Los buscadores

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Tras aquel día tan infernal que pudo haber terminado aun peor después del tsunami, el ojiazul se levantó de su cama a duras penas con el cuerpo adolorido y un gran remordimiento en su interior, aun sentía que le había fallado enormemente a su mejor amigo y a su hijo, a el cual no pudo proteger o eso pensaba el, en su mente algunas cosas aun estaban muy borrosas, como que no sabia en que momento christopher calló del camión, ni tampoco recordaba el haber saltado al agua pero si recordaba estar en ella gritando su nombre; su dolor no solo era físico si no psicológico, nisiquiera había podido dormir correctamente pues en sus sueños aun sentía el agua invadir sus fosas nasales y la desesperación al no ver al pequeño por ningún lugar y aun peor, tener a su amigo delante sin saber como decirle que no encontraba a su hijo.

Con pesadez en sus piernas se acercó a la puerta principal y abrió esta quedando en blanco al ver a las dos personas que menos esperaba frente a esta, el mas pequeño de los tres saludó una vez buck se hizo a un lado y entró enseguida seguido de su padre que sin invitación y sin esperar una realmente, saludó a su amigo mientras dejaba la mochila del pequeño en su mesa.

—bien, el refrigerio de la mañana, el del medio día, los libros para colorear, muchos legos; para que sepas, nunca ha construido nada que parezca nada, solo le gusta unir las piezas. Ahí está bien— señaló el sofá a su hijo para inmediatamente continuar hablando con Buck. —20 dolares para la pizza y si fuera tu comería un par de rebanadas extra, estas a punto de desaparecer...

—Eddie.— fué interrumpido por el ojiazul sin embargo esto no lo detuvo y continuó hablando.

—... te diré honestamente que tu convalecencia me conviene mucho, bueno no eres la abuela y eres la mitad de Karla pero, de todas formas me sirves— el contrario lo miró desconcertado por la repentina intromisión a su casa y la responsabilidad de cuidar al pequeño Christopher de nuevo, aun después de lo que pasó con el tsunami.

—¿quieres que otra vez cuide a Christopher?—se acercó a el contrario mientras el pelinegro lo miraba calmado.

Buck aun no asimilaba bien la situación puesto a que el simplemente asumió que después de haber perdido a Christopher el pelinegro estaría enojado con el y dejaría de confiar en que el puede cuidar de su hijo, pues así se sentía el, incapaz, igual que como se sintió el día anterior.

—Es fácil, no corre muy rápido—

—¿después de todo lo que pasó?

—fue un desastre natural, Buck—

—Eddie, yo lo perdí— Buck se sentía impotente al notar lo tranquilo que estaba Eddie con la situación, le frustraba que no entendiera lo grave que fue perder a Chris, el no se perdonaba por ello y en realidad no sabia si alguna vez lo haría.

—No, lo salvasté— miró al menor y después a el rubio. —así es como lo vio— señaló al pequeño y luego lo miró a el con una sonrisa. —ahora es su turno de hacer lo mismo por ti.—

Buck aun se sentía como el mayor perdedor del mundo, pues en su mente no cambia la idea de que el hubiera protegido bien al menor, lo que había visto y pasado era su culpa, en primer lugar jamás debió llevarlo a ese tonto muelle.

—yo tenía que cuidarlo solamente—

—¿y que? ¿Crees que le fallaste?, le he fallado a ese niño mas veces de las que puedo contar y soy su padre, pero, lo amo lo suficiente para no dejar de intentarlo y se que tu también— Eddie le sonrió con suavidad, buck pudo notar un brillo en sus ojos que a pesar de tener tantas platicas ellos solos sobre tantas cosas, jamas había visto que sus ojos brillaran así. —Buck— su mano se posó en el hombro contrario y soltó un leve suspiro antes de continuar mientras lo miraba a los ojos. —no hay nadie en este mundo a quien le confiaría a mi hijo más que a ti— Buck lo miró y su cabeza estaba hecho un lío total, su corazón se sentía tan acelerado que sentía que se saldría por su boca en cualquier momento, estaba muy conmovido por sus palabras. Eddie quitó la mano de su hombro lentamente para después darse la vuelta para emprender camino hasta su hijo, pero Buck como si fuera un reflejo, tomó la mano contraria intentando que el pelinegro retrocediera y así lo hizo mirándolo confundido.

—hey ¿todo está bien?— Buck aun estaba perdido en sus pensamientos y por un momento su nublada mente le dio tal vez un momento de claridad o solo un momento de valentía, alando del mayor hacia el, quedando en un abrazo, uno fuerte, uno que realmente necesitaba pero que no tenía fuerzas para pedir, Eddie con un poco de sorpresa correspondió el abrazo de la misma forma, acarició levemente su espalda con la palma de su mano.

—Gracias, lo necesitaba— susurros Buck al tener a su amigo tan cerca mientras trataba de no llorar, lo cual le fué imposible. Después de unos momentos abrazados, Buck soltó su agarre suavemente y Eddie simplemente le sonrió tiernamente, caminando hasta su hijo para despedirse.

—bien amigo, debo irme— se dirigió a su pequeño y lo abrazó, dejando un beso en su mejilla. —te quiero, diviértanse— su hijo le respondió con un te quiero de vuelta. Caminó de vuelta a buck y le sonrió suavemente.

—si necesitas algo llámame y no hablo de si necesita algo Chris, hablo de ti ¿bien?— el rubio quien solo había estado parado limpiando sus lágrimas y acomodando emociones asintió con suavidad sonriendo levemente.

—¿esta vez podrían ir al Zoológico o algo en tierra firme?— musitó Eddie mientras caminaba a la puerta, esto hizo reír levemente a Buck, lo que calentó el corazón del pelinegro haciéndolo sonreír también.

Antes de salir de la casa Eddie se dio la vuelta en la puerta dirigiéndose a Buck. — ah y... gracias, por no rendirte— Eddie salió de la casa con una sonrisa amplia al ver a una de sus personas favoritas sonreír, mientras Buck sintió un gran alivio que no sabía que podría llegar así, sonrió hacía la puerta ahora cerrada pensando en lo feliz que le hacía ese hombre y su hijo, desde ese momento entendió a lo que se referían aquellas historias que leía en la preparatoria o las películas que veía con Maddie, todo eso tuvo sentido al sentir aquello que solo podía describir como un destello en su pecho que lo calentaba.

Emergencia BuddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora