VEINTIOCHO

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28. Estamos juntos

Miraba de lado a lado, de arriba abajo, de esquina a esquina, todo con tal de encontrar a las personas cuyos nombres estaban en el letrero que sostenía con mis dos manos.

No fue buena idea. Se lo dije a mi abuela, no necesitamos algo como esto para que nos puedan ver, tampoco gritarles cuando los veamos. Es físicamente imposible que no nos conozcan. Digo, han pasado sólo unos días, no pueden sólo olvidarse de mí.

¿O sí?

Sacudí mi cabeza, eliminando esos pensamientos. Entonces, en ese preciso momento pude divisar una muy pequeña melena castaña abrirse paso entre las personas, moviéndolos con algo de enfado. Para tener seis años, golpeaba fuerte.

Sí, me compadezco de quienes sintieron su ira.

Yo la he sentido muchas veces

Al llegar a un sitio solitario, se detuvo y nos buscó por doquier. Suspiré, al notar que no nos encontraba, sin embargo, no tuve que acercarme, ya que mi abuela se hizo notar.

—¿Quién es mi nieta favorita?

Por fin, Eloise nos encontró entre el gentío y esbozó una gran sonrisa

—¡Yo! —corrió a nosotros

Fui ignorado totalmente en el momento en el que se echó a los brazos de los dos ancianos con felicidad. Esperé a que el pequeño momento pasara, y aun así, mi hermanita no pareció detectar mi presencia

—Venimos a ver al feo de Ethan —les habló—. ¿Lo han visto?

—Estás tan grande —la mujer pellizcó con suavidad una de sus mejillas—. Mírate. Tus hermanos son físicamente parecidos a tu padre, pero tú... sacaste el encanto de los Houston.

—Y eres toda una fiera —le dijo mi abuelo—. Por eso eres nuestra favorita.

—Los estoy oyendo, ¿saben? —decidí intervenir, indignado—. No es muy lindo escuchar todo lo que dicen. Y menos si eso significa que no importa todo el tiempo que hemos pasado juntos, nunca me querrán tanto como a ella.

Mi hermana me miró

—Ah, estabas aquí.

Mis hombros bajaron con desilusión

—Qué graciosa.

Esta me sonrió y se acercó a mí para darme un abrazo en las piernas

—Papá dice que podrás cargarme el resto del camino, porque ya caminé mucho y me duelen mis piernas.

Resoplé

—Sí, eso suena a algo que diría papá. Por cierto, ¿dónde los dejaste?

—Allí vienen —miró hacia donde indicó

Invierno de colores✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora