uno

248 25 12
                                    


buenos aires, Argentina. 📍

Volvía a aquel lugar que tanto detestaba.
De la mano de las personas que más detestaba también.

Sentada en la pequeña tapia fuera de ese tribunal, por tomar la decisión que terminaría de arruinar su vida.

Le daba otra calada al cigarrillo que ahora apoyaba en sus labios, para soltar un suspiro lleno de cansancio.

No sabía que era lo que más le dolía en ese momento. Tal vez la traición de sus padres al venderla a un millonario. Ó el tener que renunciar al amor de su vida por errores ajenos.

No estaba bien económicamente, para nada bien. Pero sabía defenderse de los golpes duros que la vida le estaba dando.

Mantenía dos trabajos para poder subsistir y pasarles un ínfimo dinero a sus progenitores. Le bastaba eso. A ella le bastaba, a ellos no.

—¿Por qué estará tan demorado?— bufó su madre por lo bajo, con molestia.

Su futuro marido todavía no llegaba y empezaba a inquietar a los presentes.

—Nos está haciendo un grandísimo favor, no te tomes el derecho de quejarte.— graznó el hombre mayor.

Siempre discutían por absolutamente todo, era fastidioso pasar dos minutos al lado de la pareja. El solo pensar que su relación con la persona que pasaría el resto de su vida sería similar a eso le hacía hervir la sangre.

Tiró la colilla del cigarro al suelo y lo pisó con el pie presionando con mucha fuerza.

Intentaba canalizar todo su enojo con un simple objeto.

—Angeles cambiá la mala cara que no te tiene que ver así de apática.— su madre le alzó la voz.

Claro, para ella era el día más feliz de su vida.

—¿Así?- sonrió de manera forzada, casi parecía una mueca de asco.

Entre las tres personas se miraron con desprecio, aunque en el fondo tenían ese cariño que guardaban y apreciaban.

Conveniencia- Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora