Capítulo seis

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—Tu amo parece amable —dijo Erasmus.

—¿”Amable”? —ironizó Jungkook.

Le costó que esa palabra saliera de su boca, raspó su garganta el emitirla. Miró con incredulidad a Erasmus. Nicaise se había escabullido tomado de la mano de Yoongi dejando a Erasmus detrás, la correa olvidada en el suelo junto a él desde que se había puesto de rodillas. Una suave brisa agitó sus rizos rubios y por encima de ellos, el follaje se meció como un toldo de seda negro.

—Se preocupa por tu placer —explicó Erasmus.

Le llevó un momento asociar esas palabras a su significado correcto, y cuando lo hizo, una carcajada impotente fue la única respuesta posible. Las instrucciones precisas de Yoongi y su resultado inevitable no habían sido previstas como un favor, sino todo lo contrario. No había manera de explicar la fría y compleja mente del Heredero al esclavo, y Jungkook no lo intentó.

—¿Qué pasa? —dijo Erasmus.

—Nada. Dime. Estuve anhelando noticias de ti y los otros. ¿Cómo es para vosotros estar tan lejos de casa? ¿Sois bien tratados por vuestros amos? Me preguntaba... ¿puedes comprender su idioma?

Erasmus asintió con la cabeza ante la última pregunta. 

—Tengo algún conocimiento de patrano y de los dialectos del Norte. Ciertas expresiones son similares. —Vacilando, recitó algunas de ellas.

Erasmus manejaba bastante bien el vereciano; eso no fue lo que hizo que Jungkook frunciera el ceño. Fueron las palabras que había sido capaz de descifrar lo que lo provocó: “Silencio. Arrodíllate. No te muevas”.

—¿Me equivoqué? — preguntó, malinterpretando la expresión.

—No, lo dijiste bien —dijo Jungkook, sin embargo, su consternación permaneció. No le gustó la elección de palabras. No le gustaba la idea de que Erasmus y los otros se sintieran doblemente impotentes debido a su ignorancia para hablar o entender lo que se decía a su alrededor.

—Tú... no tienes las maneras de un esclavo de palacio —sugirió Erasmus, vacilante.

Eso era decir poco. Nadie en Akielos confundiría a Jungkook con un esclavo, no tenía ni las maneras, ni la constitución física de uno. Jungkook lo observó pensativamente, preguntándose cuánto decir. 

—No era esclavo en Akielos.  Fui enviado aquí por Kastor, como castigo —dijo finalmente. No tenía sentido mentir sobre esa parte.

—Castigo —repitió Erasmus. Bajó la mirada al suelo. Todo su semblante cambió.

Jungkook continuó:

—¿Pero tú fuiste entrenado en palacio? ¿Cuánto tiempo estuviste ahí? —No sabía cómo explicar el hecho de que no hubiera visto a aquel esclavo antes.

Erasmus intentó sonreír, recomponiéndose de lo que lo había desalentado.

—Sí. Yo… pero nunca vi el palacio principal, estaba en entrenamiento hasta que fui elegido por el guardián para venir aquí. Y mi formación en Akielos fue muy estricta. Se pensaba... que...

—¿Qué? —insistió Jungkook.

El esclavo se sonrojó y dijo en voz muy baja.

—En caso de que él me encontrara agradable, iba a ser entrenado para el Príncipe.

—¿Lo eras? —preguntó Jungkook, con cierto interés.

—Debido a mi color. No se puede ver con esta luz, pero a la luz del día, mi cabello es casi rubio.

EPC #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora