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⋆｡‧˚ Capítulo cinco˚‧｡⋆ ❝Números de la suerte❞ ╰►in a world of boys he's a gentleman. ___________________
Hola Buenos Aires. Tanto que te soñé.
Llegamos hace media hora, nos pasó a buscar un auto negro con el logo de Netflix en una de las puertas. Eu que genial esto. Me puedo acostumbrar.
—Nos vemos mañana chicos, Emilio los va a llevar al apartamento para que se vayan acomodando. Aprovechen para conocer o para acomodarse. Mañana con todas las pilas.—fueron las palabras de Lorena alejarse de nosotros para subir a un auto un poco más lejos.
—Las damas primero.—me dijo Enzo abriéndome la puerta del auto. Que caballero.
—Gracias.—dije con una sonrisa.
Usualmente, no me gusta mucho ese estereotipo del caballero que hace todo por socorrer a la dama, eso de que "necesitamos a un hombre" me parece completamente absurdo porque yo, como toda una dama que soy, me puedo valer solita. Tipo yo, me podría abrir la puerta sola, pero no sé, con él era distinto.
Con él no me molesta si me abre la puerta del auto.
No sé que me pasa.
Callada y sin parecer una loca que sobrepiensa todo, me subí al auto. Un señor medio pelado y con unos Ray-Ban clásicos adornando su perfectamente afeitado rostro, nos recibió.
—¿Cómo estuvo el viaje?—nos preguntó sin más vueltas.
El viaje había sido bastante tranquilo, conversamos mucho con Lorena y con Enzo, más que nada de trabajo y de esta película que se nos venía por delante. Nos expresó su asombro por el "futuro" de esta peli, ojalá que salga como planean porque sería un golazo.
—Tranquilo, muy tranquilo.—contestó Enzo con modestia, a lo cual yo afirmaba con un ligero "si".
—Me alegro.
Sin saberlo, nos tocó enfrentarnos a una hora y media de viaje en ese auto. Con el conductor hablamos del clima y de algún tema político del momento, que yo no entendía muy bien por el hecho de no estar muy enterada de la política en Argentina.
Enzo tiene una paz y una filosofía tan grande para expresar cada palabra de su vocabulario, que me asombra cada vez que lo escucho. Y me gusta mucho esa forma de hablar.
Llegamos al lugar, entre charlas y algunas risas, bajamos nuestras valijas, Emilio nos entregó un par de llaves a cada uno, para nuestras respectivas habitaciones.
El auto desapareció entre la multitud de otros vehículos que transitaban por Buenos Aires.
Entramos al departamento, un recepcionista con un acento peculiar nos recibió con calidez.
