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Montevideo, Uruguay 📍

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Montevideo, Uruguay 📍

El despertador pitaba y resonaba en las
habitaciones del edificio.

Angeles se despertó por el estruendoso ruido,
frotando sus ojos para desperezarse.

Empezaba su mañana con el pie izquierdo,
despertándose con una alarma que no era suya.

Dió un vistazo a su celular para encontrarse que eran las 07:30.

Se quedó envuelta en las sábanas un tiempo
más, girando en la cama buscando la posición
más cómoda para reconciliar el sueño. Se le hizo imposible y no tenia las suficientes ganas como para luchar con ella misma.

Puso dos pies en el suelo y se dirigió al enorme ventanal que abarcaba una pared completa, tomó con ambas manos los extremos de la fina tela blanca y abrió ambas cortinas, dejando entrar la luz suficiente.

Sonrió al cálido rayo de sol y aspiró el frío aire
que entraba por el espacio abierto.

Se miró en el espejo del baño e hizo su aseo
matutino. Cepillar dientes y cabello, perfumarse lo justo y cambiar su pijama.

Con un aliento de entusiasmo abrió la puerta de su habitación, para repetir el procedimiento de ventana que había hecho en su cuarto.

Ahora el fúnebre pasillo lucía angelical.
El pecho de la morocha se hinchó de
satisfacción.

Aprovechó para idealizar los lugares perfectos
en donde pondría macetas con plantas. lba a
adaptar ese espacio a su espacio.

Bajó con sumo cuidado las escaleras angostas que la llevaban a la cocina. Casi pegándose un tropezón en el último escalón.

Escuchó una risa ahogada que rápidamente fué silenciada.

Ignoró por completo al presente en la sala y fué directo a la heladera, examinando por un largo tiempo las opciones que tenía para desayunar.

Por un verdadero tiempo prolongado.

La advertencia del refrigerador había comenzado a pitar, avisando que tal vez habían lo olvidado abierto.

Conveniencia- Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora