-Estoy cansado de que me droguen, maldita sea.- Dije al volver a despertarme.
El pequeño Ángel no era tan angelical como creía. El hijo de puta me había vuelto a drogar. Cuando mis ojos se abren otra vez para saber donde estoy solo me tocaba suspirar pesadamente.
Volvía a estar atado.
Pero esta vez, a una silla en lo que a mí parecer era el salón principal de la mansión. Aunque la vista me maravillaba con todo el lujo y la elegancia del lugar, mi mente no dejaba de recordarme que estaba en contra de mi voluntad en este lugar.
-Lo siento tanto James.- La voz del niño estaba a mi derecha. Con un pañuelo húmedo empezó a limpiar mi cara y aunque me aparté fue inútil, porque mientras más me alejaba el chico más se acercaba, al punto de ponerme un poco nervioso, ya que tenía su cintura delgada muy cerca de mi cara, mientras él seguía limpiando mi sudorosa y sucia cara. -Lamento mucho lo que hice.- Decía con voz suave. Como si esa voz no perteneciera a la persona que me puso cloroformo en la nariz para desmayarme y luego atarme a esta maldita silla. -Es que no puedo permitir que te vayas, cariño. No te vas a ir.- Su voz cambió un tono más bajo y serio.
Tragué saliva y con la fuerza que me quedaba intenté razonar con el Ángel.
-Eh...escucha pequeño...
-Me llamo Mikhail.- Decía con una sonrisa en la boca.
-Mikha.- Lo llamé y me dedicó una sonrisa aún más grande y sus ojos parecían brillar.
-Es la primera vez que dices mi nombre.- Su mano acarició mi mejilla con delicadeza, casi como si estuviera hecho de cristal. -No puedo creer que estés aquí.- Susurró casi para él mismo.
-Yo tampoco.- Dijo una voz detrás de nosotros. Cuando volteamos, pude mirar a Rostilav parado en la puerta con un arma en la mano. -No estaba en la jaula.- Decía casi de manera acusadora. -Mikhail, ¿Por qué no está en la puta jaula?
Pensé que me iba a delatar y decirle a su hermano que intentaba escapar. Pero para mí sorpresa, no lo hizo.
-Solo quería que viera el jardín.- Dijo el Ángel.
Ante la palabras del pequeño, su hermano se rió.
-¿En serio? ¿Y por eso el candado está casi destruido por patadas que de seguro le dieron? Y no olvidemos del chico inconsciente en la jaula que recibió un golpe en la cabeza.
Ante la mención del chico, tuve la decencia de avergonzarme. No debería hacerlo, pero quise disculparme.
-Lo sient....
La voz de Mikhail me interrumpió.
-¿Destruiste el candado y forzaste a Nate hasta dejarlo inconsciente?- Preguntó con emoción en su voz, dejándose caer en mi regazo y tomarme del cuello. -¿Puedes ser aún más perfecto?- Los ojos del Ángel lucían como dos estrellas que iluminaban la fría noche y que, secretamente, me encantaba ver luego de un día agotador y largo en el trabajo.
-Yo....bueno, yo...
-Esto es un problema Mikhail. Nunca debí dejarte que me cohecionaras para traerlo aquí.
-Secuestrarme y traeme aquí querrás decir.- Le dije sin miedo. Este hombre me asustaba, pero no iba a permitir que me volviera a poner nervioso.
Su hermano menor por otro lado, cuando me veía mucho a los ojos, mi corazón empezaba a bombear más rápido y mi estómago tenía un hueco en lo más profundo.
Debían ser parásitos.
-"Secuestrarte", "traerte", es lo mismo.- Decía sin emoción.
-No lo es.- Le reclamé con odio.
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Entre lágrimas y sangre
Fiksi PenggemarPrimer libro de la serie "Los Solkov" Ser médico era fácil. Ser el médico de uno de los hijos del Zar de la mafia rusa era lo complicado, pero yo creía que podía hacerlo. No enamorarte del perfecto y peligroso hijo menor del Zar, eso era imposible...