Me lamenté de la decisión casi al instante.
Cumplí con mi deber como deidad, eso sí, pero introducirme en aquel cuerpo humano conllevó un montón de molestos inconvenientes que ni había previsto ni, por descontado, sabía cómo afrontar.
El primero de ellos fueron los médicos. Esos tipos de bata blanca, olor a desinfectante y talante enciclopédico quedaron tan estupefactos al verme abrir los ojos y sentarme en la cama que no dudaron en catalogarme como fenómeno paranormal y, claro, como tal me trataron. Me mandaron mil pruebas. Otros mil análisis. A saber cuántas exploraciones. Y, entre cables, tubos y pasillos en camilla de una sala a otra, perdí la cuenta de la cantidad de entrevistas que me hicieron en una sola mañana.
—¿Todo bien?
No sé por qué tendían siempre a hacerme la misma pregunta. Era evidente que mi salud era óptima. Los resultados así lo indicaban.
—Sí —me limitaba a responder.
—¿No te duele nada?
—No.
—¿Seguro?
Asentía.
—¿Totalmente seguro?
Sí, por Zeus. Qué humanos más insistentes.
—¿Y no te cuesta recordar cosas?
Eso sí me ocurría y, además, demasiado. Ahí radicaba el otro de mis grandes inconvenientes: la cabeza del humano lucía como un simple cascarón vacío, sin recuerdos de ningún tipo. Y eso era un gran problema para mí porque, sin memoria a la que acceder, no podía conocer su vida ni, por lo tanto, comportarme como él lo haría.
—Tengo bastantes lagunas —reconocía, a media voz—. Me siento muy perdido.
—Es normal. —El médico de turno buscaba quitarle importancia, con una sonrisa tranquilizadora—. Has estado en coma casi cinco meses. Tu cerebro necesita tiempo para acostumbrarse, Yoon Gi.
Yoon Gi.
Aquel nombre me producía un extraño desasosiego en el pecho. Era absurdo. Lo sentía como si fuera mi propio nombre pero, obvio, no lo era.
Yoon Gi.
¿Qué edad tendría? ¿A qué se dedicaría? ¿Cuáles habrían sido sus sueños? Y, sobretodo, ¿por qué se me antojaba tan cercano? ¿Sería un efecto por la falta de costumbre en posesiones?
—¡Hora de comer! —La exclamación del enfermero me sacó de mis cavilaciones—. ¡Tenemos guiso estupendo para el chico estupendo! —Depositó sobre la mesilla de ruedas una bandeja con un cuenco hermético y lo destapó—. ¡Espero que lo disfrutes!
Arrugué la nariz. Qué catástrofe. Olía a pollo. Yo odiaba el pollo.
—No... —Me costó hilar la frase—. Quiero...
ESTÁS LEYENDO
EROS 《YoonMin》
RomanceUn dios solo interviene en el mundo terrenal si recibe una plegaria. Un dios no puede vincularse en modo alguno. Un dios nunca renuncia a su deber. Un dios que no cumple las reglas será despojado de su gracia y encadenado al Tártaro por toda la et...