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—¡Alfredo, ya te lo dijimos por quinta vez, que ella está más alta, chinga!—Ovidio entró a la habitación, seguido por sus dos hermanos mayores. El azabache venía de brazos cruzados, con el ceño fruncido y discutiendo por sabrá Dios que, con sus medios hermanos.—¡Eres un pésimo perdedor!

—¡Claro que no!—Alfredo se plantó frente a sus hermanos, y negó en repetidas ocasiones con la cabeza.—Serafín está de mi vuelo, wey, no está tan chaparro como ustedes.

Ovidio lo miró indignado. Me removí sobre los brazos de Serafín, y el puso su cabeza en mi hombro, recargándose contra mi, quien también estaba atento a la discusión de los hermanos Guzmán, aunque al parecer los dos ya sabíamos por qué rumbo iba esta pelea.

—¡Te apuesto quinientos de los verdes, a que Kim está más alta que este pend...!

—¡Ovidio!—Serafín se metió en la discusión, bastante ofendido y con las facciones arrugadas, provocando que soltara una leve risita al verlo tan molesto, hundió suavemente sus dedos sobre mi cintura, y pegó mi espalda a su pecho, atrayéndome más a él.—¿Están apostando por ver quién está más alto?

Los tres Chapitos asintieron, provocando que soltara una carcajada al verlos tan decididos, sobre sus puntos de vista.

—Ya mamaste.—El moreno habló en tono altanero hacia Ovidio, y después también se dirigió hacia su mejor amigo, Iván.—Yo también voy a querer mis quinientos dólares.

—¡Pobre perro!—Me quité de sus brazos bastante ofendida y indignada, tanto que ni siquiera pensé mis palabras, ocasionando que Serafín se girara a verme con fuego en sus ojos por la forma en lo había llamado.—Mido uno vigente y uno, no estás más alto que yo.

Ovidio le quitó el radio a Iván, presionó un botón y habló.—Nini, ocupo que me traigas una pinche cinta pa pedir, pero en chinga.—Corto la transmisión y le devolvió el aparato a su hermano mayor.—¿Qué? Hay que arreglar esto de manera derecha, carnales.

Las manos escurridizas de mi novio, fueron hasta mi cintura donde me comenzó a picar las costillas con las yemas de sus dedos, y intenté apartarlo, se había metido con mi ego, al pensar que el estaba más alto que yo.

—Me pareció una falta de respeto, las pendejadas que acabas de decir.—De nuevo, intenta subirme arriba de sus piernas, en la posición que estábamos hace unos minutos, antes que los Guzmán interrumpieran nuestro momento con su discusión.—No, ya no.—Lo intenté alejar de mi, poniendo mis manos sobre su pecho, pero este me jaló de las muñecas subiéndome de nuevo a sus piernas.

Su boca fue hasta mi cuello, con la intención de contentarme dándome besitos en mi punto débil, pero solo recibió un golpecito en la frente para que se alejara de mi cuerpo.

—Ya no te quiero.—Me crucé de brazos, ignorando a los hermanos Guzmán que seguían discutiendo entre ellos, en medio de la sala de estar, Serafín gruño sobre mi cuello, y pasó sus brazos por abajo de mi abdomen, sentí su aliento chocar contra mi cuello, provocando que mi piel se erizará al tenerlo tan cerca de mi cuerpo.—Me cais mal ¿Sabes? Mi altura siempre me a caracterizado de los demás, como para que piensas que eres más alto que yo, cuando no se así.

Soltó un suspiro.—Pero si yo estoy más alto que tú, no se que estás diciendo.

Rodé los ojos con molestia, ante sus palabras y me gire sobre sus piernas para observarlo, seguramente quería hacerme enojar, y esa era la razón de sus palabras sin sentido.—Eres un pend...

—¿Un que?—Jugo con las palabras, clavando sus dedos sobre mi vientre -Sin hacerme daño, claro, el siempre recurría a esas bajezas para hacerme cambiar de opinión- y de nuevo rodé los ojos con molestia, ¿Quién se creía?—¿Un que, chiquita?—Susurro.—Dilo.

Midnight Rain | Serafín ZambadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora