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—Volví

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—Volví.

—Bienve... nido —susurró lo último al ver al pequeño chico entrar tras el pecoso.

Al igual que el bicolor, el cenizo se sorprendió al ver una cara completamente nueva sentada en el sofá de su... no novio.

—Siéntate, Kacchan. Te traeré una taza de café —dijo el pecoso, sonriendo, mientras se dirigía a la cocina, dejándolos solos.

Ambos se miraron de reojo, analizándose de arriba abajo. El pequeño gato que Shoto tenía en brazos saltó hacia el rubio, restregándose en sus pies.

—¿Qué tal, bola de pelos? —dijo Bakugo, arrodillándose para acariciar al felino.

—Se llama Mancha —lo corrigió Shoto con suavidad, frunciendo el ceño.

El aire entre ellos pareció ponerse denso al primer contacto visual.

—Mentira, se llama Shoto —replicó Bakugo sin mirarlo.

—¿De dónde sacaste ese nombre? —preguntó Shoto, intrigado.

—Es así como Deku le puso —respondió Bakugo como si fuera obvio

Shoto lanzo una mirada disimulada hacia la cocina. Sus mejillas se sonrojaron levemente al recordar cómo le había pedido a Deku que no le pusiera ese nombre. Sentía que Mancha no se parecía en nada a él.

Cuando el gato decidió marcharse, Bakugo se mantuvo lo más lejos posible de Shoto. El ambiente se tornó incómodo; ninguno de los dos se sentía cómodo con la presencia del otro. Para Bakugo, el bicolor parecía haberlo mirado con cierto desprecio desde el momento en que entró en la casa. Por su parte, Shoto sentía un extraño malestar hacia el rubio, una especie de alerta, como si fuera una amenaza. No sabía por qué, pero algo en él le disgustaba.

—Así que... —rompió el silencio con amargura—, ¿ahora Izuku es niñero?

Bakugo lo sintió como un ataque. Su rostro se endureció, frunciendo el ceño con furia creciente.

—No soy un puto niño —replicó seco, intentando contener su mal humor.

Shoto se sorprendió por el lenguaje del rubio, pero lo consideró una pequeña victoria.

—Uno muy grosero, por lo que veo —atacó Shoto con indiferencia.

La tensión aumentaba. Bakugo apretaba los puños, tratando de no hacer una escena en la casa de Deku. No estaba dispuesto a dejarse llevar por algo tan estúpido.

—Eso no te importa —dijo con fastidio.

—Tienes razón —respondió Shoto con despreocupación—. Un niño con problemas de ira no es mi problema.

—No tengo malditos problemas, mitad mitad —espetó Bakugo, lo que hizo que Shoto se girara de inmediato. Ese apodo estúpido lo enfureció, y ambos se quedaron mirándose, listos para pelear.

El juego de miradas se interrumpió cuando el móvil de Shoto comenzó a sonar. Al ver quién lo llamaba, el color se le esfumó del rostro. Se levantó para contestar.

—¿Diga? Sí, sí... no, no, padre, yo...

A pesar de la distancia, Bakugo pudo escuchar claramente la voz gruesa y autoritaria que gritaba al bicolor al otro lado de la línea, exigiendo saber dónde estaba. Shoto, nervioso y triste, apenas pudo balbucear respuestas.

—Está bien, voy en camino —dijo Shoto al colgar.

Bakugo sonrió para sus adentros. Eso significaba que iba a quedarse a solas con su vecino. Sintió una extraña sensación de victoria.

Cuando Shoto se preparaba para irse, Bakugo se acomodó en el sofá, tomando su lugar.

—Aquí tienes, Kacchan... ¿Te vas? —la voz del pecoso sonaba decepcionada al verlo en la puerta.

Le entregó una taza de café al rubio, que sopló despreocupado, mientras observaba a Shoto ponerse los zapatos.

—Te acompaño —insistió Izuku, pero Shoto negó con la cabeza.

—Le dije a mi padre que estaba cerca de la cafetería, así que me verá allí.

Shoto permitió que Deku lo acompañara hasta la puerta, y Bakugo los siguió a regañadientes.

—Gracias por todo —murmuró Shoto antes de besar a Deku en la mejilla. Izuku se quedó tocándose el lugar del beso, sorprendido, mientras Bakugo miraba con evidente enfado.

—Espero vernos de nuevo, Kacchan —gritó Shoto burlonamente antes de despedirse con una mano en alto. Bakugo solo pudo responder con una mirada de disgusto.

Cuando Shoto desapareció de su vista, Deku se giró hacia Bakugo, que seguía molesto.

—Lo siento —dijo Izuku con suavidad, dándole un abrazo inesperado.

El rubio se sonrojó violentamente, intentando zafarse del contacto. El contacto físico aún lo ponía nervioso.

—D-Deja tus cosas gays —refunfuñó—. Solo no lo vuelvas a hacer. Y desde ahora serás mi Taxi personal.

Izuku rió, aceptando la extraña "penitencia" sin oponer resistencia.

—¿Eso es lo único que me vas a pedir? —preguntó, con curiosidad.

Bakugo se congeló, sabiendo exactamente lo que realmente quería pedirle. Respiró hondo, reuniendo valor, y de repente lo empujó contra la pared.

—¿K-Kacchan...? —susurró Izuku, confuso.

Unas pequeñas manos intentando acorralarlo lo callan abruptamente. Observo nervioso a su pequeño amigo.


—C-Cine... tú y yo... mañana... ¡Pasas por mí! —exclamó Bakugo, su voz salio temblorosa y su cara era roja como un tomate.

Izuku, aliviado y sorprendido, no pudo evitar reír con ternura.

—Con que cine ¿Eh?. Bueno no suena mal, claro, paso por ti pequeño

El rubio, sonriendo como nunca, intentó disimular su alegría y se alejó rápidamente hacia su hogar, sin decir más. Mientras tanto, Izuku se quedó mirándolo, riendo para sus adentros. Tal vez había algo más bajo toda esa dureza del explosivo Bakugo.

















🎉🎉🎉🎉

Y seguimos vivos✨



Romantic Life ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora