Simón

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❝<🌹 VERSIÓN EDITADA 🌹> ❞
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Había una vez un hombre gentil y bueno, de cabello rojizo y con una mirada buena y llena de sinceridad, él era muy talentoso. En su juventud había sido un gran caballero lleno de virtudes, que lograba rápidamente acabar con los enemigos, el emperador estaba impresionado con él. Un día conoció a una hermosa mujer, tenía un cabello corto hasta los hombros y rubio como los rayos del sol, de unos ojos claros y azules como el mar; ella era bella y valiente. Ambos se conocieron en el palacio imperial, cuando eran unos reclutas del ejército. Él era tan talentoso y fuerte a pesar de su apariencia de mediana estatura. Ella se llamaba Kana, era fuerte y ágil para ser una mujer, muchos estaban en desacuerdo con que estuviera en el ejército del emperador.

—¿Cómo pudo calificar?!

—¡¿Cómo una mujer está aquí?!

Muchos reclamaban, pero ella era indiferente, llegó ahí por su talento y eso le bastaba. Simón estaba impresionado, la admiraba y no le importaban tales comentarios, ambos se convirtieron en los mejores del ejército del emperador. Se armaron de mucha fama y por sus habilidades se convirtieron en leyenda, sobre todo Simón. Inclusive había soldados que lo admiraban y le tenían respeto.

kana se enamoró de Simón con el tiempo y él le correspondía. Poco a poco sus vidas se entrelazaron, y unos años después se casaron y vivían muy felices. Kana era excelente cocinera y buena manteniendo el hogar. Ambos iban y venían de los entrenamientos en el palacio. Libraron batallas juntos, algunas muy fáciles y otras muy feroces. Ambos eran buenos compañeros y se llevaban muy bien. Hasta que un día una extraña enfermedad que se esparció en la capital atacó a Kana. Extrañamente de los dos sólo ella fue afectada, Simón no entendía cómo, y en el pueblo muchos murieron. No se hallaba cura y los médicos no hallaban la causa, los magos buscaban pistas de que pudo haberlo provocado y los elfos seres mágicos y médicos naturales con habilidades únicas eran exclusivos de la familia imperial, por lo que no era admitido atender a los aldeanos y a los ciudadanos ni siquiera los nobles de alto rango podían ser atendidos por ellos.

—Kana haré algo, buscaré alguna cura o poción que pueda ayudar, no me rendiré.

—Está bien, ten cuidado y regresa pronto— Kana sonreía y se despedía dulcemente de él.

Simón salió en su caballo, iba a las provincias cercanas y buscaba información sobre alguna cura. Nunca se alejaba demasiado si no era necesario. Alguien le ayudaba a cuidar a Kana, pero él se preocupaba al estar muy lejos de ella. Él encontró muchas pociones, unas muy caras y otras con gran calidad, pero ninguna hacía efecto. Calmaba sus síntomas, pero al poco tiempo esta empeoraba, no lograba conseguir nada. Pensaba en ir al palacio y rogarle de rodillas al emperador para que el elfo médico revisara a su esposa, pero Kana se opuso, decía que aunque fuera el famoso caballero que el emperador admiraba, este no lo permitiría, ya que él era conocido por sus acciones egoísta y solo buscaba su conveniencia, Kana no permitiría que Simón se humillara ante este emperador.

Unos días después se escuchaban rumores de que los magos habían encontrado la causa de la enfermedad y trataban de contener la plaga. Simón tenía esperanzas de que pronto habría una cura.

—Kana, no quiero separarme de ti... Decía Simón entre sueños. Kana pudo escucharlo, y con lágrimas en sus ojos lo acariciaba con la poca fuerza que le quedaba.

—Te amo... Simón, te amo tanto...

Un nudo en la garganta hizo que sus lágrimas se convirtieran en llanto... Al final Kana no pudo aguantar más y falleció.

Ese día, al llegar a casa, Kana lo llamó y él le tomó de la mano.

—-Simón... Yo deseo que no sufras y que tengas una vida tranquila, sé valiente y bueno como siempre lo has sido.

—Te amo tanto... Dijo kana

—Yo también amor... Tú... Tú eres mi vida... —Simón se esforzaba por no llorar y sonreía torpemente.

Kana llevó su mano hacia su mejía y dijo:

—Es muy cálida... Tu temperatura, tu tacto me hace sentir feliz — Kana abrió sus ojos y dijo nuevamente
—Vive por mí... Vive, sonríe y ayuda a quienes lo necesiten... Y también... Por los niños...

Simón se sorprendió, pero Kana siguió hablando.

—Nunca olvides cuánto te amé— ella sonrió muy alegre, pero sus lágrimas se derramaban, sentía mucho dolor en su cuerpo, la plaga había consumido sus órganos y poco a poco perdía la batalla, Simón de repente sintió cómo la mano de kana perdía fuerza, su cara se ponía pálida y su temperatura bajaba, esto hizo que Simón se afligiera y sintiera un enorme dolor <<¿Cómo podía soportar eso?>>luego la mano que sostenía a Simón, sin dar avisó se deslizó hacia su pecho.

La expresión de Simón se hundió en un abismo. Todo su cuerpo tembló de miedo al sentir que su vida se desvanecía, su dulce sonrisa se borraba. Dejó a Simón completamente devastado...

—¡Kana! ¡Kana!—sollozo, el dolor lo inundó.

Él se sentía culpable por no haber tratado más su enfermedad. Kana siempre se negaba a recibir tratamientos, era muy terca y pues él, aunque le insistió, no podía obligarla. Se maldijo así mismo y se culpó por no ir al palacio y rogar al emperador. Pasaron unos años juntos, pero habían decidido no concebir hijos hasta que cumplieran todos sus propósitos.
Este se arrepintió tanto de esa decisión. Kana se fue... Se fue dejando solo a aquel hombre prodigioso. Este era conocido como Simón Evans. Él se reusó a casarse nuevamente y decidió vivir solo, les enseñaba a los aldeanos esgrima y ejercía sus funciones como caballero.

Al cabo de un tiempo, Simón comenzó a sentir la soledad y deseaba adoptar un hijo para dejar su nombre y herencia en la historia del imperio, pero al final no lo hizo, tenía miedo de volver a perder a alguien preciado.

Pasaron unos años más y él decidió retirarse. Se fue a una provincia lejana del imperio cerca de su ciudad de nacimiento, él se estableció en karkon, un lugar tranquilo y con personas trabajadoras dedicadas a la agricultura y donde los niños cantaban y contaban historias sobre hadas y leyendas que predecía la fortuna de uno de los herederos al trono. Simón no perdió su sonrisa y recordaba a kana todos los días y comenzó a tener una vida tranquila.

Un día Simón tuvo un sueño, en el que su esposa vivía y tenían dos hijos parecidos a ellos. Al despertar fue tan grande su desdicha de saber que solo fue una fantasía, en su Mejía se resbaló una lágrima y pronto su gran tristeza se desbordó, lloro inconsolablemente.

—¡¡kana!! ¿Po-por qué enfermaste? Te extraño tanto...

Simón se tapó los ojos con sus manos y se agachó de dolor.

—¿Por qué no logramos tener nuestra familia?

De pronto, un viento fresco movió suavemente la cortina de la ventana. Simón alcanzó a notar una figura de alguna persona, pero en el instante desapareció. Al levantarse, Simón siguió su vida como de costumbre. Fue a la ciudad a atender unos mandados y al atardecer fue a traer unas yerbas cerca de una colina alta.

—-El atardecer se ve hermoso.

Él sonrió y sintió el viento en su rostro, la suave brisa lo confortaba, respiró profundo y cerró sus ojos, sintiendo cómo el cálido sol lo bañaba. Se dio la vuelta para regresar a su casa y desde la lejanía observó una figura de una persona en capa. Simón se sorprendió y adelantó su paso, llegó lo más rápido que pudo y su sorpresa fue encontrarse con alguien que conoció hace algún tiempo durante una dura batalla.

—¡¡Pero qué rayos!! ¿Cómo es posible? —frunció su seño y agudo su mirada. Y con una voz feroz replicó.

—¡¿Qué hace aquí la bruja del continente del Norte?!


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—Continuará

OK, Historia editada, muchos ya la leyeron, pero agregué una cosita y arreglé otras 😶😊

Bueno, gracias si lo volvieron a leer y gracias a los que no lo habían leído, espero les haya gustado 💖🌠✨^o^🌟


1371 palabras ✨

Descubriendo El Verdadero Amor. Deseos Y Un Cuento De HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora