El Planeta Único #1

27 - Sitne

Volver al campo de batallas ya no daba la misma sensación que antes se sentía. Había una atmósfera de alivio entre los acerianos, después de todo habían sobrevivido a la destrucción, pero, en nuestro grupo, la tristeza inundaba el ambiente.

- Cambiemos el ánimo por un momento, háganlo por Ryder, él y nosotros lo necesitamos.

Eso nos había dicho Louisa seriamente aquella mañana. Nos lo dijo a todos, cuando Ryder no estaba cerca, aunque se notó que se lo decía especialmente a Riley. Y ella, por más triste que estuviera, trató de calmarse porque, al final, estaba resuelta a ir a ver la última batalla del Torneo Universal número 196.

Escuché muchas conversaciones antes de sentarme en las gradas. Ryder le pidió a Nate que no sintiera compasión en la batalla, que solo luchara sin ningún remordimiento. En ese momento, hablaron con ellos los del Concejo y eligieron a Elijah para que fuera el juez del enfrentamiento final. Además, Andrew y Dylan hablaron sobre los días terribles que habían pasado, pero Andrew quería estar allí para su mejor amigo.

Y, cuando el sol se comenzaba a ocultar ese 13 de Noviembre, me senté en medio de Milo y Andrew. Una vez más, estábamos cerca los buenos amigos, el grupo de siempre sin la actitud de siempre.

Entonces apareció Elijah con su rostro serio, como todo el tiempo desde que lo conozco. Se hizo un silencio total ni siquiera se escuchaban las respiraciones, si hubiera caído una aguja, se hubiera escuchado. Él miró el lugar, analizaba todo con detenimiento. Hasta que respiró profundamente y habló.

- Han ocurrido muchos acontecimientos en estos últimos días, hemos aprendido a valorar lo poco y lo mucho. Para nadie es un secreto que yo vengo del primer planeta caído. Más de 4 años de tristeza - Suspiró - Ahora, a pesar de que 9 planetas cayeron y millones murieron, por fin veo esperanza de seguir viviendo.

- Esperanza - Murmuré.

- Podemos continuar, nuevas generaciones pueden crecer porque hubieron personas que dieron el paso y fueron valientes - Elijah sonrió sutilmente - Hoy no pensemos solo en una final cualquiera, sino en que será un recordatorio importante y un deseo especial de alguien que ya no está con nosotros... Así que hagamos pasar a los que cumplirán este gran honor ¡Ryder Kalim y Nate Cinza!

Con pasos firmes y decididos, ellos aparecieron mientras la muchedumbre gritaba con emoción. Aquellos amigos, rivales, Grandes, se enfrentarían en una muy esperada final del Torneo Universal. Y nadie, ni siquiera la misma Riley, podía negar que era una final que prometía emoción por el alto nivel de entretenimiento y astucia de ambos.

Ellos se colocaron uno a cada lado de Elijah, no había mucha diferencia en tamaño, pero Ryder era un poco más alto. No había rostros sonrientes, tampoco había tristeza, solo era seriedad y también tranquilidad.

Tuve muchas emociones encontradas por aquel momento. Verlos allí, especialmente a Ryder, en la final, era lo que yo quería y lo que siempre esperé. Solo que no sería lo mismo, aunque igual quería sentir la emoción del momento.

- Ustedes han llegado hasta aquí con sudor, fuerza y sangre... ¿Alguno quiere decir algo antes de comenzar?

- Es increíble que ya hayan pasado 5 años desde la última vez que tuvimos que enfrentarnos - Dijo Nate con una pequeña sonrisa - Hoy reviviremos ese día, con ciertas emociones diferentes y varios centímetros más de altura... Te respeto, Ryder, y estaré feliz pase lo que pase.

- Pienso igual, Nate, y sé que será una gran noche - Afirmó Ryder - Una noche llena de recuerdos, adrenalina y emociones que tenía tiempo que no las sentía... Gracias por todo, Nate, gracias por esta gran noche.

- Los respeto, chicos, son los mejores - Les dijo Elijah con admiración - Les deseo la mejor suerte para ambos... Ahora vayan a sus posiciones.

Ryder y Nate asintieron y luego fueron a sus puestos, uno a cada extremo del campo. Ambos se miraron un rato, era poca la tensión que se sentía, pero, entre la audiencia, sí había y mucha. Observarlos, en medio de tanto silencio y expectativa, me emocionaba, solo no me atrevía a sonreír alegremente.