🪶prólogo🪶

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Mi teléfono no dejaba de vibrar, la pantalla se encendía cada dos por tres anunciando la llegada de un nuevo mensaje. No entiendo la manía que tiene Jena de escribir palabra por palabra en lugar de mandar un párrafo completo explicando todo lo que quiere decir.

Bajo mis pies del gran sofá familiar los cuales tenía acurrucados intentando conservar el calor, entre la oscuridad se me hace un poco complicado poder ver dónde se encuentran mis pantuflas, solo el reflejo cambiante del televisor era lo único que daba algo de iluminación a la sala.

—¿Ya te irás a la cama? — dice mamá sin despegar la mirada de la pantalla.

El abuelo ya había cerrado sus ojos ignorando cualquier suceso que estuviera pasando tanto en el programa o en la vida real, mi hermana solo observa su celular y papá está luchando para no quedar como el abuelo.

Se supone que cada jueves nos reunimos para ver una pequeña maratón nocturna de uno de los programas favoritos de cualquiera de nosotros, lo hacemos por turnos, así que la escena familiar no es para nada extraña, lo único que cambia es que cuando le toca a mamá elegir lo que vamos a ver, tenemos que aguantarnos capitulo tras capitulo de programas de los ochenta o noventa, si acaso no más antiguos.

No es que no me guste ver ese tipo de programas, pero llega un punto en el cuál ya se vuelven algo tediosos, sin embargo "todos tenemos que estar presente para así hacer alguna actividad que nos involucre como familia", según fueron las palabras de mamá. Solo podemos retirarnos por el único motivo de ir directo a la cama.

—Si, creo que ya iré a dormir, tengo algo de sueño —fingí un bostezo.

Ella voltea a verme, su melena castaña estaba recogida en una cola alta algo desordenada y parte de su cabello se escapa justo en la posición de sus sienes, no pude ver claramente su mirada ya que sus lentes de lectura, los cuales también usaba para ver televisión sólo reflejaban el brillo y la imagen que en la pantalla de dicho aparato se encontraba.

—Nada de hablar por el celular, directo a dormir —recalco como si no conociera sus reglas.

Fruncí mis ceño como reflejo mientras volteaba los ojos y contaba hasta tres internamente. Es increíble que aún teniendo veintiún años de edad me siga tratando como un niño pequeño, simplemente es algo que aún me sigue molestando y es la razón de todas nuestras peleas.

—Entendiste —repitió mientras bajaba sus lentes hasta la punta de su nariz.

Solo asentí con la cabeza mientras me volteaba directo a mí habitación. No tenía ánimos de discutir y mucho menos de arruinar la noche de todos.

—Que descanses, te quiero mucho —dijo con un tono amoroso como siempre después de hacer algo que me disgusta.

—Yo igual —dije arrastrando cada palabra.

No era que no sintiera eso por mi madre, más bien es que decirlo o escucharlo y más de parte de ella me causaba un gran impacto y más que nada un sentimiento de incomodidad que tardaba en desaparecer.
Siento que ella sólo utiliza esa frase únicamente después de haber hecho algo que me moleste o cuando simplemente me prohíbe hacer algo que me gusta.

"Al fin y al cabo es mi madre y solo tengo que obedecer ya que se supone que como mínimo es lo que debo atribuirle".

Al llegar a mi habitación cierro la puerta detrás de mí sin importar que otras de las absurdas reglas de esta casa sea no permanecer encerrados bajo seguro.

Mi habitación estaba perfectamente organizada, pulcra y sin ninguna mancha, telaraña o polvo a la vista, nada estaba fuera de su lugar, mi cama estaba centrada y en cada lado había una mesa de noche con lámparas que rara vez encendía, por lo menos desde que instalé luces LED de colores, normalmente está iluminado con un tono azul que me relaja muchísimo.

Me tumbó inmediatamente sobre mi nido mientras desbloqueo mi móvil, el brillo de este estaba tan bajo que ni siquiera provocó que parpadeara. Rápidamente observó que tengo más de cincuenta mensajes de Jena. Claramente está haciendo el drama del año por no responderle los mensajes.

—¿Aún sigues con vida o ya es demasiado tarde? —dije haciendo alusión a su último mensaje.

Cinco segundos.

Exactamente eso fue lo que ella tardó en responder a mi mensaje.

—Sabes que claramente necesito atención ¿O se te olvida? —dijo siendo tan dramática como ella misma suele ser.

Solo le respondí con un emoji que refleja tediosidad para luego preguntar de qué se trataba todo su alboroto.

Tres segundos.

Está vez rompió su propia marca. Ni siquiera estaba terminando de mandar el mensaje cuando ya estaba recibiendo su respuesta.

—¿Pero esta chica vive en el celular o qué cosa? —dije en voz alta aunque sabía que técnicamente ese aparato era su vida.

—Sabes que te dije que encontré un grupo de WhatsApp donde hay un montón de personas ingresando por qué están haciendo dinámicas y cosas interesantes sobre ya tu sabes que... —dijo con un tono de emoción que aunque no estaba frente a ella para verlo sabía que estaba conteniendo. —...es cierto que no eres muy fanático de socializar y hablar con las personas pero como ambos hemos hablado tanto sobre este tema desde que te recomende leerte el libro y se que en verdad te gusto, pensé que sería buena idea unirnos para hacer más amistades que al igual que nosotros sean amantes de esta historia, ademas habrán novedades que saldrán primero por el grupo ¿Qué dices nos unimos? —el emoji suplicante que usó al final de todo su argumento me dejó claro que en verdad quería que la apoyará.

Ella tiene muchísima razón, no soy amante de estar socializando y mucho menos con personas que ni conozco, además que me haya gustado este libro no quiere decir que quiero estar involucrado en todo lo que tenga que ver con el, es bueno y ya, sin embargo se que me costará muchísimo más decirle que no a evitar todo lo que podría incluir negarme y decirle que si.

Tomó una gran bocanada de aire antes de responderle, solo esta chica es capaz de hacer que salga de mi zona de confort ¿Que podría salir mal si solo lo intento? Además si no me gusta solo tengo que dar un par de click y ya estoy fuera.

—Mandame el enlace —fue lo único que escribí.

—Anda, solamente te pido que lo intentes un.... ¿Cómo? ¿dijiste que te mandará el enlace sin siquiera refunfuñar?—responde asombrada.

Al fin y al cabo, creo que aún ella no ha sabido desciframe ya que siempre actuó de la forma que menos se lo imagina.

—Si dije exactamente eso, y mejor hazlo rápido antes que cambie de opinión —la presioné.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar en que debe estar saltando de un lado al otro al creer que estoy haciendo lo que ella quiere.

En un par de segundos un mensaje con el enlace del grupo de WhatsApp llegó al chat de Jena. Sin duda ahora ya no hay vuelta atrás, después que entre en él tendré que socializar como cualquier otra persona e incluso intentar ser amable.

¿Seguramente no es tan complicado?

Checó el enlace y el nombre llamativo de este hace que me emocioné al recordar lo bueno que fue el libro cuando lo leí, tres emojis, una rosa, un cuchillo y una gota de sangre, seguido de su nombre, Juegos de sangre.

La jaula de los gorriones -Los juegos de libertad- [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora