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Se encontraron en el café del centro comercial, Juan la esperaba de pie, y con un regalo sorpresa en sus manos, envuelto en papel madera.

Al verla llegar la saludó con alegría y corrió hacia ella, deteniéndose a medio metro, deteniendo su mano antes de bajar su barbijo resistiendo las ganas de darle un beso, ya la habían regañado por haberla besado, así que se detuvo frente a ella, y sin decir nada al respecto, Ari ya sabía que no podía hacer esas cosas y para eso venía preparada.

—Tengo esto— dijo la menor, y sacó de su bolsillo una pequeña plancha de stickers que había visto en un puesto de juguetes infantiles en la entrada del centro comercial, esta era de besos y corazones.

Juan rió con esa ocurrencia, mientras Ari rompía el paquete y tomaba un beso, una marca de labios de color rojo y pegaba el sticker en la mejilla del Juan, haciendo que se ruborizara.

— Y-Yo... También te traje algo— murmuró Juan, rojo hasta las orejas, y extendió el regalo hacia ella, Ari lo miró un momento antes de tomarlo.

Rompió la envoltura con cuidado y tomó el gorro color amarillo patito y sonrió como un tonta.

— Yo lo tejí— dijo Juan, y Ari asintió, porque lo sabía—. Y también combina con el mío.

Los ojos gatunos de Ari fueron hacia el gorro nuevo que tenía su compañero en ese momento, del mismo color, idéntico al suyo.

— ¿No te molesta compartir algo así ni nada, no? ¿Es muy rápido?

— Es genial— lo interrumpió Abril.

Juan soltó uno de sus ruiditos alegres de bebé y Ari sonrió más ampliamente.

Se quitó su gorro de siempre, el que según Juan era la tapa azul de una botella, se sintió incómoda al tener su cabeza calva expuesta hasta que se colocó el gorro de lana amarillo.

Miró a Juan, quien se notaba su sonrisa debajo del barbijo, sus ojitos estaban casi cerrados y se marcaban perfectamente el dobléz debajo de estos, cuando su sonrisa se relajó un poco y pudo ve sus ojos color avellana, estos tenían un brillo raro y hermoso que Ari no podría describir.

Nadie lo había mirado de esa manera en su vida.

— Eres muy hermosa, Abril— dijo Juan, por lo bajo, casi un murmullo.

— Tú eres lo más hermoso, Juan — imitó Ari.

Y de nuevo el mayor rió como un niño, con alegría sincera.

Ari tomó su mano y comenzaron a caminar por aquel centro comercial, preguntándose mutuamente qué querían hacer en esa cita, aunque ninguno tenían idea en verdad, y sólo querían pasar el rato juntos, haciendo algo o haciendo nada.

Quimio  ⸻  Adaptación Sebari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora