C A P Í T U L O U N O

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C A P Í T U L O  U N O.

Recordar es vivir, dijo alguien una vez.

Para mí, recordar es tener que revivir partes de tu vida, que pretendes dejar atrás, que, por alguna razón, son eso, recuerdos. Épocas y situaciones a la que no quieres volver, que algunos preferimos enterrar y no volver a saber de ellos.

Aunque los seres humanos teníamos la manía, de aferrarnos al dolor, a lo que nos lastima, y nos apegamos tanto al pasado, que a veces, es imposible continuar.

A veces me miro en el espejo y pienso lo mucho que cambiaron las cosas, lo mucho que cambie yo. Y es que, por más que nos cueste aceptarlo, el pasado no lo podemos cambiar, pero si aprender de él y no traerlo a nuestro presente o puede ser una sombra que perturbe nuestro futuro.

Miro el reloj de mi muñeca.

Mierda.

Se me hará tarde. Si no me voy ahora, perderé mi vuelo.

—No quiero que vayas —lloriqueó.

—Pero debo ir.

—¿Por qué? —hizo un puchero.

Era tan adorable.

Tenía las mejillas sonrojadas y los ojos llorosos. Peiné su mata de cabellos e hice una mueca por lo largo que lo llevaba, pero a él le gustaban tanto sus rizos, que se me hacía imposible querer cortárselos.

—Porque tía Gilly se casará ¿recuerdas? —el asintió—. Y yo debo ir. Lo entiendes ¿verdad?

—Te extrañaré —reí ante su mala pronunciación, junté su pequeña y roja nariz a la mía.

—No más que yo —el rio, y envolvió sus pequeñas y regordetas manos alrededor de mi cuello, mientras yo aspiraba su delicioso aroma de bebé.

Me encantaba tanto que se acurrucara contra mí y yo poder aferrarme al calor que desprendía, su pequeño cuerpecito.

—Promete que le harás caso a Leah.

—Lo prometo —levantó su manita en señal de promesa.

—Bien —inflé sus mejillas y el rio aún más. Lo tome entre mis brazos y llene sus mejillas de mis besos— te voy a extrañar mucho. Ya te extraño.

Leah, la niñera y una buena amiga, nos miraba con una mueca burlona en el rostro.

Mirándola murmure:

—No quiero dejarlo.

—Siempre pasamos por lo mismo.

—Nunca es fácil.

—Él estará bien.

—Lo sé —ella lo tomo entre sus brazos— en la cocina...

—Lo sé —me cortó—. Dinero y números de emergencia, horarios de comida, medicamentos, frutas, dulces, numero del doctor... no es la primera vez que lo cuido, Cat. Se perfectamente que hacer. Nada malo pasara. Ve tranquila y disfruta del viaje.

—Es la primera vez, que me voy tanto tiempo.

—Son solo cuatro días. Ve tranquila.

—Vale. —suspiré y lo miré.

Tomé mi maleta, me guindé mi mochila al hombro y volví a abrazar al amor de mi vida.

—Llegó tu taxi —hice pucheros y el pequeño también.

—Son tal para cual. Ya vete —me dio un empujoncito fuera de la casa.
Lo abracé por última vez, antes de subir al taxi.

Miré por la ventana y me despedí de él con la mano y de inmediato mis ojos se cristalizaron, pero respiré hondo y me tragué las lágrimas.

Los Misterios de una Boda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora