Después de la tormenta...

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Al abrir los ojos, lo primero que vi fue aquella hermosa libreta de dibujo, fue entonces cuando recordé lo que había hecho el día anterior. Tardé en despertarme por completo, aún tenía mis manos sobre mi rostro y medio cuerpo cubierto por las cobijas.

Todavía estaba recostada cuando me puse a pensar en Paola. Tal vez fui muy ruda con ella, pobre chica, sólo quería hacerme sentir mejor o fue lo que yo quise comprender.

Decidí levantarme para no volver a quedarme dormida, volteé a ver el reloj y marcaban las 6:00 am. Bajé a desayunar, y llamé a mi madre varias veces y no recibí respuesta alguna. Me asomé a su cuarto, pero lo único que encontré fue su cama hecha. Tal vez salió más temprano, pensé.  Me dirigí al comedor y encima se hallaba una nota escrita a mano.

"Buenos Días Arlene, hoy tuve que salir más temprano. Te dejo tu almuerzo en el refrigerador, pasaré por ti a la escuela. Gracias por el detalle de anoche. Te Quiere, Mamá"


Algunas veces ella iba trabajar más temprano, y eso significaba que yo tendría que ir a la escuela caminando. Abrí la puerta del refrigerador y saqué la leche para servirme  en un vaso, y fue cuando  observé que aún quedaba algo del pay de manzana. A mi madre no le gustaba que desayunara cosas muy dulces , pero un poco no me haría daño.

Al terminar, subí a mi cuarto para acomodar mi uniforme antes de darme un baño. Amaba las horas de baño, ya que me relajaban mucho. Sentir el agua tibia sobre mi piel y estar rodeada por el vapor con el aroma del jabón. 

Comenzaba a secarme cuando me topé con mi reflejo sobre el espejo, me detuve a mirar mi rostro. Ya había cambiado, miré mi piel tersa y algo roja por el agua, mi cabello húmedo y largo, mis ojos grandes de color café que poseían una mirada profunda, y estaban rodeados por unas pestañas largas y obscuras. Me dí cuenta de que no era fea, sin embargo no era el tipo de chica que todos los chicos buscaban. Eso me tenía sin cuidado, yo estaba satisfecha con mi apariencia.

Entraba al colegio a las 8:00 y apenas eran las 7:15 , así que abrí la libreta de dibujo. No dibujaba mal, es más, eso de perderme entre lo blanco de la hoja y lo gris del lápiz comenzaba a gustarme.

Realicé los últimos trazos al dar 7:45, firmé la hoja , tomé mi mochila y salí a la calle. La escuela me quedaba relativamente cerca. Curiosamente, conforme me aproximaba al colegio, mi cuerpo se iba llenando de una extraña felicidad, como si estuviera esperando que algo especial llegara.


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⏰ Última actualización: Jul 13, 2015 ⏰

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