CAPITULO 2

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NINA

Mi manera de ser hace que choque casi siempre con él, que no podamos estar ni un segundo en paz.

También mi mecanismo de defensa es alejar a todo mundo.

No quiero pensar que necesito ayuda, que tengo que apoyarme de alguien para conseguir sanar o saltar un obstáculo ya que siempre tengo algo en mente y es que yo puedo sola.

Yo siempre voy a poder sola.

No necesito a nadie y mucho menos a él o es eso de lo que mi mente se quiere convencer.

Al salir de mi habitación él ya está en la mesa desayunando por su cuenta con una cara que no me dice nada más que una sola cosa: cuida lo que digas no estoy de humor.

Me paro delante de la cocina, viendo que hay un plato para mí. Aunque diga que le empiezo a caer mal o que vaya con Tabatha o Vance a decir cosas de mí —que creo que es lo que hace— siempre demuestra que no es así.

Juega con mi misma carta de no querer preocuparse, fingir que me odia y en mi caso no puedo demostrar lo contrario como él lo hace teniendo este tipo de acciones hacia mí.

Lo de ayer por la noche no lo comentaré, es algo que aún tengo que analizar a fondo porque no sentí asco y mucho menos miedo. Eso está bastante en claro cuando conoces como funciona mi cabeza, sin embargo, es demasiado pronto para ello.

—Es posible que regrese temprano, no tengo muchos pacientes para el día de hoy y ya he cumplido con las horas.

Tomo asiento delante de él, mismo que se pasa una mano por el cabello semi húmedo y empuja el plato que ya dejó sin nada de comida.

—Apúrate para que te vaya a dejar.

—De eso se encarga Baldric, siempre es él quien...

—¿Cuál es el puto problema de llevarte al hospital?

—Bueno, nunca lo hiciste antes —río sin miedo bajando la mirada al desayuno que ya no me apetece por más que huela delicioso—. Nunca me llevaste o me recogiste, me apegué a ciertas reglas de tu parte algunas de ellas...

—Las reglas cambiaron —contesta tajante, sigue cabreado por lo de ayer—. Bien sabías que antes tenía trabajo, estaba concentrado en ello, Vance ahora nos lo dejó en las manos por el tema de sus hijos, así que mi hermano menor y yo nos dividimos. ¿Es eso un problema?

—No, aunque dijera que lo fuera, no te importaría.

—Exacto.

Cuando elevo un centímetro mi vista, me doy con él, con esa mirada oscurecida. Sus ojos son... grises con vetas doradas muy mínimas, son exóticos, mientras que su cabello le sienta muy bien al tipo de rostro duro y marcado que tiene.

—¿Cómo supiste lo de ayer? Es bastante raro que supieras exactamente lo que pasó, entiendo que Baldric pudo haberte dicho, pero lo demás me parece curioso.

—Creo que no te queda claro por más que pasen los meses que estás con un Cane, lo sé todo, lo veo todo —afirma severo—. Todo lo que me quieras esconder, lo sabré, Nina.

—Eso no es respetar mi espacio personal, ya cedí demasiado ante ti, siguiendo las reglas...

—¡Son por tu bien y no lo entiendes! —Se levanta de un salto para chocar sus duros y macizos puños en la mesa—. Te mandé a descansar, a comer porque estaban anémica desde que te saqué, te mandé a respirar aire libre para que tu cabeza dejara de pensar. Lo que no quieres entender es que mis reglas son por tu bien, pero claro, a la señorita todo le cae mal.

Perversión oscura #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora