Introducción

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A lo largo de la historia humana, en toda nación, cultura e ideología, se ha celebrado de alguna forma el amor. Se le escriben poemas, canciones, dulces melodías, cuentos, novelas y en nuestra época actual películas que juntan todo lo ya mencionado proyectándolos en un espectáculo audiovisual. Gracias a estos medios, muchas personas viven ilusionadas esperando algún día encontrar el 'amor de su vida' y se desviven buscando algo tan maravilloso que se transforma poco a poco en algo muy irreal e inalcanzable, lo que causa frustración y sufrimiento.

Pero el amor no es solo romántico, podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la palabra amor se ha prestado para mucha confusión y se ha usado para referirse a una infinidad de cosas, en muchos casos desvirtuándolo y quitándole fuerza a su significado. Por ejemplo, hay gente que dice (no solamente en un lenguaje verbal): "¡Amo mi casa!" o "¡Amo mi dinero!" "¡Amo esta comida!" Como también "Amo a mi familia" o "Amo a Dios". Usamos la misma palabra para expresar el apego que sentimos por un objeto inanimado como una casa o el dinero, así como para expresar el profundo afecto que sentimos por seres conscientes como nuestra familia o por Dios.

A raíz de todo esto podríamos preguntarnos: ¿Qué es el amor? La Real Academia Española lo define así: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. O también: 'Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear'. Dejando de lado los otros conceptos, es interesante que en estas dos definiciones se dice que el amor es un sentimiento del ser humano. Si bien el amor cabe perfectamente en esa concepción, la verdad es que limita en gran medida el verdadero significado de esta poderosa palabra. ¿Por qué? Porque, como veremos en los próximos capítulos, hay una enorme diferencia entre sentir amor y demostrar amor. Un sentimiento es algo típicamente pasivo, está encerrado en nuestra mente y corazón, es decir, solo nosotros sabemos que existe. Pero el amor no es pasivo sino activo, requiere acción, algo que no solo nosotros podemos experimentar, sino también algo que crea repercusiones en los demás, tanto positivas como negativas.

A lo largo de estas páginas realizaremos un examen profundo y exhaustivo de esta virtud, pasando brevemente por diferentes culturas y épocas, encontrando así un entendimiento definitivo y completo del amor (en muchos casos romántico). Pero sobre todo, analizaremos qué es y qué no es el amor. Entendiendo aquello, podremos ver cómo demostrar de forma asertiva y eficiente amor a nuestra pareja, familia y amigos, pero sobre todo a Jehová*.

Notas al pie de página:

* Jehová es la traducción al español del nombre de Dios.

Este ensayo está sujeto a actualizaciones periódicas.

El amor que perdura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora