Capítulo 11.

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El sillón no era precisamente suave y el cuarto de hospital se sentía tan frío que las sábanas no habían bastado para darle a Hyun Jin la comodidad que se necesitaba para dormir. Aun así, terminó por caer rendido después de un par de horas, y cuando abrió los ojos otra vez, no le tomó nada reconocer el parque de atracciones que pertenecía al profundo sueño de Seung Min.

No tuvo que caminar mucho por ahí para encontrar al castaño, quien lo recibió con una mirada cargada de tristeza. Sin embargo, el más alto le sonrió y, sin poder contenerse más, soltó la buena noticia:

—Te encontré.

—¿Eh?

—¡Te encontré, Seung Minie! Estás allá afuera. Es verdad que no estás muerto, sólo estás inconsciente —le explicó—. Y si bien es algo que ya sospechábamos, tal vez te dé cierto alivio tenerlo confirmado. Al menos eso es lo que yo sentí cuando pude verte.

El más bajo se mordió el labio inferior sin abusar de su fuerza, como si no supiera si era lo correcto dejar salir lo que estaba en la punta de su lengua o no, pero finalmente decidió hacerlo. Podía confiar en Hyun Jin, después de todo.

Seung Min se acercó al rubio y rodeó cariñosamente su cuerpo con ambos brazos antes de apoyar la cabeza contra su hombro.

—Gracias por haberme buscado hasta encontrarme —le dijo con voz suave—. Estoy inconsciente... Eso ya lo sabía —soltó después—. Lo tengo claro desde la última vez que estuviste aquí.

—¿Fue por eso que lloraste? —Preguntó sin el más mínimo rastro de burla en su tono—. Seung Minie, escúchame. Sé que puedes despertar... Haré todo lo que pueda para ayudarte. Conocí a tu mamá, ella también ha estado a tu lado desde que ocurrió el accidente.

—Hyun Jin... No fue un accidente.

—¿Qué?

—Dije que lo que sucedió en el puente Ganghada no fue un accidente —casi susurró, apartándose un poco del contrario—. Puedo recordarlo. Jae Beom... me empujó.

Hyun Jin estaba tan sorprendido que se quedó inmóvil y sin habla. El mal presentimiento que se apoderó de él cuando vio por primera vez a Jae Beom y a sus amigos empezó a tener sentido. De un momento a otro no podía pensar con claridad, sus manos estaban temblando a causa de la rabia que lo recorría y Seung Min tuvo que guiarlo hacia una banca cercana para ayudarlo a sentarse.

Tomó asiento junto a él, colocó su mano derecha sobre la izquierda del más alto y decidió contarle todo tal y como lo recordaba. Se sentía muy tonto por haber llegado a creer que personas como Jae Beom y los otros bravucones le podrían ofrecer su amistad o hacerlo parte de su grupo. Aun así, no omitió nada.

—Esos malditos... —Hyun Jin pareció empezar a reaccionar, frunciendo el ceño y cerrando sus manos con fuerza—. ¡Las cosas no se pueden quedar así, Seung Minie! ¡Tengo que ir a una estación de policías y contarles la verdad! Ese tal Jae Beom debe pagar por lo que hizo.

—¿Piensas que la policía te creerá sólo así? ¿Sin siquiera tener evidencias?

—Podrían estar interesados en escuchar tu versión de la historia. Cuando despiertes, tienes que hablar con e-

—No, Hyun Jin —lo interrumpió—. Lo que menos querré hacer si despierto es ser interrogado. Además, imaginar que la situación podría terminar tratándose de mi palabra contra la de Jae Beom es suficiente para hacerme sentir enfermo, en serio —dijo antes de abrazarse a sí mismo, encogiéndose un poco en su sitio—. Recuperar una gran parte de mis recuerdos sólo hizo que estar aquí sea más doloroso. Quiero salir de este sueño, quiero volver a ver a mi mamá...

El rubio miró a Seung Min con cierta preocupación y casi al instante estuvo tratando de consolarlo con un abrazo. Como si fuera ya una costumbre, el más bajo se acercó sin dudar al cuerpo ajeno, buscando su calidez.

—Seung Minie...

—¿Cómo se encuentra? —Preguntó en voz muy baja, prácticamente susurrando—. Dijiste que ella ha estado conmigo desde que terminé en un hospital...

Hyun Jin pronto supo que el castaño se refería a su madre. La señora Kim estaba preocupada y cansada, no podía mentirle a Seung Min, pero aun así prefirió hacer énfasis en las cosas buenas como la esperanza que cargaba y la manera tan dulce en la cual le hablaba.

—Dime, ¿la has escuchado? —Deseó saber.

—Creo que sí —asintió con la cabeza—. Creo que... a veces puedo escuchar su voz, aunque no muy cerca.

—Está diciéndote que te ama y pidiéndote que despiertes.

—¿Me podrías hacer un favor, Hyun Jin?

—¡Claro! Con mucho gusto.

—Dile a mi mamá que yo también la amo —sollozó.

—Lo haré.

—Muchas gracias —soltó junto a un suspiro.

—Escúchame. Cumplí mi promesa y no me detuve hasta encontrarte —dijo con seguridad—, pero sé que esto no ha terminado, ahora no me detendré hasta que abras los ojos y regreses a nosotros, Seung Minie.

Cuando Hyun Jin despertó en el incómodo sillón, la luz de un nuevo día ya se asomaba por la ventana del cuarto, aunque sentía que a duras penas había logrado descansar un par de horas. Le costó un poco acostumbrarse y se quejó en voz realmente baja. Una amable enfermera entró a tomar unas cuantas notas de algo que él ni siquiera entendía y otra más se hizo cargo de mover los brazos y piernas del inconsciente Seung Min con ejercicios fáciles durante varios minutos, percibiendo la confusión del rubio y explicándole con simpleza que moverle las extremidades al paciente era necesario para evitar tanto que perdiera la movilidad como que se formaran coágulos de sangre.

Hyun Jin se levantó sin prisa y se acercó con cierta timidez a preguntar, usando una voz que cargaba un tanto de cansancio, si podía ayudar con alguna cosa. La enfermera vio sus buenas intenciones, sin embargo le dedicó una sonrisa débil y sólo le sugirió salir a buscar qué desayunar por mientras.

Continuará.

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¡Hola!

Sé que me tardé mucho en actualizar, espero que puedan perdonarme. 😔

Allá afuera [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora