Suficiente.

32 4 1
                                    

No habían podido conseguir los materiales para la espada de Will, así que volvieron a Karmaland un fin de semana al amanecer.

El pueblo seguía tranquilo y todo parecía estar bien con los habitantes. Las casas no habían sufrido daños y los comercios se mantuvieron intactos, Veg sintió que todo su esfuerzo por alejar a los maleantes estaba dando frutos.

Lo que no daba frutos era su amistad con Willy. Había. Pasaron otras dos semanas en la cabaña luego de que el albino se confesará, y al volver, no le había dirigido la palabra. Incluso cuando se encontraban en el pueblo, Willy solo lo saludaba y le inventaba alguna excusa para irse, normalmente iba a visitar a Alex, Veg lo sabía porque el chico le había dicho que Willy se había vuelto más cariñoso con él.

Guillermo no tenía ni ganas de ver a Samuel, estaba cansado de que el pelinegro desviará la conversación a algo que no tuviera que ver con ellos dos y además, tenía el descaro de guiñarle el ojo cada que se veían ¿lo estaba haciendo de broma? ¿qué se creía?

Alex era un buen compañero y... Guillermo se sentía fatal por descargar su frustración con él. Sabía que forzarse a amar a su amigo Alex solo iba a terminar lastimandolo a él mismo, pero no encontraba qué más hacer. Tenía tanto amor para dar, pero nadie se atrevía a quererlo. Estaba harto de ver cómo se formaban parejas en el pueblo, como se casaban y como tenían hijos, él quería todo eso con Veg, eso y más.

– ¿Podemos hablar? – Guillermo llevaba dos horas intentando evadir a Veg.

Veg llevaba dos horas siguiendo a Guillermo por todo el pueblo.

– Ahora no Veg, estoy ocupado – Pero no lo estaba, sino, se hubiera ido enseguida, en cambio estaba dando vueltas a lo tonto por el pueblo, seguido de Veg.

– ¿Quieres salir conmigo en la noche?

Guillermo se detuvo. Veg sonrió y se acercó a él. Se puso frente al albino y con una sonrisa gigante le besó la frente.

– Tenía miedo de admitirlo pero... creo que también me gustas.

– ¿Estás jugando conmigo? – El albino frunció el ceño y se apartó de Veg. Samuel suspiró y negó rápidamente.

– Es solo que... Alex me dijo que lo besaste ayer y...

– Y te da miedo perder mi atención. – Terminó la frase Will. Vegetta lo miró a los ojos, como si hubiera descubierto un secreto y luego bajo la cabeza, le daba vergüenza lo que estaba haciendo.

– No...

– Si, eso es lo que ocurre – A Guillermo lo invadía una rabia poco normal en él. – Te diste cuenta que si permites que Alex y yo pasemos más tiempo, me voy a olvidar de todo lo que siento por ti ¿no es eso?

– ¡No! ¡Guillermo, por favor! – Adelantó dos pasos y lo tomó de las manos. Willy suspiró y apartó la mirada. – No jugaría contigo así, sabes que no... pero también sabes que... hemos pasado mucho tiempo juntos y tú siempre has estado para mí y yo para ti...

– No quiero que tú declaración de amor sea cursi – Volvió a alejarlo y lo miró mal– dime tres cosas que te gustan verdaderamente de mi, cosas no físicas Veg, dilas.

– Will...

– Bien, yo te las diré – Podía sentir como sus ojos se empañaban por las lágrimas. Veg lo lastimaba. – Tu risa, pero no la que finges cunado estás con alguien más, me gusta la verdadera, la que sale cuando te cuento chistes. Me gusta tu aroma carajo, cuando todas las malditas mañanas que nos vamos de aventura vienes oliendo a lavanda fresca ¿sabes qué más me gusta? que nunca te das por vencido cuando algo no sale perfecto, tu sentido del perfeccionismo es atractivo y estresante.

– Pues a mí no me gustaría pasar mi vida con alguien que no seas tu.

Willow  (Wiggeta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora