el noble, tratando de mantener la compostura.

-Nadie toca lo que es mío -respondió Sukuna, con un tono tan gélido que podría haber congelado la sala entera.

El noble retrocedió rápidamente, murmurando excusas antes de desaparecer entre la multitud. Sukuna se giró hacia Toji, sus ojos brillaban con una mezcla de celos y enojo apenas contenido.

-Ven conmigo -ordenó, sin esperar una respuesta.

Toji lo siguió en silencio mientras Sukuna lo guiaba fuera del gran salón, subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación. Una vez allí, Sukuna lo empujó dentro con brusquedad, cerrando la puerta detrás de ellos.

-¿Qué creías que estabas haciendo? -preguntó Sukuna, sus ojos ardiendo con furia-. ¿Dejar que te hablara así? ¿Que te tocara?-

-No pedí que me tocara -respondió Toji, finalmente rompiendo su silencio-. No me interesa lo que piense él ni tú-

Sukuna avanzó rápidamente, tomando a Toji por la muñeca con fuerza, apretando tanto que dolía.

-Eres mío -dijo Sukuna en un susurro grave-. Y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a acercarse a ti sin mi permiso-

Toji lo miró, sus ojos llenos de un desafío silencioso. No iba a ceder ante la posesión de Sukuna, ni ante su control. A pesar del dolor en su muñeca y de la amenaza implícita en las palabras de Sukuna, Toji no mostró miedo.

-Entonces enciérrame aquí -respondió Toji- Haz lo que quieras. De todas formas, seguiré buscando la manera de escapar de ti-

Sukuna, enfurecido, lo empujó hacia la cama y dio un paso atrás, respirando con dificultad. Durante unos segundos, pareció dudar, como si sus emociones estuvieran fuera de control, pero rápidamente recuperó su compostura.

-Si eso es lo que quieres, entonces no saldrás de aquí hasta que yo lo decida -gruñó Sukuna antes de salir y cerrar la puerta con fuerza.

El sonido de la cerradura resonó en la habitación. Toji se quedó quieto, su respiración aún agitada por el enfrentamiento. Sabía que intentar escapar ahora sería arriesgado, pero también sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. El encierro no lo iba a detener.

Pasaron varias horas. El silencio en la habitación era insoportable, solo interrumpido por el leve zumbido del viento afuera. Toji se movía inquieto, repasando mentalmente su plan. Sabía que la ventana era su mejor opción, pero también sabía que no sería fácil. Sukuna probablemente había reforzado la vigilancia alrededor de su habitación.

Con determinación, Toji comenzó a inspeccionar la ventana. Como había supuesto, estaba asegurada, pero no de una manera que él no pudiera manejar. El cazador sacó el pequeño cuchillo que había ocultado en su ropa y empezó a trabajar en el mecanismo.

El proceso fue más lento de lo que había esperado, pero finalmente logró abrir la ventana lo suficiente como para poder escabullirse. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir, un mareo lo detuvo. Llevaba días sin comer adecuadamente, negándose a aceptar la comida que le traían. Su cuerpo estaba al límite.

Intentó moverse, pero sus piernas fallaron, y cayó al suelo con un golpe seco. Su visión se nubló, y apenas pudo mantenerse consciente. El mundo parecía girar a su alrededor, y el sonido de la puerta abriéndose le llegó como un eco distante.

Sukuna entró en la habitación, esperando ver a Toji en la cama, pero cuando no lo encontró, su corazón dio un vuelco. Su mirada se movió rápidamente hacia la ventana abierta, y entonces lo vio: Toji, tendido en el suelo, apenas consciente.

-¡Toji! -exclamó Sukuna, cruzando la habitación en un instante.

Lo levantó con facilidad, sosteniéndolo en sus brazos. Toji intentó resistirse, pero no tenía fuerzas. Sukuna lo llevó de vuelta a la cama, su rostro lleno de una preocupación que no había mostrado antes. Lo dejó suavemente sobre las sábanas, y por un momento, solo se quedó mirándolo, su furia mezclada con una extraña sensación de impotencia.

-¿Por qué...? -murmuró Sukuna, sin entender por qué Toji se negaba a comer, por qué seguía resistiéndose incluso cuando estaba al borde del colapso.

Toji, con los ojos entrecerrados, apenas logró hablar.

-Prefiero morir... que ser tu prisionero-

Sukuna lo miró, sus ojos brillaban con una intensidad oscura. No podía permitir que Toji muriera, no después de todo lo que habían pasado. Pero tampoco podía forzarlo a aceptar su destino sin quebrar su espíritu.

-No te dejaré morir -dijo Sukuna en voz baja, su tono más suave de lo que había sido en mucho tiempo-. Aunque tenga que obligarte a vivir-

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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