03

109 20 0
                                    

Yuuji no iba a admitir en voz alta que se sentía intimidado por la hostil mirada azulada puesta sobre su persona. Mucho menos pensaba mostrar su inquietud por saber que revelar cualquier tipo de información durante su estancia en el departamento de Satoru Gojo, daría como resultado algunos pares de años en prisión.

Bueno, tampoco así.

Tenía muchas ganas de suplicarle a Toji una disculpa y huir a su casa, pues el albino del que tanto se ha hablado por televisión y revistas, lo mira como si fuera basura. Esa mirada azul oculta bajo unas gafas redondas de sol, juzgan cada centímetro de su cuerpo, logrando que se siente desnudado de alguna manera, aunque no en el mal sentido.

Hace unos minutos cuando llegaron, Toji tocó un par de veces el timbre del departamento esperando que Satoru abriera. Yuuji lo había mirado de mala manera, dándole un suave golpe en el hombro para hacer entrar en razón al enorme idiota de su error. Según la información que le dieron, Satoru ahora vivía solo y no había nadie que pudiera atender la puerta por tocar el timbre.

—¿Qué? ¿Quieres que toque directamente la puerta?

Yuuji no golpeó a Toji por respeto, pero ganas no le faltaban. Puesto que había una persona con una discapacidad auditiva dentro, le pidió que le enviara un mensaje o buscara alguna manera de hacerle saber que llegaron. Para su desgracia, Toji fastidiado y con la urgencia de regresar al trabajo, estuvo por destrozar la puerta, más Satoru salió justo a tiempo, antes de que Toji cometiera una estupidez que le costaría la mitad de su sueldo.

Y bueno, a pesar de que Yuuji trató de saludar estrechando sus manos, el albino de inmediato mostró rechazo y se negó a tomar su extremidad con una expresión molesta. En otro caso no le importaría mucho, sabe que son reacciones comunes cuando recién se conoce a alguien, pero en esta ocasión hay una pequeña línea que no quiere atravesar. Se trata de un hombre importante que de alguna manera le estaba dando el "privilegio" de conocer su condición, un tipo con el que iba a convivir varías semanas o meses, no podía darse el lujo de tener una mala relación.

La conclusión de Yuuji era que un simple saludo moviendo su mano y una linda sonrisa bastaban.

Itadori tenía unas ganas inmensas de patear a Fushiguro, porque el idiota no paraba de hablar y explicarle horarios a Gojo. Para su suerte Satoru desvió su mirada frívola al pelinegro.

Mientras Toji actuaba con un idiota y técnicamente hablaba solo, Yuuji buscó en su mochila hasta sacar un pequeño pizarrón que compró y un plumón de agua, escribiendo algunas palabras para resumir toda la estupidez que decía Toji cómo si alguien lo escuchara.

Mi nombre es Yuuji Itadori, seré tu profesor de lengua de señas y te enseñaré a leer los labios. Es un gusto. —Sonriente entregó el pizarrón y plumón a Satoru, buscando una respuesta escrita o tal vez hablada de su padre.

Un gusto. Te agradecería que corrieras a este idiota y entraras de una vez, no tengo todo el día.

Si, podía ofenderse por su actuar o la manera en que le regresó su forma de comunicación, pero no dijo nada y solo acató lo dicho con una leve sonrisa. Se giró a Toji, le quitó los papeles con horarios y le pidió que se marchaste. También le agradeció.

—De acuerdo, cuídate Itadori, cualquier cosa llamas a Megumi, a mí me da igual.

Itadori lo ignora y, con el permiso de Satoru, tras el retiro de Toji ingresa en el cómodo departamento del albino.

No se aguanta las ganas de curiosear el bonito departamento con la mirada, aunque sin perderse en su tarea de seguir a Satoru a la pequeña, pero bonita sala de sofás blancos de cuero. En general todo el lugar está lleno de tonos blancos y grises, también hay algunas cosas de color negro que le dan un toque elegante al lugar. Es cómo entrar en esos lugares que sólo ha podido ver en revistas, un sitio ideal para cualquier soltero que quisiera vivir cómodamente.

Mírame | GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora