Personalidad 2

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Quizás la culpa era de mis padres.

Recuerdo cuando entré al colegio. Tenía un corte tipo hongo y era normal. Mi contextura era normal.

Resulta que ya tenía que socializar. Y me iba bien, siempre había sido muy comunicativa. Pero empezaron las fiestas (a las que no iba), las actuaciones (a las que mandaban a mi abuela a verme o simplemente pedían que no participara), los juegos deportivos (en donde me dejaban a cargo de la profesora) , y me empezaron a excluir. 

- Pensé que eras mi amiga, ¿por qué no fuiste a mi fiesta? - Me dijo alguna vez una niña mientras comíamos las loncheras.

- Mis papás trabajan. 

Y aquella niña decidió que no iba a ser más su amiga. Y pasó otra vez. Y otra más. 

Nunca fui a los paseos escolares ("¿Para qué si puedes ir con tu mamá y sus alumnos?"), nunca fui a las reuniones de padres ("No tenemos tiempo, además que esas reuniones son para tomar mientras ustedes chivatean por ahí y no tomamos"), nunca fui al cumpleaños de algún niñx ("No hay quien te lleve").  

Ante la negativa de mis padres a llevarme a cualquier evento social luego del colegio (exceptuando los talleres a los que me metían para evitar mi presencia en la casa), encontré una forma de consolar mi soledad.

Y así descubrí mi nuevo hobby: comer.

Sí, hobby. Porque cuando me sentía triste, comía; cuando me sentía sola, comía; cuando los niños se reían de mi porque era la única niña sola, comía; cuando llegaba a casa a contar mi día y papá y mamá me mandaban a callar para poder seguir con su trabajo, comía.

Y era de esperar que de tanto comer, empezara a engordar.

Mamá renegó en cuanto vio que ya no me quedaba bien el buzo, pero nunca se sentó a preguntármelo, simplemente atinaba a decir "deja de tragar tanto". Y por ese tipo de comentarios, atinaba a comer más.

Poco a poco dejé de tener amigos en el colegio, habían empezado a excluirme en las clases de educación física y de los grupos de juegos. Estaba en Kinder.

Al pasar a primaria todo se fue en picada. Sí creía que los infantes eran crueles, los niños lo eran aún más con todo tipo de comentarios respecto a mi peso (que solo me hacía comer más). Las niñas decidieron que sería "la niña fea" y los niños hacían comentarios burlescos.

Lo que me daba más coraje de la situación es que todos me juzgaban por mi apariencia, pero nadie trató de conocerme más, nadie quiso sentarse un recreo a jugar conmigo o a conversar. ¿El mundo siempre sería así de cruel? Y para matar los 30 minutos de receso, comía.

Esta personalidad empezó a odiar el colegio, pues el bullying que le hacían se había vuelto insoportable. No tenía amigos, y nunca entendió por qué. ¿Acaso su peso definía la calidad de niña que era?

Con amor, C.

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