cap5- Un nuevo trofeo

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En la vasta finca de Sukuna, la tranquilidad de los jardines no reflejaba la verdadera naturaleza de su dueño. A simple vista, el rey de las maldiciones parecía llevar una vida tranquila y ceremonial, gobernando desde lo alto de su trono en un ambiente de elegancia japonesa. Sin embargo, quienes conocían el verdadero rostro de Sukuna sabían que detrás de ese exterior apacible se ocultaba un monstruo que encontraba su verdadero placer en la guerra y la destrucción.

En las ceremonias y eventos oficiales, Sukuna se mostraba frío, distante, con una mirada que exudaba aburrimiento. Despreciaba la adulación de sus subordinados y la pomposidad de las reuniones formales. Prefería el sonido del acero chocando, el olor de la sangre derramada en la batalla. El caos lo emocionaba, mientras que la tranquilidad y el respeto hipócrita que lo rodeaban en su día a día lo aburrían profundamente. Sin embargo, en eventos como el que se celebraría esa noche, debía mantenerse sereno y observar con ojos indiferentes a quienes venían a buscar su favor.

Esa tarde, mientras observaba los preparativos desde el balcón de su habitación, su fiel seguidor Uraume se acercó en silencio, inclinándose ante él.

—Mi señor, todo está listo para la reunión de esta noche. La asistencia será numerosa. Algunos quieren ofrecerle tributos, y otros buscan alianzas— informó Uraume con tono profesional, sin emoción—

Sukuna soltó un suspiro casi imperceptible, aunque Uraume, conociéndolo como lo hacía, captó el signo de su molestia. Sukuna odiaba estas reuniones. Se giró lentamente hacia su seguidor, pero antes de responder, su mente se desvió hacia Toji.

—Cinco días… —murmuró Sukuna para sí mismo, una leve sonrisa formándose en sus labios.

Desde que había capturado a Toji, el cazador había permanecido en su celda, apenas saliendo a la luz del día. Sukuna disfrutaba la idea de tenerlo bajo su control, de doblegar a un hombre que, hasta el último momento, se había negado a arrodillarse ante él. Y aunque la mayoría de los días se mostraba como el cruel rey de las maldiciones, había algo diferente cuando estaba cerca de Toji. Con él, Sukuna permitía ciertos deslices que jamás toleraría de nadie más. Toji lo desafiaba abiertamente, y aunque a veces eso lo enfurecía, había algo en ese desafío que lo mantenía intrigado, incluso… emocionado.

—Toji debe estar presentable para esta noche —dijo Sukuna, rompiendo el silencio— Entrégale ropa nueva y deja que salga. Quiero que lo vean. Quiero que sepan que es mío—

Uraume frunció ligeramente el ceño, aunque no se atrevió a mostrar más que una leve señal de su descontento. Sabía que, aunque Sukuna no lo decía abiertamente, estaba concediéndole demasiadas libertades a Toji. A ojos de Uraume, su maestro debía ser tratado con absoluta reverencia y respeto, y Toji, con su actitud rebelde y desafiante, no merecía tales concesiones.

—Como ordene, mi señor. Sin embargo, debo insistir… —Uraume dudó un segundo, midiendo sus palabras— Toji no ha mostrado el respeto que usted merece. Permitirle asistir a una reunión tan importante podría interpretarse como una señal de debilidad—

Sukuna se giró completamente hacia Uraume, su mirada oscura clavándose en los ojos de su fiel sirviente. Una sonrisa torcida se formó en sus labios.

—¿Debilidad? —Su tono era bajo, pero peligroso— ¿Acaso dudas de mi poder, Uraume?—

—Nunca, mi señor —respondió Uraume, inclinando aún más la cabeza—. Solo me preocupa que otros lo perciban de esa manera—

Mi juguete especial ੭₊· (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora