Nadie debe saberlo

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– No.– Se puso frente a la puerta, le sonrió y luego se acercó a él. – ¿Me dejarías cocinar para ti, por favor?

– No es necesario, lo sabes, puedo ir a comprar la cena.– Rubén aún estaba aferrado a esa idea, Samuel no sabía por qué no se dejaba consentir y ya. Con Willy hubiera sido diferente.

– Vale, pero no te tardes mucho – Le besó la mejilla. Se quitó de enfrente de la puerta y camino a la sala.

Había un canal de películas que le gustaba ver a Veg, pero Rubén decía que era aburrido, así que lo había dejado de ver hacía mucho. No lo puso incluso cuando Rubén salió. En lugar de eso, puso una película cualquiera en otro canal cualquiera, mientras esperaba a su pareja.

Era ocho de junio. Recordaba esa fecha porque Willy había tocado a su puerta esa noche, más bien, a la puerta de la casa que ahora compartía con Rubén.

–  ¿Qué haces aquí? –Su intención no fue sonar borde, pero el tono en el que lo había dicho decía todo lo contrario.

– ¿No puedo visitar a un viejo amigo? – Guillermo le sonreía, ese hombre siempre estaba sonriendo.

– Claro que sí, pero no a éstas horas – se hizo a un lado para dejarlo pasar. – ¿Ocurrió algo malo con alguien?

– Te extraño.

Samuel no estaba preparado para esa... confesión. Se sentó en donde había estado sentado antes y se pasó la mano por la cara un total de cuatro veces. Suspiró. No entendía a qué venía eso.

– ¿Has tomado ese famoso vino de Luzu?

Bueno, eso sonaba como una acusación. Puso ver cómo la sonrisa de su amigo se desestabilizó un poco. Se puso de pie y dió dos pasos largos para estar frente suyo. Veg sabía a qué se refería Will. Vegetta lo sabía muy bien.

– ¿Puedo dormir aquí hoy? – Willy fue el primero en romper esa barrera de espacio personal. Le puso las manos sobre el pecho y lo miró directo a los ojos.

– Sabes que no, Rubén ya sospecha de nosotros.

– Seré silencioso.

– ¿Lo prometes? – Veg puso sus grandes manos sobre la cintura de Will y lo acercó a él. Esa intimidad entre ellos se sentía natural. – Iré a verte cuando Rubén se duerma.

Se quedaron así un buen rato hasta que Veg pudo escuchar los pasos de Rubén. Lo bien que debía conocerlo para poder saber que era él solo por el sonido de su andar. Guillermo se fue a la habitación de visitas, habitación que Rubén le había pedido hacer a Veg para alojar a su mejor amigo.

La cena no fue tan buena, pero tampoco tan mala. Hubo algo de sexo a medias luego de cenar, y después Rubén se durmió. Veg fue al cuarto de visitas.

No había nadie. Sam sabía que se lo había imaginado todo. Las cosas no habían ocurrido así. Will si había ido a verlo, pero solo para entregarle un recado de Merlon y luego se fue, aim siquiera decir una palabra; la cabeza de Veg se encargo del resto.

Miro la cama vacía. Sintió un espacio vacío en su pecho. Volvió a la cama con Rubén.

En realidad, Sam no se dió cuenta cuando Guillermo tomó su distancia, no supo en qué momento habían dejado de ser ellos dos, estaba en conflicto consigo mismo, pues no entendía cuál era la razón por la que Willy de repente se había alejado de él. En el fondo, Veg imaginaba que esas miradas y besos en las mejillas habían despertado sentimientos equivocados en el albino, y que esa era razón de su alejamiento. Cuánta verdad tenía.

Willy no podía estar en la misma habitación que Veg, sin sentir que su pecho se oprimía de dolor. Quería algo serio con él, anhelaba una relación duradera, una relación amorosa; no hay que malinterpretarlo, Guillermo adoraba su amistad, pero... siempre había sentido algo más que eso por el De Luque. Veg no se había dado cuenta de eso, hasta mucho después, y aún peor, no se había dado cuenta de que él también sentía lo mismo, hasta que fue muy tarde.

Durante el día de la boda, Will lloró toda la mañana. Detestaba ver las decoraciones en el pueblo, dónde se presumía del amor que Rubén le había robado, sin embargo, a pesar de estar a punto de casarse con Veg, Willy no sentía odio o rencor hacia Rubén. Willy podía entender por qué Rubén se había enamorado de Veg. Es que era sencillo, la manera en la que sus ojos morados se volvían más oscuros cuando anochecía, o cómo sus grandes manos podían rodear perfectamente la cintura del oso, la colonia que el De Luque usaba era de los olores favoritos de Guillermo. Todo de Veg era espléndidamente atractivo, pero a su vez, causaba dolor. Al menos para Willy.

– ¿Vas a casarte? – Esa mañana, también, fue a ver a Vegetta. Era la primera vez que le hablaba de frente después de casi ocho meses.

– ¡Hombre, pero si tú se supone que deberías de estar entre mis padrinos! – Veg estaba muy emocionado de verlo otra vez, de dirigirle la palabra. – ¿Quieres que te preste un traje? ¡Vamos! Quiero verte junto a mi en ese altar.

Fue evidente que Veg no había pensado lo que había dicho, y si lo hizo, seguramente esperaría que Willy se lo tomara a broma. Las mejillas del albino estaban rosas. Verde y morado se encontraron. Hace algunas semanas, Veg había fantaseado con tener a Willy entre sus brazos y se sentía terrible por el pobre de Rubén.

– No creo poder ir, quedé de ver a Alex en un rato, tal vez te envíe un regalo. Felicidades.

No esperó a que Samuel lo detuviera, se dió la vuelta y salió rápidamente de la casa. Caminó y caminó, hasta que llegó a la guarida. Habían tenido algo ¿Cómo era que Sam podía actuar como si no? ¡Dioses! ¡Habían estado a punto de hacerlo! Al Díaz le frustraba que Veg no mencionara nada, que hiciera como si ese tiempo juntos no hubiera existido, vamos, no habían sido unos días, habían sido años; todo ese tiempo había desaparecido para Veg, o almenos eso era lo que Willy pensaba.

Sabía que no tenía tanto tiempo para cubrir bien su imagen, pero ya no importaba si lo descubrían, de todas formas, podía huir junto a Veg muy lejos de ahí. Se tendrían el uno al otro y sobre todo, estarían juntos.

La gente no lo reconoció, por suerte. La mano de Veg estaba caliente en comparación a la suya, debía ser porque había estado jugando a tronarse los dedos de los nervios. Sonrió de lado, conocía muy bien a ese hombre.

– ¿Te querías casar con Rubén?

– Si.

Tal vez fue la decepción más grande que Will había sufrido. Tal vez fue su corazón rompiéndose.

– Entonces ¿por qué has venido conmigo? – Su tono era firme, no podía faltarle la voz vistiendo ese traje. – ¿Estoy perdiendo mi tiempo?

– Tu y yo no somos nada.

¿Estaba Veg empeñado en romperle el corazón? porque eso parecía. Willy hizo una mueca bajo la máscara y luego se giró, miró el lugar, no sabía dónde estaba. Sintió a Veg acercarse por detrás y abrazarlo por la espalda. Los músculos del De Luque lo rodearon con fuerza, con tanta seguridad que las mejillas del contrario se pusieron rojas.

– Lo siento Willy, no quise decir eso cari.

Willy se giró y lo miró a los ojos. Estaba seguro de que este era su verdadero comienzo. Podría tener esa relación que había estado deseando desde siempre, con Veg.

Se abrazaron alrededor de diez minutos. Sus corazones latian con fuerza. No había nada que pudiera separarlos ahora, ya ninguna persona los molestaría. Iban a ser la pareja que estaban destinados a ser. Según Willy.

Willow  (Wiggeta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora