Semana 9 pt.I

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Violeta estaba despierta pero decidió no moverse, prefería disfrutar de la tranquilidad y el silencio del momento. Tenía a Chiara abrazada a su cintura y completamente pegada a su espalda, y sería así como mínimo dos semanas más. Estaba feliz porque el público le había votado nómada favorita y, encima, era su cumpleaños.

Sintió como Chiara empezaba a removerse ligeramente. La granadina cerró los ojos y trató de calmar su respiración para que la morena pensase que aún dormía, debió colar porque poco después empezó a notar los suaves besos de la chica en su cuello.

-Buenos días- dijo Violeta aun con la voz ronca dejandole saber a la morena que ya se había despertado, aunque en realidad llevase ya un rato.

-Happy birthday babe- respondió Chiara mienrtas veía como la pelirroja se giraba para quedar de cara a ella.

La menorquina la sorprendió con un beso que la dejó sin aliento a la vez que se posicionaba encima de ella. La pelirroja pensó que la chica acabaría apoyando su cabeza en su pecho para quedarse un ratito más acurrucadas, como hacia habitualmente, pero no fue así. Los besos de su novia empezaron a descender por su cuello, cada vez más húmedos. Sus manos no se quedaron atrás, la derecha subía por su torso hasta llegar a su pecho para agarrar una de sus tetas con fuerza, no tanta como para hacer daño pero la justa como para sacarle un gemido a la mayor. Su mano izquierda, la dominante, acariciaba su vientre a en movimientos circulares y ratos de arriba a abajo acercandose al elástico de su pantalón.

La boca de Chiara volvió a encontrarse con la de Violeta en uno de los besos más intensos que se habían dado, de esos que vistos desde fuera hasta resultan incómodos y te hacen apartar la mirada. Las manos de la morena no paraban. La que estaba en su pecho pasaba de uno a otro apretando y acariciando con toda la intención del mundo, mientras que la otra ya había pasado el límite de su pantalón.

-¿Paro?- se separó para preguntarle a la pelirroja.

Nunca habían llegado tan lejos, aunque no había sido por falta de ganas, pero era difícil en la academia. Solían estar demasiado ocupados y cuando tenían tiempo libre nunca estaban a solas, o al menos a solas en un sitio sin cámaras. Violeta quería pero miró a su alrededor. Sus compañeros dormían en sus camas totalmente ajenos a lo que estaba pasando entre las dos chicas.

Se lo pensó un segundo, no era el momento ni el lugar ideal pero aún faltaba un mes para estar fuera juntas y Violeta tenía demasiadas ganas. No sabía si era ella, la situación o que pero ultimamente todo lo que Chiara hacía le parecía sexy. Todos los días tenía la sensación de que la chica se despertaba con el guapo subido, el corte de pelo le quedaba especialmente bien y toda la ropa que se ponía parecía favorecerle.

-No- respondió en un hilo de voz.

Cerró los ojos y sintió como la mano de la menorquina traspasaba toda la tela que las separaba. No fué directamente a lo que buscaba sino que primero acarició sus ingles y después los labios mayores notado como sus dedos se iban mojando.

Acarició su clitoris con un movimiento circular, haciendo presión en ese punto provocando que la mayor se tuviese que tapar la boca con la mano para intentar no hacer ruido. La besó porque prefería que los gemidos de la chica se perdiesen en su boca antes que en su propia mano. Mientras que su derecha iba bajando para sustituir lo que la izquierda estaba haciendo. Llevó sus dedos, ya mojados, a la entrada de la pelirroja. Probó con un dedo que entró sin problema, lo movió de adentro a fuera curvándolo de vez en cuando, tratando de encontrar lo que más le gustaba a la chica que se encontraba debajo de ella. La mano de la granadina fue a su muñeca y la agarró con fuerza.

-Más- le exigió.

Esta vez la morena probó con dos dígitos. Notó como eso era lo que necesitaba la chica y siguió repitiendo los movimientos que había hecho hasta ahora. La boca de Chiara estaba en su cuello, su mano derecha jugando a su antojo con su clítoris mientras dos dedos de la izquierda entraban y salian de ella cada vez más rápido. Sentía que la menorquina estaba en todas partes, completamente rodeada por ella, por su tacto y su olor. No quería que aquello acabase pero era consciente de que las podían pillar en cualquier momento, por no hablar de lo necesitado que estaba su cuerpo. Había tenido orgasmos en esas semanas pero podía intuir que ninguno se iba a acercar a lo que ese estaba a punto de ser.

In my feelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora